NOTA: Esta carta
abierta del Comisario Miguel Etchecolatz a su
juez y verdugo Carlos Alberto Rozanski, le fue entregada en mano el día
lunes 17 de marzo en el penal federal de Marcos Paz al Sr. José Luis Milia a
los efectos de una mejor lectura del texto se transcribe a continuación la
misma.
Hay cosas que
por ser tangibles uno no puede menos que dejar de reconocer. A lo largo de
todos los juicios en los que usted me ha enfrentado, no juzgado, cabe suponer
que usted cree haber ganado como si la administración de justicia se tratara de
una prueba deportiva y no de poner en juego, solo con la verdad, eso que la
sociedad ha puesto en sus manos, el libro de la ley.
Comisario Miguel Etchecolatz |
El tribunal
oral que usted preside está corrompido irremediablemente, pero ha sido usted quien ha permitido con sus actuaciones
que la corrupción se adueñara de su accionar. Es usted quien ha convertido a su
tribunal en un lodazal jurídico donde lo único que es seguro es el triunfo de
la sinrazón y es aquí donde debo reconocer la
momentánea victoria suya, porque yo no soy el procesado que enfrenta con
sus circunstancias al tribunal, yo soy su condenado porque a lo largo de los
juicios en que nos hemos encontrado usted ha hecho lo necesario para que yo no
reciba justicia y tenga yo la seguridad que, ni bien comenzado el juicio, seré
condenado diga lo que diga en mi defensa.
Usted ha
montado una metodología que, burlando la ley, no solo me causa perjuicios sino
que la usa para influir en personas que solo tienen la esperanza de saber la
verdad de lo sucedido y no la trama de un siniestro relato urdido por quienes
tienen puesta su vista en una mera ganancia. Este es un daño injustificable a
mi persona y, aunque usted lo sabe, no le importa; ocupado como está en su rol
de juez “estrella”
Carlos Alberto Rozanski |
Respecto del
desorden ocurrido el 28/02/2014 en la sala donde se desarrollaba uno de los
tantos juicios “revolucionarios” que usted preside y donde era yo uno de los
acusados principales no solo fue incapaz de corregir semejante disturbio sino
que contribuyó a agravarlo faltando a sus funciones que implican lograr que un
juicio se desarrolle en total concordia.
Usted no tuvo
la voluntad de corregir la situación reprimiendo las exteriorizaciones de
aquellos que solo buscaban el conflicto sino que con su accionar demostró que
comparte sus intereses ya que aunque debía mostrarse ajeno- de ser un
magistrado ecuánime- a la algarada organizada usted prefirió adherir a la
pequeñez del apasionamiento evidenciados por ellos.
Si bien es
menester reconocer que usted ha sabido valorar el notable impacto que la
publicidad y propaganda tiene en la opinión pública y lo utiliza con sagacidad,
también es cierto que comete el error de creer que los gastados argumentos que
usted maneja sobre los derechos humanos siguen teniendo la misma vigencia que
al principio, ya que la sociedad se ha dado cuenta- lentamente, es cierto- que
en su conjunto todos estos enunciados grandilocuentes que usted repite solo
tienen el objetivo de enmascarar las verdaderas intenciones de aquellos de los
cuales es usted solo un peón.
Es usted, Dr.
Rozanski, hombre de palabra rápida y engreída. En su soberbia habla como si la
posteridad estuviera atenta a sus palabras. Sus reiteradas alusiones a la
“legitimidad de su función” solo tienen como objetivo justificar su sumisión al
poder político olvidando que es frase no le pertenece, es la misma que cientos
de jueces usaron en la Rusia soviética, la Alemania nazi o la Italia fascista
para justificar su contribución a la pérdida de la independencia judicial en
función de los inconfesables intereses de sus amos.
Algún día la
sociedad argentina tendrá la posibilidad de saber como un sistema judicial
corrupto mantuvo a fuerza de calumnias y falacias a ciento de rehenes que
tenían escrito en sus prontuarios. “lucharon por la libertad de los argentinos”
Yo, con más de
ochenta años, estoy en sus manos. Es muy posible que muera en prisión tan solo
para satisfacer no solo su ego sino también su deseo de hacer las cosas
conforme a los dictámenes de quienes son propietarios de su conciencia y a
quienes solo los mueve un deseo espurio
de venganza.
Ud. como juez
ha carecido de valor para mantener a la verdad en alto; esa carencia le impide
siquiera, intentar ser justo.
Miguel O. Etchecolatz
Prisionero de Guerra
L.E.: 5.124.838
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