por Enrique Guillermo Avogadro
Los procesos que encabezan Nicolás Maduro y Cristina Fernández tienen génesis diferentes. Hugo Chávez se hizo con el poder mediante sucesivos golpes de Estado, mientras que Néstor Kirchner lo hizo con la legalidad que dan las urnas en procesos legítimos; y el actual tirano venezolano sostiene su sangrienta dictadura con el apoyo castrense cuando nuestra Vicepresidente lo hace con todo el peronismo detrás suyo, aunque esto constituya una foto ya descolorida y ajada.
Pasó en Venezuela: empobrecimiento masivo
de la población, oleada inédita de emigración, destrucción de la economía,
hiperinflación, fuga de inversiones, control de Internet y de las redes
sociales, subsidios a mansalva, brutal caída en la producción de hidrocarburos,
usurpación o cooptación de partidos políticos de oposición, anulación del Poder
Legislativo, prisión y tortura de disidentes, liberación y armado de
delincuentes, impunidad para la generalizada corrupción, violencia desatada por
colectivos paramilitares, centralidad del narcotráfico, saqueo de las reservas
de oro, creciente aislamiento internacional y alianza con Cuba e Irán, apoyo a
los movimientos guerrilleros continentales, colonización de la Justicia y del
Ministerio Fiscal, falsificación de los resultados electorales, confiscación de
la propiedad privada, persecución y clausura de la prensa opositora, control
social masivo y, ahora, el genocidio sanitario. ¿Le suena?
Si no, recuerde que aquí se llegó a
asesinar a un fiscal que había denunciado a la actual Vicepresidente, que el
Gobierno enfrenta a pobres contra ricos, liberó 5.000 asesinos y violadores,
intentó estatizar Vicentín, intervino la industria de las telecomunicaciones,
avanza sobre la propiedad privada con impuestos confiscatorios, privilegia a
sindicalistas corruptos y barrabravas sobre empresarios innovadores y, para no
extenderme, controla a la población imponiéndole el confinamiento más
prolongado del mundo, a pesar de su ya innegable y costosísimo fracaso.
Eduardo Duhalde nos alertó acerca de la
inminencia de un golpe de Estado. Algunos despistados creyeron que se refería a
las fuerzas armadas; sin embargo, el ex
Presidente aludía a la propia Cristina Fernández. El kirchnerismo ha roto esta
semana todos los canales de diálogo precisamente para hacerse con el control de
la Justicia, con el único propósito de obtener la absolución para los
innumerables delitos de saqueo que su jefa ha cometido. Y para lograrlo, sin
pruritos de ningún tipo, la viuda se está llevando puestas a la República y a
la democracia.
El martes, ese golpe comenzó en el H°
Aguantadero, que vivió una triste noche de la mano del Presidente de la Cámara
de Diputados, Sergio Massa, el aceitoso, cuando desconoció la presencia en el
recinto de los diputados de la oposición y aceptó a los oficialistas que
comparecían por pantalla, para tratar la colonización de la Justicia federal,
el nuevo impuesto a la "riqueza"
y la ley de presupuesto. El último recurso de la oposición será negarse a dar
quórum para impedir el tratamiento del proyecto de reforma judicial; si el
oficialismo lograra iniciar la discusión en Diputados y aún si aceptara
modificaciones, volverían al Senado, donde le bastaría con una mayoría simple
para obtener su sanción definitiva sin cambio alguno.
Mientras tanto, la Corte Suprema continúa
durmiendo su siesta y evita decidir acerca de la inconstitucionalidad del
cambio en la integración del Consejo de la Magistratura, que tiene a estudio
hace cuatro años. Tampoco ha fallado en el recurso per saltum que interpusieron
contra su ilegal desplazamiento los magistrados que, por haber confirmado los
procesamientos de la Vicepresidente, concitan sus odios más profundos y que
fueron corridos por el Senado ayer mismo. El superior Tribunal parece no
percibir que se encuentra ante un monumental conflicto de poderes generado por
esta infecto-dictadura que hoy nos gobierna y que, si no es frenada a tiempo,
terminará con lo poco que queda del andamiaje jurídico y, con él, con todas las
libertades ciudadanas.
El país, ya inviable, ha caído en la total
anomia, tal como puede comprobarse en la masiva ocupación de tierras, siempre
violentas y siempre impunes. Jorge Ossona explica que esas tomas responden a
los intereses políticos del kirchnerismo, que en ellos fabricará nuevos votos,
sobre todo en la 3ª sección electoral de la Provincia de Buenos Aires, el
semillero de pobres desde el cual se eligen los presidentes, al cual inundará
de billetes en 2021. Eso si es que, invocando la emergencia sanitaria, no
intentara postergarlas; porque el Gobierno deberá hacer populismo sin dinero, y
la inseguridad, la desocupación y la inflación carcomiendo ingresos, salarios y
jubilaciones no auguran un fácil triunfo en ellas.
Hasta aquí hemos llegado y debemos
preguntarnos con qué armas resistiremos a este proyecto que pretende imponernos
el socialismo del siglo XXI, o sea, sobrevivir como ya lo hacen Cuba, Nicaragua
y Venezuela, países todos que han sido arrasados por esta siniestra ideología.
Bs.As., 5 Sep 20
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