Editorial I
La ceremonia de
entrega de los Premios Bunge y Born
ofreció esta vez un gesto emotivo y esperanzador frente a las heridas por la
violencia de la década del 70
Los premiados, Juliana Cassataro y Gabriel Rabinovich,
flanquean a Jorge Born (h). Foto: Fundación Bunge y Born
La reciente ceremonia
de entrega de los Premios Fundación
Bunge y Born, los más prestigiosos del país en el ámbito de la
investigación científica, volvió a ser, como en ediciones anteriores, un
magnífico escenario que nos recuerda, especialmente en tiempos difíciles, la
feliz perseverancia de valores que le dan identidad a una sociedad: talento,
planificación, trabajo en equipo, innovación, respeto por las normas y la
serena confianza en un futuro mejor. La ceremonia expresa la coherencia de una
fundación que desde hace más de cinco décadas, sin importar la orientación de
cada gobierno, viene apoyando la formación de investigadores y el desarrollo del
conocimiento.
El prestigio del
premio se basa tanto en una evaluación rigurosa confiada a un jurado
internacional de figuras notables como en la talla de las personalidades que lo
recibieron. Bastará con decir que a lo largo de su trayectoria lo obtuvieron Luis Federico Leloir, Alfredo Lanari, Eduardo de Robertis y Alfredo Pavlovsky, entre tantos otros que
contribuyeron a trazar los cimientos de la actividad científica en el país.
Gabriel Rabinovich |
En esta ocasión, el
premio "mayor" fue para el doctor Gabriel Rabinovich, de 45 años,
que en 2005 ya había recibido el Premio
Estímulo. Se le concedió por sus contribuciones inestimables en la
formación de recursos humanos y por los brillantes avances que logró en el
conocimiento de la biología del cáncer y las enfermedades autoinmunes, así como
en el desarrollo de estrategias para tratarlas que ya atrajeron el interés de
compañías internacionales.
La galectina-1 |
Nacido y graduado en
Córdoba, la trayectoria de Rabinovich
es destacable en un amplio sentido. Se doctoró y realizó íntegramente todos sus
trabajos en el país y, desde 1992, comenzó a estudiar la galectina-1, una
proteína que en esa época era prácticamente desconocida. En otras palabras,
además de impulsar el conocimiento de esta inesperada "piedra Rosetta" que cumple funciones clave en el
crecimiento de los tumores y en la modulación de la respuesta inmune,
contribuyó a la formación de decenas de jóvenes investigadores en todo el país.
Hoy, esos trabajos pioneros, publicados en algunas de las revistas más
destacadas del escenario científico internacional, permiten entrever nuevas
vías de tratamiento. Se cierra el círculo: de la ciencia básica a la ciencia
aplicada.
Juliana Cassataro |
El Premio Estímulo a Jóvenes
Investigadores fue para Juliana Cassataro, bióloga formada y graduada
en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Lo recibió por sus avances en el
desarrollo de vacunas contra la brucelosis, particularmente, por sus estudios
de moléculas que pueden ser utilizadas como "adyuvantes"
o estimulantes de la inmunidad oral. En Juliana
convive una fuerte vocación por la ciencia con una historia conmovedora. En
1977, cuando tenía tres años, sus padres fueron detenidos desaparecidos y pasó
varios meses en un asilo, junto con su hermana menor, hasta que la encontraron
sus abuelos. Es madre de dos hijas y agradece cada día las oportunidades que le
ofrece el sistema científico nacional.
Dr. Lino Barañao |
Hacia el final de la
ceremonia, el discurso de Lino Barañao,
ministro de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva, fue interrumpido con aplausos. Era un reconocimiento
a su gestión, al apoyo de años a los investigadores y a su convicción de que no
es posible mantener una política de ciencia a largo plazo en La Argentina sin
contar con el aporte económico del sector privado.
El momento más
emotivo llegó, sin embargo, cuando Jorge
Born, hijo de un empresario
secuestrado por Montoneros, y Juliana Cassataro, hija de miembros de
esa organización, se unieron en un abrazo. Ese
instante constituyó todo un símbolo de la esperanza de concordia y
reconciliación ante las profundas heridas que dejaron los trágicos años 70.
La noche dedicada a exaltar los logros de la ciencia y a quienes los hacen
posibles se transformó así en un inolvidable.
"Yo rezo por ustedes... recen por mí" |
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!