Javier Olivera
Ravasi, el 16.07.16
El 18 de junio de
1976, luego del golpe cívico-militar ocurrido en la Argentina, una joven
militante de la agrupación armada Montoneros,
Ana María González[1],
de apenas dieciocho años, colocó una bomba de 700 gramos de trotyl debajo de la
cama del entonces Jefe de la Policía Federal de la Argentina, el Gral. Cesáreo
Cardozo, acabando con su vida. Era el segundo jefe policial asesinado por la
guerrilla en aquella época. González, luego del atentado, se habría refugiado
–según las fuentes policiales– en la Parroquia
“San Patricio”, del barrio de Belgrano, en Buenos Aires.
Dos semanas después
del atentado, el 2 de julio de 1976, la misma agrupación terrorista haría estallar una bomba en un comedor de la
Policía Federal en Buenos Aires, acabando con la vida de 23 personas y dejando
un saldo de 60 heridos graves.
A consecuencia de
estos atentados, durante la madrugada del domingo 4 de julio un grupo armado
ingresó en la parroquia San Patricio, y ultimó a cinco religiosos palotinos que
volvían de una función de cine de trasnoche: los padres Duffau, Leaden y Kelly y los seminaristas Barbeito y Barletti.
Al irse, sus verdugos
dejaron las siguientes inscripciones:
“Por
los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria”.
“Estos
zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M.”
[Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo].
Se trató de un
crimen; sin más. Un crimen entre tantos de una época que nadie quiere volver a
vivir.
Se han cumplido hace
unos días los cuarenta años del episodio y, desde hace ya más de diez años los
religiosos palotinos se encuentran en proceso de beatificación por disposición
del entonces arzobispo
de Buenos Aires, Cardenal Bergolgio, quien abrió la causa cerrada en 1977
por Pablo VI[2].
En el proceso, a diferencia de otros, no se busca demostrar sus virtudes, sino
el “martirio” sufrido (al declarar que una persona es mártir, en un proceso de
beatificación/canonización, no es necesario demostrar el ejercicio heroico de
las virtudes, mientras estuvieron en vida).
Dado que se analizan
hechos concernientes a la historia, valgan estas citas a modo de ayuda-memoria,
extraídas de autores que no podrán ser tildados de “derecha”.
Horacio
Verbitsky, narraba:
“La guerrilla creó un organización de superficie que se llamó
Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge Adur,
Vicente Adamo, Emilio Neira y Pablo Gazzari; y seminaristas como el palotino Salvador Barbeito”[3].
Algo análogo nos
cuenta Roberto Baschetti:
“Emilio Barletti [uno de los seminaristas] era un querido compañero de
la Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia
para reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además
facilitaba el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a
los genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la
zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante
de un importante grupo que se estaba gestando en el seno de la Iglesia de
Cristo perseguida y que se denominaba ‘Cristianos para la Liberación’.Su
primera participación política (antes de 1972) fue en el Movimiento de
Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego cansado del guitarreo y
la sanata [mentira], emigró al peronismo
revolucionario”[4].
El párroco Kelly no
parecía desconocer las actividades de los seminaristas ni ignorar que, en su
parroquia,existía un centro de reclutamiento de Montoneros; lo mismo parece
deducirse de los padres Duffau y Leaden, quienes vivían en el templo. Según los
investigadores, los seminaristas tenían
directa relación con la célula que planificó la voladura de la dependencia
policial (debe recordarse que uno de los brazos de la subversión fue el
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en cuyas filas militaron más de
400 sacerdotes y religiosos, varios de ellos involucrados en acciones armadas).
En la conferencia de
prensa ofrecida por el Secretario Militar Nacional de Montoneros, Horacio
Mendizábal, el 24 de julio de 1976, publicada en “Evita Montonera”[5],
se aludió a estos sacerdotes diciendo:
“los
sacerdotes Palotinos, uno de los cuales era Aspirante de nuestro Partido”.
En la Revista 3
Puntos de enero del 2000, en respuesta a una nota de Miguel Bonasso (montonero
confeso), del ex Oficial Primero
Montonero, Ernesto Jauretche declaraba:
“Es cierto que
estuvieron esperando mi llamado de control. Pero no lo es menos que mi tarea de
ese día consistía en atravesar todo Buenos Aires trasladando en un Rapiflex el
mimeógrafo y un abultado paquete de originales de Evita Montonera hasta una parroquia palotina de la calle Estomba.
Tiempo después el grupo de sacerdotes que me recibieron, conocidos hoy como
víctimas de la intolerancia religiosa, sumaron sus nombres a la vasta nómina de
mártires montoneros”[6].
Agregando en otro
lado:
“Meses después los
cinco religiosos fueron muertos, constituyendo los primeros religiosos Montoneros caídos”[7].
* * *
Reflexión: sería
bueno que también se analizaran hechos análogos a los de los palotinos -aunque
en las antípodas del pensamiento- como ser el de los profesores Genta y Sacheri, a quienes se
les ha negado, hasta ahora, el proceso de beatificación por el “fuerte
compromiso político-temporal” que tenían.
P. Javier Olivera
Ravasi[8]
[1] El 4 de enero de 1977 a las
10.30 horas, mientras integraba un grupo que realizaba un control de tránsito
en Bs.As., el soldado conscripto Guillermo Félix Dimitri fue muerto a balazos
efectuados desde un coche que se desplazaba a alta velocidad ocupado por Ana
María González y dos hombres. Las fuerzas de seguridad repelieron la agresión e
hirieron seriamente a uno de los hombres y a la joven que falleció horas
después en un refugio de la organización. Su cuerpo fue cremado por sus
compañeros (cfr. Felipe Pigna, Lo pasado pensado. Entrevistas con la historia
argentina (1955-1985), Planeta, Buenos Aires 2005, 489).
[2] “El asesinato de los palotinos
fue tratado en 1977 por el Papa Paulo VI y el dictador argentino Emilio Massera
y la Iglesia dio por cerrado el caso, pese a que sabía que la dictadura era
responsable, como lo demuestran documentos de las cancillerías argentina y
estadounidense” (Horacio Verbitsky, http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-54434-2005-07-31.html).
[3] Horacio Verbitsky, Vigilia de
armas, Sudamericana, Buenos Aires 2005 (https://books.google.com.ar/books?id=jLaLNyO9xDIC&pg=PT372&lpg=PT372&dq=salvador+barbeito+cristianos+para+la+liberación&source=bl&ots)
(consultado el 15 de julio de 2016).
[4] http://www.robertobaschetti.com/biografia/b/35.html
(consultado el 15 de julio de 2016).
[5] Revista “Evita montonera”, n°
14, de octubre de 1976.
[6] Ernesto Jauretche, Revista “3
puntos”, Nº 133, del 20 de enero de 2000, Sección “Lectores”.
[7] Declaración indagatoria de
Antonio Pernías, el 22 de mayo de 2006, ante el juez federal Torres.
[8] Javier Olivera Ravasi (1977),
sacerdote. Abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), Profesor
universitario en Ciencias Jurídicas y Sociales (UNC), doctor en Filosofía
(Pontificia Universitá Lateranense, Roma) y doctor en Historia (UNC). Se
desempeña dictando materias y conferencias en el ámbito de la Filosofía, las
Lenguas Clásicas y la Historia.
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