lunes, 6 de agosto de 2018

LA HERIDA QUE NUNCA SE CURA O LA GRIETA QUE NUNCA SE CIERRA



GERARDO FERREYRA

Ingeniero, multimillonario, empresario K, dueño de Electroingeniería, integrante de la patria contratista y hoy detenido por el juez Bonadio debido a su presunta y activa participación en el monumental caso de corrupción que conmociona a la Argentina, Gerardo Ferreyra estuvo preso, unos ocho años, entre 1975 y 1984, condenado por numerosos crímenes terroristas como combatiente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Con el nombre de guerra "Gringo" fue uno de los jefes del ataque del ERP a la Jefatura de Policía de Córdoba, el 20 de agosto de 1975, en pleno gobierno democrático. El embate fue otro golpe sedicioso dirigido por Enrique Gorriarán Merlo, líder del ERP, en esa ocasión al mando de la unidad terrorista Decididos de Córdoba. El Gringo tuvo a su cargo la destrucción de la central de comunicaciones del Comando Radioeléctrico, lo que permitió el ataque principal, en el cual (según se relata en el número 59 de la revista Estrella Roja, órgano del PRT-ERP, publicada el 27 de agosto del mismo año, con el título "Córdoba, Buenos Aires: triunfo de las armas del pueblo") fueron asesinados 5 policías, más de 15 fueron heridos, mientras que el ERP perdió un solo combatiente. Según relata Gorriarán Merlo en sus memorias: "En total intervinimos más de 200 compañeros". Hoy, al ver a Ferreyra regresar a la cárcel, le pregunto si el mundo de hoy, en el que el Gringo hizo negocios con el kirchnerismo, es el que el ERP prometió construir cuando torturó y asesinó al coronel Argentino del Valle Larrabure.

Pedro José Güiraldes





ANGELELLI Y SACHERI

Soy licenciado en Teología, estudié esta disciplina toda mi vida y la enseñé en distintos niveles, también el universitario. Pero tengo la impresión de que cada vez entiendo menos. Comparto los conceptos del editorial del 30 de julio sobre la beatificación de monseñor Angelelli. Allí se cita a monseñor Bernardo Witte, sucesor suyo en la diócesis riojana, quien afirmaba que no había pruebas suficientes para considerar aquella muerte un asesinato. Yo mismo, siendo joven obispo, escuché a monseñor Witte decir en una Asamblea Plenaria del Episcopado que la tragedia aludida fue un accidente.


¿Por qué no se declara el martirio del filósofo Carlos Sacheri, maestro de la Doctrina Social de la Iglesia, asesinado por el ERP a la salida de misa y cuya sangre salpicó a su mujer y a sus hijos?


Sospecha: se piensa que Sacheri era "de derecha", y en su libro La Iglesia clandestina había denunciado los errores del progresismo y la infiltración marxista en ambientes católicos. Su beatificación sería "eclesiásticamente incorrecta".

Héctor Aguer
Académico de número de la Asamblea Nacional de Ciencias Morales y Políticas
DNI 4.415.937



NOTA: Lás imágenes y destacados no corresponden a las notas originales.

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