Después de más de
tres años de negociaciones, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) aceptaron dar un paso que muchas voces exigían desde que comenzaron las
negociaciones del proceso de paz: liberar a los menores de edad que mantienen
en sus filas. La organización terrorista eleva a 21 el número de combatientes
por debajo de los 15 años. Serán los primeros que saldrán conforme lo acordado
con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Y si bien el Estado
colombiano ya cuenta con un procedimiento para los niños y adolescentes
desmovilizados, ambas partes decidieron elaborar uno específico para este caso
e involucrar a entidades internacionales. La fase siguiente será desvincular
los de 15 a 18 años.
Según consigna el
acuerdo, los menores de 14 años no pueden ser declarados penalmente
responsables. A aquellos que tienen entre 14 y 18 años se les aplicará el
beneficio del indulto por la rebelión y delitos conexos, cuando no haya
impedimento en las leyes colombianas. En una fase posterior se estudiará la
situación de quienes estén procesados o condenados "por la comisión de
delitos no amnistiables o indultables". Quienes tengan deudas
significativas con la justicia quedarán a disposición de la Jurisdicción
Especial para la Paz (JEP) para examinar sus responsabilidades.
Durante décadas se
denunció cómo las FARC, al igual que lo han hecho otras organizaciones
violentas en Colombia, se llevaron a la fuerza o mediante artimañas a miles de
niños y jóvenes, muchos de los cuales no han conocido una vida diferente de la
que les impuso esa agrupación: combates, violencia física y psicológica,
explotación sexual. Miles de menores de edad que han sufrido el reclutamiento
se han convertido en hombres y mujeres en sus filas. Les robaron su infancia y
los educaron en la violencia y la delincuencia. Este drama representa uno de
los capítulos más tenebrosos de la violación de los derechos humanos.
Actualmente existen
diversos procesos desde la Iglesia para apoyar al gobierno colombiano y lograr
la reinserción, especialmente de niños que han sido reclutados contra su
voluntad y necesitan acompañamiento psicosocial. Los niños combatientes estarán
nuevamente con sus familias una vez que el acuerdo de paz adquiera plena
vigencia. Sin embargo, aunque se reintegren a la vida civil, será imposible
devolverles la infancia que perdieron en el monte. La tarea para reinsertarlos
es enorme y habrá que garantizarles empezar a vivir, no de nuevo, sino de
verdad.
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