5 de octubre a las 21:06
Hoy, 5 de octubre es el “Día Nacional de Homenaje a las Víctimas del
Terrorismo”. Lamentablemente en horas de la mañana, en el Colegio donde
me desempeño como Prof. De Historia, Convivencia, Construcción ciudadana, y
Diversidad Cultural he sufrido otro atropello más a la libertad de expresión ,
a la igualdad, al respeto, pero una vez más han intentado silenciar e ignorar a
las 1094 víctimas y sus familias.
Para recordar y rendir homenajes a los “Valientes de Formosa”, y
a las “Víctimas del Terrorismo Montonero y Erpiano”, había preparado
una cartelera con las fotografías que ustedes pueden visualizar, que no tienen
nada de ofensivo. Siento que lo más doloroso es ver los rostros de esas
personas que hoy ya no están y que les niegan constantemente todo tipo de
derechos, tanto el reconocimiento, como la indiferencia hacia su familia.
En la jornada los chicos observarían un breve documental
cuyo contenido eran los testimonios de los sobrevivientes y sus familiares y más
tarde contaría con el testimonio de Liliana
Cristina Saraspe junto a su hijo que estaban muy contentos y emocionados
por tener esta importante oportunidad y que se conozca su historia.
Yo le había propuesto a la Jefa de Departamento y a la
Rectora de poder hacer este Homenaje y ambas estuvieron de acuerdo con la
aceptación de los Jefes del resto de las áreas (a excepción de una sola persona).
Todo transcurría con total normalidad hasta que apareció una
docente con la mayor soberbia que se puede observar y sentir de una persona, y
aires de diva, acompañada de fotógrafos a sacar fotos de mi trabajo y con una
nota en mano , bajo amenaza que iría a los Derechos Humanos a denunciarme.
Haciendo alarde de un poder que no tiene y que su apellido no le da. Solo tiene
una historia, la de pertenecer a la otra parte.
Solo me pregunto ¿acaso su historia vale más que la de las
víctimas de la guerrilla? ¿Acaso su apellido es más importante que cualquier
otro? Pobre señora/docente... lo único que ha logrado es que sus propios
alumnos sientan vergüenza de ella, todos salieron apoyarme (inclusive mis
colegas) y en lugar de silenciarme... salió mal. Lo lamentable es que esto ha
sucedido en un establecimiento educativo.
Finalmente, la Rectora me pidió que retire mi trabajo, y con
mucha bronca y tristeza lo hice. Agradezco el apoyo de mis colegas que les
había gustado mi trabajo, me felicitaron por ello, pero creyeron necesario
llamar a los medios de comunicación para que esto se sepa... y así fue.
Llore de la bronca, no por mí, sino por Liliana y su hijo
que una vez más les negaron el derecho a poder hablar.
Vaya mi homenaje a
ustedes… esta lucha continúa.
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