"El camino más corto hacia el respeto es
siempre la distancia".
Petros Márkaris
Estoy
absolutamente convencido que, en octubre, los argentinos nos enfrentaremos a
una elección presidencial dramática, ya que nos jugaremos la existencia misma
de la República. ¿Alguien, con un mínimo de buena fe, puede negar que durante
el kirchnerismo, además de saquear el país hasta la extenuación, se intentó
terminar con la libertad de prensa y que se crearon un montón de medios adictos
financiándolos con dineros públicos, que se realizaron "operaciones" contra los periodistas críticos más
notorios, que se llegó al extremo de pegar afiches con sus fotos para que los
chicos las escupieran? ¿Cómo ignorar las tentativas de "democratizar" la Justicia y conseguir la impunidad para
sus delitos, si nuevamente han sido puestas sobre el tapete por Alberto Fernández,
Luis D'Elía y Eugenio Zaffaroni?
De Mauricio
Macri y sus ministros se podrán decir muchas cosas negativas (soberbios,
cándidos, inocentes, chambones, inexpertos, equivocados, malos comunicadores,
etc.), pero no se puede desconocer la libertad que hoy gozamos; esa tolerancia
ha llegado a tal absurdo extremo que, desde los medios de comunicación del
propio Estado, muchísimas voces despotrican contra el Gobierno, llegando a la
prédica destituyente.
A raíz de la
elección de Miguel Angel Pichetto para integrar la fórmula presidencial de
Cambiemos, muchos de mis lectores, cultores del purismo más estricto,
respondieron casi con indignación por la incorporación de un peronista tan
notorio que, además, mostró una cerrada lealtad al Poder Ejecutivo cualquiera
fuera quien lo ejerciera, incluyendo a ambos Kirchner.
Frente al "movimiento" podemos pensar
todo, bueno o malo, ya que se trata de una fuerza política tan líquida que pudo
ser, a lo largo de su historia, despótica, combatiente del capital y firmante
de contratos petroleros con empresas internacionales, de extrema derecha (AAA)
y de extrema izquierda (Montoneros) simultáneamente con Perón, liberal y
privatizador con Menem, estatista y ladrón con los Kirchner, siempre creciente
corrupto. Lo único que resulta imposible es ignorar que existe y, además, que
tiene un arraigo decisivo sobre gran parte de la ciudadanía.
Por otra
parte, muchos de los actuales funcionarios y legisladores oficialistas
provienen del peronismo (Emilio Monzó, Cristian Ritondo, Diego Santilli,
Patricia Bullrich, etc.), y no por ello han dejado de ser eficientes, tanto
como otros que llegaron desde el radicalismo y la Coalición Cívica.
Pero, más que
la pertenencia política, lo que hoy importa es de qué lado se ubica cada
interlocutor. La alternativa no puede ser más clara, ya que el espejo de la
ensangrentada Venezuela nos devuelve la imagen de lo que pasaría en la
Argentina si triunfara la fórmula Fernández², por mucho que se intente
almibarar ahora, sin éxito como se vio el jueves en Rosario, el carácter de la "señora".
Para librar
esta batalla electoral, la verdadera madre de todas ellas, estamos obligados a
dejar de lado, por un rato, algunos esenciales reparos que muchos tenemos
contra Macri, anteriores a su alianza con Pichetto, debido a su habilitación de
la discusión legislativa sobre el aborto no punible, la educación sexual
inclusiva, la continuidad en los juicios de venganza contra los militares
(contra todo lo cual llevo casi cuatro años luchando y que, por lo demás,
Cristina Fernández y sus acólitos sostienen los mismos disparates) y los graves
errores en materia económica.
Forzando
absolutamente la hipótesis, es menester recordar que Winston Churchill no dudó
en aliarse con el asesino y genocida Josef Stalin para ganar la Segunda Guerra
Mundial y derrotar a Adolf Hitler. La historia está llena de ejemplos similares
ya que, cuando se procuran objetivos de tamaño porte, siempre el enemigo de mi
enemigo es mi amigo.
Y esto lleva a
la justificación del título de esta nota. No tengo duda alguna acerca de las
buenas intenciones de José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión, ya que
conozco a ambos. Soy liberal en lo económico, y celeste en lo moral y, es más,
a través de mi demorado proyecto de partido político -el P.A.D.- pretendía
lograr el mismo fin: la incorporación de diputados, para exigir al Gobierno el
cumplimiento de sus promesas de campaña y tratar de imponer nuestra agenda
legislativa.
Como ambos son
inteligentes, saben que, de concretar sus respectivas candidaturas, las mismas
sólo serán testimoniales puesto que no podrán acceder al ballotage. Entonces, y
dado que los números serán muy finitos, les pregunto: ¿se justifica asumir el
riesgo de un regreso del kirchnerismo al poder? ¿No sería mejor, para
garantizar el triunfo del claramente 'menos
malo', y como lo harán muchos gobernadores peronistas recientemente
reelectos, que ambas coaliciones (Despertar y Nos) concurrieran a los comicios
con "lista corta", es
decir, sin candidatos al Ejecutivo?; además así seguramente conseguirían más
votos. ¿No creen que, en estas circunstancias, la Patria les agradecería que
postergaran sus sueños presidenciales y privilegiaran ahora el bien común?
Tienen hasta las 23:59 de hoy para pensarlo.
Bs.As., 22 Jun 19
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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