El mes de septiembre
ha comenzado con una dureza inusitada. El deterioro de la situación económica y
social ha adquirido una dinámica muy rápida porque la inflación se alimenta
desde el mismo gobierno con aumentos en los servicios, impuestos, combustibles,
peajes y demás variables que están bajo su control, más una desaforada emisión
que se emplea como errónea estrategia de sostén del consumo.
El gobierno nacional
apela a sus remanidos recursos
mediáticos y distractivos, formulando anuncios que van desde lo inútil a
lo ridículo, como fue el caso de la construcción de la torre de la isla
Demarchi expresado personalmente por la señora presidente. Pensar en una obra
de esa naturaleza mientras la inflación se sitúa alrededor del cuarenta por
ciento y creciendo, y la pobreza es calculada en más del cuarenta y seis por ciento por organizaciones
universitarias serias, es un insulto al sentido común de los argentinos.
Pero a quienes hoy
detentan el poder esto no le importa. Siguen creyendo en las fórmulas que les
permitieron llegar hasta aquí con grandes beneficios personales y sectoriales y
una indiferencia rayana en lo indecente con respecto a las necesidades de la
sociedad, sin advertir que los temas que tratan de instalar en la agenda se
consumen en forma casi inmediata por el descreimiento generalizado y el
agotamiento del recurso.
Lejos de buscar un
fin de mandato sereno y consensuado el gobierno del FPV ha iniciado una
frenética marcha plagada de choques y conflictos tanto en el orden interno como
en el ambiente internacional. Conserva sin dudas su poder de hacer daño de la
mano de una masa crítica de diputados y senadores que son capaces de convalidar
las leyes más dañinas sin manifestar objeciones ni aparentar tener conciencia
de lo que dejarán a su espalda. Así, se ha transformado en ley el cambio de
lugar de pago de los bonos de deuda reestructurados para eludir la sentencia
del juez a cuya jurisdicción se había sometido el litigio con los tenedores de
bonos que no entraron al cambio. De alguna manera es como si el gobierno
quisiera dejar al país totalmente aislado, en infracción y consecuentemente
vulnerable para complicar a quien suceda en el poder a esta lamentable
administración.
En el plano interno
la situación es aún peor. El gobierno avanza con leyes tales como la de Abastecimiento sembrando la zozobra entre
los empresarios que manifiestan ante
quien quiera escucharlos que en estas
condiciones no están dispuestos a arriesgar su capital invirtiendo en un
ambiente de incertidumbre económica y avasallamiento legal. Las consecuencias
comienzan a percibirse en forma de suspensiones, despidos y empresas que
cierran sus puertas y se van del país
con la consiguiente conmoción social.
Los sindicalistas de
origen justicialista han realizado paros controlados y manejables con requerimientos de
satisfacción posible pero las organizaciones gremiales con delegados de
izquierda aprovechan el momento para desarrollar su siempre vigente estrategia
anti-sistema que se nutre de llevar los conflictos a niveles extremos de acción
directa. Las calles, rutas y aun autopistas se cortan en forma casi
cotidiana y las contradicciones en el
gobierno entre los sectores progresistas
que se horrorizan ante la palabra
represión y los que tratan de contener y encauzar el caos se tornan evidentes
hasta para los más desinformados.
En este conjunto de
factores nocivos, los delincuentes y narcotraficantes encuentran un ambiente
propicio para operar en forma descarada ante la impunidad que induce un Estado
ahogado en sus propias contradicciones y que ha atado sus manos con las cuerdas
de teorías progresistas y juristas que protegen al delincuente casi hasta el
abolicionismo punitorio. Estamos en la fase en que los criminales han perdido
el temor a las consecuencias de sus acciones y cometen sus delitos a plena luz
del día, en lugares próximos a
comisarías y en forma desembozada. El Estado ha perdido el control de la calle
y se han impuesto formas propias de la ley de la selva, en donde los vecinos se
organizan barrialmente para defenderse y las agencias de seguridad privada
hacen su mayor negocio. Sin embargo, la justicia sigue siendo la
herramienta utilizada para sostener las
revanchas ideológicas y llega hasta la
crueldad y la violación flagrante de derechos humanos de los militares acusados
justamente por la violación de derechos humanos con treinta años de antigüedad,
con leyes aplicadas en forma selectiva para no incluir a los miembros de las
agrupaciones terroristas y guerrilleras
que hoy son funcionarios y se solazan en forma pública de su revancha
sin límites, sin compasión y ya sin
siquiera atisbos de justicia imparcial y ecuánime.
Los distintos
sectores de oposición con sus candidatos presidenciales a la cabeza, son conscientes de que el
gobierno ya no dará marcha atrás y que recibirán un legado cada día más
complicado pero confían en que cuando retorne la sensatez se abrirán al país
las posibilidades de un mundo ávido de invertir en una nación plagada de
recursos naturales y que fue capaz de
crecer cuando la gobernaron con sentido común. Pero cada día se preocupan más y
existe la voluntad generalizada e implícita de evitar por todos los medios que
el caos y la incompetencia desencadenen trastornos sociales que generen daños
irreversibles. Todos los políticos muestran una prudencia extrema excepto los
oficialistas que hablan cotidianamente del riesgo de que se desencadene la
violencia como si estuvieran invocando una situación desde la que puedan
presentarse como víctimas y escapar a las consecuencias del fracaso de sus
políticas y de su nunca definido modelo.
Son momentos para
mantener la sensatez y la serenidad. El
planeamiento en ambientes de alta incertidumbre requiere construir escenarios
posibles y mantenerse en posiciones expectantes hasta que esos escenarios se definen. En Argentina está
surgiendo una nueva variable que es la de planificar en ambientes caóticos, lo
que requiere manejarse con equipos competentes, ágiles y de rápida reacción
para tratar de sobrevivir a los cambios permanentes, inconexos y contradictorios
que nos presenta la realidad de un país gobernado por la insensatez más
absoluta.
Lo único que ha
atinado a establecer el gobierno son las fechas de las elecciones generales del
2015 y con esa única referencia, un país entero cuenta los días que faltan para
el cambio de ciclo sin saber cuánto más habrá que sufrir hasta que esa
instancia se concrete.
Nos sostiene saber
que hemos tenido reservas republicanas suficientes como para aventar el riesgo
de continuidad en el poder y nos preparamos para enfrentar el peor momento
con mejores hombres y mujeres que los
que hoy han perdido el rumbo detrás de una conducción ideologizada,
autoritaria, incompetente y mesiánica.
Confiemos en nuestra
fe, en nuestras fuerzas, en nuestros valores y en que seamos capaces de
mantenernos unidos ante la adversidad.
Juan Carlos Neves, Nueva Unión Ciudadana
www.nuevaunionciudadana.org
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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