En
el penal de Ezeiza está muriendo el ex
teniente primero paracaidista, Gustavo Ramón De Marchi.
A
él le gusta que lo llamen, simplemente, “soldado”.
Tiene
71 años y hace casi 11 que está con prisión preventiva.
Ha decidido prestar su último servicio
a la Patria y no ingerir más alimentos sólidos ni medicamentos hasta morir.
Pide igualdad ante la ley,
para él y para sus camaradas presos.
Ofrenda
su vida para llamar la atención de una sociedad que los ha abandonado dentro
del pozo negro del olvido y la indiferencia.
Con
su huelga de hambre denuncia la permanente violación de los derechos
constitucionales a los que son sometidos los militares que combatieron la
subversión y son acusados de crímenes de “lesa
humanidad”.
Más
de 400[1]
camaradas ya han muerto en prisión, la gran mayoría sin condena y sin respeto
por sus derechos y garantías.
De
Marchi ha excedido el régimen de prisión preventiva según lo establecido por el
código procesal y no se le concedió el beneficio de la prisión domiciliaria
para adultos mayores.
Él no pide su excarcelación, sino que
se cumpla la ley para todos los presos de “lesa
humanidad”.
Y
se va a morir en el intento.
Lo
espeluznante es que esto simplemente ocurra. Que haya ocurrido tantos años gracias
a la indiferencia generalizada.
Hace
un tiempo, otro corajudo la cantó bien justa antes de volarse la cabeza. El
Malevo Ferreyra anunció que estas indignidades, traiciones y venganzas eran lo
que les esperaba.
Quienes ganaron la guerra de las armas
hoy padecen la derrota en la guerra cultural. Desde los
calabozos y las mazmorras, durante años, ven desfilar por los gobiernos, la
justicia y los medios de comunicación a sus vencidos y a los hijos y familias
de sus vencidos. Ellos deciden sobre las vidas y muertes de los soldados que
evitaron el comunismo en los 70.
Los argentinos lo sabemos, pero no
hacemos nada. Mueren como moscas, en digno silencio, como los soldados que
fueron.
La
industria del juicio, como la llamó Malevo,
todo lo puede. Tumbas sin cuerpos, cuerpos sin tumbas, desaparecidos
muertos y desaparecidos vivos y coleando a los que se les llevan flores y
rinden honores y pagan suculentas indemnizaciones…
Un
día anunciaron que se acabaría el curro de los DDHH pero al día siguiente se
arrepintieron porque a alguien se le escapó decir que no fueron 30.000.
Entonces sacaron una ley y lo hicieron obligatorio.
De
Marchi y sus 2.000 camaradas son una especie subhumana que debe desaparecer, no
por cuestiones jurídicas sino políticas, económicas y de relato cultural.
Todo
este desastre proviene de la anulación de las leyes de obediencia debida y
punto final. Fue la capitulación de La
Nación frente al terrorismo setentista. Fue la destrucción de los cimientos de
la República.
No
volveremos a ser República ni tendremos paz mientas Argentina no se redima de
su delito de lesa Patria. En otras épocas hubiera significado el fusilamiento
de todos los que lo votaron…
Con
la Dra. Carrió a la cabeza de la fila, por ser quien impulsó el proyecto de
anulación de las leyes.
Mientras De Marchi se apaga, a los
medios argentinos los ocupa un lechón que tiran desde un helicóptero a la
pileta.
Los dichos de Susana Giménez… si Nicole
le deja ver sus hijas a Cubero… si Pampita festeja su cumpleaños 42… Si Tinelli
se hizo tatuaje nuevo… si Cafiero es más
vivo que Peña… toda sarasa anestésica, mientras De Marchi presta su último
servicio.
Abandonado
en el pozo negro de Ezeiza por un sistema judicial que se basa en la venganza y
no en la justicia.
Como
sociedad, no tenemos memoria ni vergüenza ni humanidad.
Estoy dolido, caliente y avergonzado.
Nada bueno merecemos si no nos importa la verdad y la justicia.
Dice
De Marchi que “el soldado no muere en combate.
A lo sumo ahí podrá ser mutilado o perder la vida corporal… el soldado muere
cuando es traicionado por la Patria”.
Disculpá
que te incomode, a vos, que te tomas el trabajo de leerme, pero siento que se
lo debemos a De Marchi y a todos los camaradas que reclaman justicia.
Como
en los 70, lo hace por nosotros. A puro sacrificio.
Juan Martín Perkins
NOTA: Las imágenes,
referencias y destacados no corresponden a la nota original.
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