lunes, 5 de octubre de 2015
"Argensinos"... argentinos y asesinos en partes iguales
En una siesta tranquila y calurosa, bajo un cielo azul y
formoseño, un pibe barre. En realidad lo que está haciendo es cambiar la tierra
de lugar. A pocos metros, varios de sus compañeros se duchan para calmar los
sudores de una mañana atareada. Los demás intentan una breve siesta.
Están bajo bandera, son colimbas, muchos de ellos han venido
de monte adentro y en el regimiento han descubierto el baño, el agua tibia
saliendo de una canilla, y un plato de comida caliente que no se saltea días,
como en la pobreza del monte.
Lo que para algunos parece poco… a ellos les suena a mucho.
La Argentina de entonces era una Argentina de gobierno que
luchaba por mantener la democracia endeble, atacada a tiro y bomba por un grupo
de “iluminados” que trabajaban a tiempo completo para minarla a sangre y fuego.
Gobierno peronista de Isabel, reciente viuda del General
Perón. Los que han quebrado lanzas contra la bandera celeste y blanca, calcados
colores de este cielo de siesta formoseña, han resuelto seguir los designios de
un dictador que ha comenzado a pura bala su mandato en Cuba, la hermana mayor
de las islas del Caribe, con tan buenos resultados de miedo… que aún mantiene
su esfinge el poder total… absoluto de la vida y la muerte en la Isla a nombre
de su hermano.
Un estruendo de autos quiebra el silencio de la siesta
formoseña y le quita la monotonía de sus ruidos, que son casi silencios.
Carlos, Pedro, Daniel… póngale usted los nombre que quiera, pero medio centenar
de “argensinos” (argentinos y asesinos en partes iguales), han preparado la
masacre de esta siesta desde hace tiempo.
Cuidadosamente han decidido que en esta siesta tórrida de
las afueras de Formosa, asesinarán a quienes digan un pero. A punta de pistola
han secuestrado un avión de Aerolíneas Argentinas (hoy ya tienen todos) que
dejarán luego tirado en medio de un campo… han tomado el aeropuerto, los
muertos que regarán serán un número más para casi todos, sin nombre en una
historia de muerte… solo el pueblo formoseño se ha empeñado en no olvidar.
Y entran ahora a los tiros contra los pibes que barren
envueltos en sudor de patria y de monte, ajenos a las utópicas ideas de los
asesinos sin ley, sin Dios y sin Patria.
“Rendite negro que con vos no es la cosa”… grita el porteño
que viene con los prejuicios atados a la punta de su fusil bolche. “El negro
del monte es pueblo y bajará las armas de miedo y se unirá a la revolución de
la mentira…”, piensa el señorito bien de Buenos Aires que le han prestado en
Cuba una revolución inventada que se llevará muchas vidas de muchos argentinos.
Pero al “Negro” lo ha parido el monte y en monte ha mamado
su tierra y en su tierra aprendió a defender a su Patria… aunque el Negro no
sabe leer, sí sabe que la Patria se defiende con la vida. El Negro apenas si
garrapatea su firma, pero con su actitud fue más valiente que muchos de sus
superiores que gastaron una vida de ilustración para entregarse mansos a las
voluntades de los que mataron a los suyos.
“Acá no se rinde nadie, mierda!!” grita el Negro Luna, y con
6 palabras el “negrito del monte” tira abajo mil hojas de pelotudos manuales
revolucionarios para América Latina.
Pero los “argensinos”, están dispuestos a matar a quien se
plante. Y sin el mínimo remordimiento comienzan la masacre. Fusilan a los que
barren, a los que se duchan, a los que “sestean”. A los con uniforme o a los
que pasan por la calle.
Los “argensinos” son “pura…sangre”. Antonio, Heriberto, José, Dante, Ismael,
Tomás, Edmundo, Marcelino, Alberto, Víctor, Eduardo y Hermindo, que es LUNA,
murieron aquella tarde, bajo las balas de un grupo de “argensinos”, argentinos
y asesinos por partes iguales, y muchos de ellos, sin saber por qué puta razón
alguien entró a pura bala a fusilarlos mientras se bañaban para desagobiar la
siesta formoseña.
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
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