Sr. Mario Negri
“Los
radicales conservadores se irán con Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales
se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el
pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y
los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda.” Leandro
N. Alem.
El diario La Nación
de ayer informa que Ud., una vez terminado el circo jurídico y mediático
llamado “La Perla”, montado para
condenar a quienes combatieron a la subversión, dijo: “…[es una jornada] histórica en el camino no acabado por conocer la
verdad y juzgar a los responsables de la tragedia argentina”. Seamos
sinceros, Sr. Negri, la tragedia argentina no empezó el 24 de marzo de 1976,
empezó antes, pero la clase política argentina tuvo la inmensa suerte que una
pareja de malhechores inventara el “curro
de los derechos humanos” para que los pelucones de cualquier pelaje
pudieran lavar su responsabilidad en la tragedia argentina a costa de los
militares que enfrentaron la subversión cuando ustedes agachaban la cabeza
mientras Cámpora ponía en libertad a cuanto asesino anduviera suelto.
Hoy, Ud. y los de su
laya recogen los frutos del espurio trabajo que han hecho -ingratitudes y
traiciones- para mostrarse inmaculados a los ojos de un pueblo sumiso y
mendicante urgido por olvidar que cuarenta años atrás aplaudía y vivaba a
quienes hoy son condenados y se eximen a sí mismo de cualquier responsabilidad
en la larga tribulación que los tuvo como actores principales. Su partido, en
los setenta, se escondía en el miedo a las balas y las bombas y en la
ignorancia de la situación del país mientras su máximo jerarca preguntaba al
Jefe del Ejército que pensaba hacer con el desgobierno de Isabel Perón.
Hagamos una breve
historia política de la Argentina y de la facción política a la que Ud.
pertenece. Su partido nace en un levantamiento armado cívico-militar y, si bien
era una actitud comprensible dada la situación política de la República,
ustedes han hecho de la violencia una razón de ser no solo en los primeros años
de vida partidaria sino también después cuando ya gobierno, el primer
presidente radical utilizó una nueva forma de intimidación política batiendo el
record de intervenciones federales a las provincias desafectas. Es decir que su
partido fue, desde 1890 activo partícipe de la violencia política.
Las idas y vueltas en
las que el radicalismo y sus dirigentes, en este siglo y cuarto de vida, se ha
engarzado van desde ignorar que en instantes de lucidez el partido proveyó a la
República los mejores presidentes que esta ha tenido -Alvear y Frondizi, aunque
este último es para ustedes un cismático- pasando por la ignorancia o
complicidad al defender a un terrorista que prometía un millón de fusilamientos
para lograr la patria socialista hasta, tiempo después, votar a mano alzada las
leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Lo demás es historia
reciente, su partido fue el partido político que más intendentes dio al Proceso
de Reorganización Nacional, sin olvidar los funcionarios que proveyó a los
gobiernos militares desde 1955 en adelante, para terminar, mientras aún fungía
de partido de masas, en la hiperinflación de los ochenta.
Por todo esto, Sr.
Negri, Ud. es y ha sido -en tanto y cuanto afiliado radical y jefe del bloque
de diputados nacionales- partícipe necesario de la tragedia argentina y por
eso, Ud. al igual que el Presidente y su Jefe de Gabinete, saben muy bien que
fue lo que pasó antes de transitar por ese “camino
no acabado por conocer la verdad”, pero no se animan a decirlo; es
demasiado el miedo que tienen a salir de lo “políticamente
correcto” que prefieren arroparse en la hipocresía que les dictan las
seniles mujeres de cabeza empañolada.
José
Luis Milia
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