Gracias a esos soldados,
injustamente detenidos, juzgados y
algunos condenados; hoy los argentinos podemos vivir en un sistema de gobierno
democrático y no bajo el yugo de una dictadura castro-marxista, como la que pretendieron
instalar los llamados “jóvenes
idealistas” mediante la violencia y el uso del terror. Vaya paradoja,
quienes nos dieron nuevamente la oportunidad de gozar la democracia, hoy son los malos de
la película; mientras que los que abrieron la Caja de Pandora desatando el terror, son las víctimas y héroes del mismo
drama… difícil de comprender y entender. Especialmente para los hijos y nietos
de los primeros.
Quién ha tenido la dicha de ser padre, sabe que no hay nada
más hermoso que acunar en sus brazos al retoño de su vida. Hoy esos ancianos
soldados, en los que estamos pensando, están encerrados alejados de sus familias,
enfermos, débiles y ansiando el abrazo amoroso de sus hijos y nietos; pero
nuestra sociedad –la misma que les pidió terminar con el desquicio imperante en
esa época– es la que hoy los ignora y socialmente los ha condenado al
ostracismo. Su presencia incomoda y
mejor tenerlos encerrados que convivir con ellos. Seguramente esa es la
mayor injusticia, más allá de todas “aberraciones
jurídicas” perpetradas para cumplir con la venganza ordenada por quienes
hoy ostentan el poder político.
El honor, la justicia y la moral son las bases de la disciplina
que rige
la conducta de los soldados, tanto en el desempeño de su servicio,
como en las relaciones familiares y sociales. Para ellos, si no hay honor… no hay nada.
Al detenerlos, juzgarlos y condenarlos, la justicia –que se
alejó de su independencia y principios básicos del derecho– les ha privado de su honor, han sido
abandonados por sus propios camaradas de armas, estigmatizados a través de un
relato político de conveniencia y sufrido el escarnio de la misma sociedad ¿Qué regalo podemos darles hoy en el Día
del Padre? Obviamente devolverle todo aquello de lo que se los privó durante
todo este tiempo, dejar que en la última
etapa de su vida regresen al seno de sus familias y allí encuentren la
contención necesaria después de tantos años de sufrimiento.
En este día especial, Soldados Presos Políticos reciban nuestra comprensión, respeto, solidaridad, amistad, deseos de una pronta y justa libertad; la que no pudieron alcanzar quienes fallecieron en prisión, para ellos una oración por su eterno descanso al lado de nuestro Señor.
Sinceramente,
Pacificación Nacional
Definitiva
por una Nueva Década en
Paz y para Siempre