"...yo fui
autora de la ley de nulidad de obediencia debida y punto final. Nosotros
trabajamos muchos años para que haya juicios, pero no podemos tolerar que se
inventen juicios contra personas, y no podemos tolerar que haya ancianos muriéndose
enfermos en las cárceles, y estoy hablando de militares condenados, porque la
tortura, la violencia y el abandono no se justifican?".
Esto dijo textualmente la doctora Elisa
Carrió, en el programa de Nelson Castro. Ella y su equipo son de los pocos
que se han tomado el trabajo de investigar la labor de jueces y querellantes en
las causas mal llamadas "de lesa humanidad",
comprobando algo que en la justicia federal muchos conocen, pero callan:
decenas de esos juicios celebrados en la "década ganada" son
inventados y malversados, y si llegaran algún día a ser examinados como
corresponde en Casación o la Corte Suprema, se dice que deberían ser nulificados. Por eso, muchos duermen en los despachos
de jueces que no quieren comprometerse, mientras los acusados siguen esperando que algún juez con coraje haga lo que
hasta ahora casi ninguno se atrevió a hacer: cumplir con lo que nuestra
Constitución ordena.
Así, varios
centenares de militares, policías y civiles han muerto en cautiverio tal como
lo señala Lilita, ante la indiferencia cómplice de un anómico "Círculo
Rojo". La ciudadanía le ha otorgado ahora a la doctora Carrió un
apoyo masivo (nacional y no sólo limitado a la CABA) que implica el ruego de
que, pese a los ataques cobardes que ha sufrido, no baje los brazos, y busque
la forma de que sus denuncias tomen cuerpo y la Justicia y la moral se
impongan. Los ancianos presos a que ella
hace referencia merecen, en su mayor parte, no sólo la libertad, sino también
que se limpie su honor mediante la revisión de prisiones preventivas o condenas
basadas en hechos, testigos y argumentos jurídicos falsos, destinados
únicamente a satisfacer los deseos de venganza de sectores que, en estos
últimos días, han demostrado cabalmente, y una vez más, que los derechos humanos
son para ellos un mero instrumento político para impedir, como fuere, que
políticos bien intencionados como Mauricio Macri intenten volver a encarrilar a
nuestra querida Argentina por el sendero de la ley y el orden.
Diana
I. Filgueira
NOTA:
La imagen y destacados no corresponden a la nota original.
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