sábado, 30 de agosto
de 2014
¿Y si me quedo
quieto?... ¿y si me paro de brazos cruzados y me encojo de hombros y me quedo
esperando?
A veces las ganas se
escurren por el resumidero de la impotencia. A veces las fuerzas se esfuman, se
pierden en el abismo de los demoledores de ilusiones. Y cada caída es menos
estrepitosa, pero levantarse cuesta cada vez más desesperanza.
Entre rejas de infernales
venganzas, levantadas con barrotes de ilegalidad y prevaricato, se mueren uno
tras otro… uno tras otro los huesos que un día otros, mandaron al frente de los
infiernos a vérselas con el demonio.
Las rejas parecen
cada vez más altas y se tornan cada vez más pesadas. Adentro, los huesos
caminan cada vez más cansados. ¿Y vos hijo? ¿Y vos hermano? ¿Y vos esposa? ¿Y
vos compañero de lucha? ¿Y vos nieto o amigo? ¿Y vos camarada?
De un lado las rejas
más altas y más pesadas. Adentro, los huesos cada vez más cansados… afuera, las
ausencias que no se explican con ningún “pero” que no avergüence las entrañas
de un bien nacido. Las ausencias que duelen, las ausencias que también los
huesos explican con eufemismos, supongo que para no ahorcarse de bronca.
Confieso que lo he
pensado mil veces… llegando en una noche fría al medio del campo para que me
pinten el dedo y me destrate un apocado que se cree con autoridad para
humillarme en una requisa. Y otras mil veces lo he pensado bajo el sol furioso
de un verano soberbio, que parte la tierra y apuna cabezas… ¿Y si me quedo
quieto?... ¿y si me paro de brazos cruzados y me encojo de hombros y me quedo
esperando?
Y mil veces digo NO…
los miedos y la desidia no hacen Patria, ni sacarán huesos de tras las rejas,
ni pagarán rescate de conciencia tranquila. Y entonces me asoma el orgullo y me
sorprendo gritando presente, siempre… por las familias, los hermanos, las
esposas, los amigos, y los compañeros y los hijos y los nietos que no están…que
no estuvieron… y que obviamente a estas alturas, ya sabemos que nunca estarán.
Que si algún hueso un
día se ahoga con las heces de la vergüenza por los que no están ni han estado
ni estarán, que esa muerte nunca me reclame la tranquilidad de irme de esta
Patria y de este mundo en Paz…
Horacio
R. Palma
Escribidor
contumaz...
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