por Enrique G.
Avogadro
"Que
un Rey se ame más a si mismo que a su pueblo es muy triste.
Que
un pueblo ame más a su Rey que a sí mismo es muy peligroso".
Joaquín
Lavado, Quino
Cual sanguinaria
diosa fenicia, Cristina Elisabet Fernández espera que la sociedad argentina
pague su cuota anual de dolor y, cuando no es complacida, manda a sus fieles
-Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Verónica Magario (La
Matanza), etc.- a exigirla a pedradas en la calle. Allí los barrabravas y lo
peor del lumpenaje del Conurbano bonaerense, convertidos en carne de cañón a
base de prebendas y de drogas, se encuentran con los energúmenos antisistema y
con las entrenadas milicias de los partidos troskistas, fogoneados por los
diputados de la oposición que, en el recinto, no sólo justificaron la violencia
sino que pretendieron inútilmente utilizarla para frustrar el trámite del
proyecto de reforma previsional, como Nicolás del Caño, Agustín Rossi, Máximo
Kirchner, Victoria Donda, Eduardo de Pedro, Andrés Larroque, Mayra Mendoza,
Leopoldo Moreau, Fernanda Vallejos o Graciela Camaño.
La clara posición de
esta última, jefa del bloque massista,
al igual que el papelón de Ignacio de Mendiguren la semana pasada,
mostró la desesperación de quien ha perdido protagonismo y trascendencia como
constructor de la "ancha avenida del
medio", tan pregonada en la campaña electoral y tan desenmascarada en
su pretensión de simular ser algo distinto a lo peor del PJ.
El debate legislativo
permitió realizar ejercicios de gimnasia revolucionaria, y los frutos serán
seguramente puestos en práctica antes de fin de año. La explicación es simple:
la ya extensa nómina de funcionarios y testaferros kirchneristas presos hace
que la siniestra viuda perciba más cercano el aliento en la nuca de los jueces,
y sabe que sus hijos están al borde de convertirse en nuevos huéspedes de las
prisiones federales; doña Cristina no se entregará sin pelear, aunque ello
requiera llenar de muertos la Argentina. ¿Qué duda puede caber respecto a la
falta de escrúpulos de quien no hesitó en saquearlo hasta la extenuación?
Lo ocurrido el lunes
permite su análisis desde distintos ángulos: la Policía frente a la protesta,
la participación de inmigrantes, el accionar judicial y la conducta de los
gremios, en especial los que prestan servicios públicos. Esa mirada debe ser
puesta sobre otros escenarios conflictivos que se viven hoy y a las cuales
debemos ponerles freno ya mismo, so pena de asistir a una escalada de terror
que nos haría retroceder cuarenta años y confirmar nuestra sempiterna vocación
suicida.
Ver, como dijo el
Fiscal Germán Moldes, cómo se enviaba a la Policía a cabecear adoquines por
impunes asesinos (no queda un solo detenido por lo ocurrido), debe hacernos
reflexionar como comunidad acerca de qué esperamos de las fuerzas de seguridad.
Resulta imposible que cualquier sociedad humana funcione sin la autoridad del
Estado, al cual hemos delegado el monopolio de la fuerza; sin embargo, los
argentinos ponemos permanentemente en
duda su proceder, como quedó claro cuando se develó el monumental fraude del
caso de Sergio Maldonado, cuando se miró por meses con desconfianza a la
Gendarmería.
Otro grave problema
que quedó expuesto en los recientes episodios de violencia cuando una enorme
mayoría de los heridos era extranjera, es la carencia absoluta de una política
migratoria seria y responsable. Los países aplican el concepto de reciprocidad
en sus relaciones con los demás y, por ejemplo, imponen la necesidad de contar
con una visa a los turistas de las naciones que las exigen a sus ciudadanos, o
facturan al país de origen los gastos en salud pública que éstos hubieran
generado.
Aquí no preguntamos
nada a los inmigrantes, ni siquiera si tienen antecedentes penales o disponen
de un trabajo asegurado; les regalamos salud y educación, incluida la
universitaria, y permitimos que contingentes permanentes ingresen desde los
limítrofes para operarse o cambiar su dentadura gratuitamente; permitimos que
hayan sentado sus bases las grandes bandas de narcotraficantes bolivianos,
peruanos, colombianos y paraguayos; y obsequiamos documentos de identidad,
jubilaciones, planes sociales y hasta viviendas a los extranjeros. No se trata
de discriminar, sino de evitar que aumente la pobreza, crezcan las ocupaciones
de tierras y los saqueos mientras, con los excesivos impuestos que pagamos,
bancamos ese dislate.
La explicable -por su
adscripción política- conducta de una Juez, Patricia López Vergara, que accedió
rápidamente al pedido de Mariano Recalde, precisamente uno de los claros
responsables de los movimientos sediciosos y criminales que se desarrollaron en
el centro porteño, y dispuso que la Policía encargada de custodiar la zona no
reprimiera, merece una particular atención y, por supuesto, su denuncia ante el
Consejo de la Magistratura local, ya que la magistrada privilegió su ideología
sobre el ordenamiento legal que rige en la República.
El oficialismo
parlamentario recayó en la ingenuidad, como quedó demostrado por el estrecho
margen que le permitió obtener la sanción de la discutida ley; nuevamente,
creyó a los gobernadores que le dijeron que, para conseguir que el PJ no K lo
apoyara, bastaba una foto, mientras se negaban a emitir una declaración de
respaldo al Gobierno. Esos mandatarios jugaron a dos puntas, y sus
representantes en la Cámara dividieron sus esfuerzos aprobando y rechazando a
la vez el proyecto previsional. Y los diputados que responden a Sergio Massa,
que justificaron de viva voz a los violentos y acompañaron los esfuerzos del
kirchnerismo y la izquierda para levantar la sesión, mostraron a las claras de
qué lado están, olvidando la "ancha
avenida del medio" que pregonaba su jefe.
La CGT, corrida por
izquierda, decretó un paro nacional con efectos "ni-ni", en especial por la UTA, que pobló de colectivos
las calles de la ciudad. Pero, al menos, fue notoria su falta de acompañamiento
a los violentos; una posición similar adoptaron Barrios de Pie y la CTEP, que
encabeza Juan Gabrois, el tan conspicuo hombre del Papa. Muy distinta fue la
conducta de las dos CTA y de algunas organizaciones sociales -a las cuales el
Gobierno no cesa de financiar-, que dieron un claro respaldo a quienes
promovieron los disturbios. Aún espero que la Justicia declare la ilegalidad
del Partido Obrero, en el cual milita Sebastián Romero, el terrorista
fotografiado mientras atacaba con un mortero a la Policía; antes de los hechos,
esa organización emitió una convocatoria a la manifestación, en la que dejó en
claro su objetivo principal: la destitución del Presidente.
Pero sí merece que
hablemos de Aerolíneas Argentinas, "su"
compañía, que tan cara resulta para el presupuesto nacional. Los gremios
aeronáuticos han puesto a parir a los ciudadanos y turistas extranjeros con
paros cada vez más salvajes, mientras sus siderales costos incluyen salarios
que no guardan relación alguna con lo que percibe el resto de los argentinos.
Ahora que tenemos varias compañías internacionales operando en el país, ¿no
será hora de plantearnos si se justifica una "línea de bandera" tan cara y tan ineficiente? No la
tienen Suiza, Brasil, Chile, Gran Bretaña ni Estados Unidos; entonces, ¿por qué
nosotros?
Sólo me resta
desearle, a usted y a los suyos, una feliz y santa Navidad; o feliz Janucá, si
es usted uno de mis muchos amigos judíos. Sigo siendo optimista, y tengo la
certeza de que 2018 será un buen año para nuestro querido país, al que tanto
hemos maltratado.
Bs.As., 23 Dic 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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