Por Mauricio
Ortín
La diputada nacional
venezolana, María Corina Machado, corre serio riesgo de ser confinada en las
mazmorras del régimen fascista de Nicolás Maduro.
El Estado chavista la acusa o, mejor dicho, pretende hacerla responsable por los
crímenes de los que él mismo comete. En Venezuela, el Parlamento y la Justicia
dependen directamente de las órdenes del poder ejecutivo y éste, a su vez, de
la dictadura cubana. Maduro
destituye de sus cargos a alcaldes opositores con el cínico argumento de que
conspiran para destituirlo. La valentía y dedición explicada por esta señora para enfrentar a la brutalidad al
régimen chavista está suficientemente acreditada más, que por sus actos
legislativos y denuncias, por las agresiones verbales y físicas que ha recibido
de energúmenos del oficialismo. Un caso, entre otros, que ilustra lo anterior
es el sucedido en medio de una sesión y en el seno mismo de la Asamblea
Nacional. En dicha circunstancia la
diputada chavista ,Nancy Asencio, sorprendió con una cobarde trompada a María
Corina Machado. Acto seguido, sin entender bien lo sucedido, la agredida se
acercó a la presidencia de la Cámara,
a Diosdado Cabello; pues bien, en
ese preciso instante fue tomada brutalmente por el cuello, arrojada al suelo y
pateada por la misma Nancy Asencio
ante la actitud sonriente del desvergonzado
Cabello. No fue la única víctima, ese día, de los gorilas “bolivarianos”. Pero, la infamia no
terminó allí porque ante la denuncia de los hechos el régimen salió a
desmentirlos. Nancy Asencio, en una
entrevista televisiva en la que se mostraba con un cuello ortopédico, negó
terminantemente haber golpeado a la diputada opositora; a quién, además,
acusaba de embustera. Pero, como la mentira tiene patas cortas, la verdad llego
súbita e incontrovertible gracias los celulares que filmaron los hechos tal
cual sucedieron. Sin posibilidad de una
excusa decente, el payaso inmoral que detenta el poder en Venezuela, victimizó
y justificó a Nancy Asencio con un grosero infantilismo de su cosecha.
Mintió, lesionó y ultrajo a una representante del pueblo, avergonzó al
Parlamento todo y la diputada-delincuente no recibió siquiera un tirón de
orejas.
La que, en cambio,
está a punto de ser desaforada y encerrada en tiempo record es
María Corina Machado. La urgencia
viene que un acontecimiento singular está próximo a realizarse. Sucede que, en
medio de la insensibilidad y falta de compromiso con el sufrimiento de los
perseguidos venezolanos que campea en los gobiernos latinoamericanos, el gallardo gobierno de la pequeña pero gran
República de Panamá “hace pata ancha” y se juega por sus hermanos caribeños.
Ello así, a través de la invitación del gobierno panameño a la diputada para
que, en la próxima reunión del Concejo
Permanente de la OEA, de su versión sobre la violencia política que afecta
a su país, Arturo Vallarino, embajador de Panamá en dicho organismo,
agregó además que, si los demás países (como se presume) no aceptan esta
invitación, su gobierno cederá el espacio soberano que le corresponde a la señora María Corina Machado ¿Cuál será
la actitud de la OEA y de su, insulso, Secretario General? A juzgar por la despreocupación
que evidenciaron los países miembros ante las caratas de insultos que vomitó Nicolás Maduro contra el organismo
interamericano, no hay mucho que esperar. Porque, cuando se dicen preocupados
por el “Estado de Derecho” venezolano, lo que verdaderamente hacen es blanquear
el fascismo chavista con eufemismos. No hubo ni un solo gesto de solidaridad
con la diputada salvajemente apalizada por parte de las presidentes Dilma Rousseff o Cristina Kirchner. Tampoco de los
otros mandatarios latinoamericanos que siguen creyendo que es una democracia a
preservar, un gobierno que, impunemente, golpea, encarcela y asesina a los
opositores.
El
problema (más que de Venezuela, de América Latina) es moral antes que político.
Ello porque, gracias a Internet, a la vista de todos hablan los hechos y no es
de personas decentes el negarlos o disimularlos. Mas, no todo está perdido;
porque contra el fascismo y contra los pusilánimes que le temen, plantando
bandera, allí están María Corina, el
digno Panamá y los que no nacimos para esclavos.
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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