ECOS DE LOS SETENTA
Monseñor Olivera
presentó en el Vaticano una denuncia-ponencia clara, expresa y categórica sobre
la situación de los derechos humanos en la Argentina.
02.11.2019
POR MAURICIO ORTIN
La
más flagrante violación de los derechos humanos se comete día a día en la
Argentina desde hace por lo menos 18 años. Para ponerle una fecha cierta,
podríamos decir que se inició cuando la mayoría de los miembros de la Corte
Suprema de Justicia (la resultante después del golpe de Estado dado a la
anterior por Néstor Kirchner) habilitó, con su voto, la venganza legal contra
miles de argentinos. Otra fecha digna a considerar sería la aprobación de la
nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que el mismo Congreso
había consagrado durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín.
Lo
cierto es que el kirchnerismo en el poder ejecutivo, manipuló a los dos
restantes para dar inicio -y continuar hasta hoy- a esta verdadera caza de
brujas que se dio en llamar "política
(de Estado) de derechos humanos". El gobierno de Cambiemos y, en
general, todo el arco político y periodístico, fue y es (como veremos) cómplice
por acción y omisión.
DENUNCIA CLARA
El
29 de octubre próximo pasado, monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de la
República Argentina, presentó (nada menos que en la sede del Vaticano) una
denuncia-ponencia clara, expresa y categórica sobre la situación de los
derechos humanos en la Argentina que se viene sustanciando en las últimas dos
décadas.
En
su escrito tuvo frases como:
* "Desafortunadamente, es muy frecuente
que las malas condiciones con las que se enfrentan los detenidos y, en general,
las violaciones de sus derechos, sean el resultado de actos intencionales y
deliberados".
* "Todos sabemos y estamos de acuerdo que
nunca el fin justifica los medios. Y querer justificar acciones por violaciones
a los derechos humanos, violando esos mismos derechos es un
contrasentido".
* "Sería muy largo contar tantos
testimonios que fui recogiendo en estos años. Tristes y dramáticos testimonios.
Personas mayores que fueron detenidas durante más de 9 años, en una prolongada
prisión preventiva sufriendo todo lo que ese estado les ha significado. Fueron
y son calificados de genocidas y, a pesar de ello, algunos fueron absueltos.
Peor aún, están siendo juzgados con leyes técnicamente retroactivas, alejadas
de los principios fundamentales del derecho penal, nacional e
internacional".
* "No podemos permanecer callados cuando
se priva a los acusados del derecho fundamental del debido proceso".
* "¿Podemos hablar de derechos humanos
con 10 años de prisión preventiva, es decir sin condena?".
ESTUPOR
Pues
bien, ante semejante denuncia (hecha en el lugar en que se hizo), dada la nula
reacción de los actores sociales nacionales e internacionales, no cabe otro
sentimiento que el estupor. Literalmente, ni un solo político acusó recibo.
La
Conferencia Episcopal Argentina la escuchó como quién escucha llover (ah, si
hubiera tenido actitud parecida a la que tuvo con el caso de Santiago
Maldonado.) La prensa, salvo excepciones, tampoco le dio entidad. Ni qué hablar
de la organización internacional Human Rights Watch (HRW, Observatorio de
Derechos Humanos), en cuya portada de la página dedicada a la Argentina, dice: "Argentina continúa logrando avances
(...) en las causas penales para juzgar abusos cometidos durante el terrorismo
de estado (1976-1983), aunque en algunos casos se han producido demoras
preocupantes".
Señor
José Miguel Vivanco, Director, División de las Américas de Human Rights Watch,
¡advierta usted que la entidad a la que pertenece (en virtud de la denuncia de
monseñor Olivera) es cómplice de la violación de los derechos humanos de miles
de argentinos! (ahora está avisado).
ANIQUILAMIENTO
Cada
vez que alguien señala como genocida a una persona o a una institución que no
merece tal cargo, tácitamente, está solicitando su aniquilamiento. No importa
si éste se hace efectivo por el asesinato directo o la agonía de la prisión. La
izquierda y las ONG de derechos humanos, en su amplia mayoría, estigmatizan a
las FF.AA. y a las Fuerzas de Seguridad con ese indigno mote.
Siguen
así, por otros medios, con la política setentista de las bandas subversivas. No
se hacen cargo de sus crímenes aberrantes pero siempre atentos a la paja en el
ojo ajeno. En fin, siguen al pie de la letra el manual de Lenin, donde la
mentira y el terror son dos caras de la misma moneda; la cobardía de los demás
hace el resto.
Finaliza
monseñor Olivera su imputación diciendo: "Hace
poco supe decir que, dentro de unos años, muchos deberemos pedir perdón por
tanto silencio".
¿Dentro
de muchos años? Hay familias destruidas por inocentes que se pudren en las
cárceles Y no sólo pidan perdón, mejor
¡exijan justicia! Y, si no es mucho pedir, ¡comiencen ya!
Lo que pasa con nuestros camaradas y el resto de las personas sometidos al escarnio de los "juicios de lesa" es una de las INFAMIAS MÁS TERRIBLES de mi larga vida como ciudadadno argentino
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