Argentina tiene hoy 1800 presos
políticos. Hombres acusados de delitos de Lesa Humanidad. Ya murieron en
cautiverio 227 detenidos. Sin atenciones médicas, ni legalidad ni derechos humanos.
La Argentina debe saber.
Marcos Paz: A donde nunca tendríamos
que haber entrado
De que se trata entrar al pabellón de
la Unidad Penitenciaria Nro. 2 de Marcos Paz donde nos encontramos con nuestros
PRESOS POLITICOS?
Luego de dos horas de llegar a la
unidad, después de dejar nuestras libretas,
pasar por requisas, escaneos corporales o controles personales,
despojarnos de las cosas que hasta la visita anterior podían ser ingresados y hoy,
vaya uno a saber porque, ya no. Escuchamos como debíamos haberlo hecho aunque
ya sea tarde y aunque probablemente este consejo no sirva en la próxima visita.
Porque hoy pionono no pero mañana sí.
Porque mayonesa no debe ser trasvasada hoy aunque si debiste hacerlo antes.
Panqueques caseros no pero si los compras envasados sí. Hoy tu hijo debe
sacarse las zapatillas para ser requisadas aunque nunca antes pasó.
En fin… Llegamos al pasillo pre
comedor. Aproximadamente 15 minutos antes del encuentro nos permiten ingresar y
comienza una búsqueda desesperada de una mesa y sillas, hijas, esposas,
hermanas, nietas, corremos por el salón intentando encontrarlas. Parece increíble
pero es lo que nos permitirá compartir con nuestro visitado la comida que
hayamos podido ingresar. Que obviamente, cual “juego de las sillas”, el número
de mobiliarios es menor al número de sujetos interesados por ellos.
Y ahí cerca de las 14 horas se abre la
puerta y empiezan a salir uno a uno nuestros PRESOS POLITICOS. El desfile se
nutre de hombres con andadores, ancianos, hombres con problemas de sordera,
operados cardiológico, señores encorvados por los años. Padres que se apoyan en
sus hijas para desplazarse.
En una palabra hombres mayores
repletos de canas, muchos ya ancianos doblados por el peso de los años y por el
dolor de la injusticia que se posó sobre sus huesos.
Los corazones de los que esperamos la
salida late fuerte entre la alegría del encuentro y la fuerza intensa para no
derramar una lagrima, mucho más aún de no enrojecer los ojos porque estos
nuestros PRESOS POLITICOS no merecen y además no soportarían una lagrima más.
Al fin llega él, el él de cada una,
ese él que también sale con su corazón latiendo fuerte por la alegría de vernos
y por la fuerza intensa de no llorar porque nosotras no lo merecemos pero
además no lo soportaríamos. Abrazos, besos, “te amo” dichos al oído por la
falta de intimidad. Sonrisas, anécdotas tontas. Hablar de lo que podemos, lo
que nos sale.
Debatirnos que conviene y que no
contarles. Porque las buenas noticias son buenas pero ellos no pudieron estar
ahí para vivirlas. Si los nieto aprendieron a nadar es hermoso pero cuando
podrá verlos patalear. Si fulano se recibió que lindo pero no pudieron ver la
entrega del diploma.
Si la noticia no es tan buena, como
una enfermedad, no queremos asustarlos pero como excusamos al que no pudo venir
a la visita. Pero sabemos firmemente que confesarlo hará que luego, una vez en
su celda, ellos no puedan borrarlos de su mente.
Ellos cuentan lo que pueden también.
Hablan de requisas, de tiempos interminables, de calores agobiantes y de fríos
que congelan el centro de sus almas. Pero intentan minimizar los dolores, los
problemas y la tristeza.
Nos hacen listas eternas de las cosas
que necesitan aunque íntimamente saben que la mayoría de lo pedido no podrá ser
ingresado. Necesitan pilas para las pequeñas radios que logramos entrar previa
autorización penitenciaria que demoró un mes. Pero esas pilas, que en su
ausencia marcan la inutilidad del aparato por el que tanto batallamos, también
deben ser sometidas a esos mismos trámites lentos y burocráticos. Nos piden
algo que ayude a matar las inquilinas de su celda. Pero los mata cucarachas no
están permitidos. Nos piden diarios. Eso si! Pasa al fin… Asegúrate de sacarle
los clasificados antes de llegar a la requisa (¿?).
Después nos paramos para cambiar la
visión y caminamos por un patiecito que nos da un poco la idea de libertad.
Porque intentamos hacer como que no vemos los altísimos alambrados que lo
rodean. Que terminan en unos peores alambres de púa.
Cada tanto les llevamos regalos,
chocolates (sin nuez, ni almendra, ni pasas, ni…), libritos, crayones; para que
ellos le den a sus nietos simulando que pudieron comprarlos ahí dentro o que
papá Noel también pasó a visitarlos.
Cada tanto vamos mirando el reloj
porque las agujas corren contra nuestro deseo de que tenerlos cerca nunca
termine.
Y así llega el momento de hablar de
las últimas irregularidades de las causas, como a fulano que esta con parkinson
no le dieron la domiciliaria y que a tal aunque le subió la presión a 25
tardaron horas en trasladarlo a un hospital y que desde volvió no está muy
entero. Que tal a pesar del eterno tiempo transcurrido sin condena sigue
padeciendo de esta “prisión preventiva.
Que el señor de la mesa del fondo
cumplió los 80 y por eso hay una tortita en su mesa y un “que los cumplas
feliz” que todos tratamos de acompañar sin desbordarnos en lágrimas.
Que a quien nos saludó recién se le
murió el hijo estando en esta situación injusta e inentendible y que casi no
llega a despedirlo porque a los penitenciarios no les llegaba la orden de
trasladarlo.
Que los testigos de la causa de
mengano no se poden de acuerdo en las fechas, ni en los nombres pero el juez
dice que no es relevante. Que en la otra causa una testigo reconoció sin
ninguna duda la foto de un hombre que no era el acusado de la causa que se
estaba buscando que identifique pero eso tampoco importa.
Que la fecha del hecho que se le
imputa a aquel es una en la que queda demostrado que ese hombre estaba con
licencia por enfermedad entonces sin ninguna marcha atrás se modificó la fecha
al momento de condenarlo.
Ufff… y así, cientos y cientos.
Y entre todas estas broncas y enojos.
Se nos hace la hora. Un penitenciario se acerca y a gritos dice “termino la
visita”. Se nos acabó el tiempo. Tenemos que despedirnos, lo estiramos, nos
abrazamos, nos besamos con la promesa de vernos en la próxima visita. Caminamos
hacia la salida y los vemos a nuestros PRESOS POLITICOS, a los héroes de
nuestra patria, a los héroes de la guerra. Los vemos irse con el intenso deseo
de no volver a verlos ahí nunca más.
Ingrid
Crinigan
DNI 28204929
FUENTE: http://pixelping.tn.com.ar/tnylagente/marcos-paz-donde-no-deberiamos-haber-llegado-nunca_459298
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