por Enrique Guillermo Avogadro
"Cuanto más se desvíe una sociedad de la
verdad,
más odiará a aquellos
que la proclaman".
George Orwell
Esta semana, música
celestial sonó en el Instituto Patria cuando el Supremo Tribunal Federal de
Brasil resolvió que el Juez Sergio Moro había sido parcial en el proceso contra
Luiz Inácio Lula da Silva por la adquisición de un triplex en Guaruyá. Ese fallo
se sumó al que declaró la incompetencia de la Justicia Federal de Paraná para
juzgar al ex mandatario, y ordenó que la causa se sustancie en Brasília y, con
ello, devolvió al líder del Partido dos Trabalhadores (PT) los derechos
civiles, incluyendo el ser candidato.
El coro sinfónico
local extendió, con toda razón, las derivaciones de esas sentencias a las
múltiples y claramente injustificadas penurias judiciales por las que
atraviesan aquí Cristina Fernández, sus hijos y sus amigos por la ya
reconocida lawfare desatada, mintiendo descaradamente, por la
poderosísima mesa judicial de Mauricio Macri con el apoyo de los periodistas
asalariados de los medios de prensa concentrados, de los Estados Unidos y el
FMI, y de los jueces y fiscales obsecuentes y venales.
Es mentira que Lázaro
Báez haya creado sus empresas constructoras tres días antes que Néstor Kirchner
ocupara la Presidencia, y es mentira que, hasta entonces, haya sido sólo un
empleado raso del Banco de la Provincia de Santa Cruz, de propiedad de Enrique
Eskenazy. Es mentira que esas empresas recibieran un enorme (90%) porcentaje de
las obras públicas en esa provincia, y es mentira que muchas de ellas, ya
pagadas, nunca fueran terminadas. También es mentira que Báez sea dueño de
tantas estancias y que haya tenido innumerables negocios inmobiliarios con la
familia Kirchner. Y es mentira que el video en que se vio a sus hijos contando
millones de dólares en La Rosadita sea auténtico.
Es mentira que ese
banco, y su familia propietaria, hayan tenido mucho que ver con la desaparición
de los fondos de Santa Cruz -US$ 1.100 millones- y que eso estuviera vinculado,
después, a la compra por los Eskenazy del 25 % de las acciones de YPF. Es
mentira que Kirchner haya permitido a la privatización de la empresa durante el
gobierno de Carlos Menem, y es mentira que haya enviado el avión de la
provincia a buscar a un diputado cuyo voto resultaba indispensable para
aprobarla. Es mentira que el Senador Oscar Parrilli haya sido el miembro
informante del proyecto de privatización; y es mentira que haya ocupado el
mismo rol en la expropiación ("estatización") de las acciones de
Repsol en la petrolera argentina.
Es mentira que
decenas de empresarios hayan confesado haber pagado coimas que eran
transportadas en bolsos voladores, y es mentira que los Kirchner sean
propietarios de tantos inmuebles en el sur, incluyendo varios hoteles. Es
mentira que los cuartos de esos establecimientos hayan sido utilizados por Báez
y Cristóbal López para que durmieran empleados que trabajaban a 600 Km y así
lavar dinero mal habido. Y es mentira que López y Fabián de Souza se hayan
quedado con $ 8.000 millones de entonces de impuestos para financiar la compra
de varias empresas, y también es mentira que, para protegerlos de las
investigaciones fiscales, Ricardo Echegaray, desde la AFIP, haya cerrado la
delegación de Bahía Blanca.
Es mentira que Daniel
Muñoz, Ricardo Barreiro, Fabián Gutiérrez, Rudy Ulloa y tantos otros
secretarios de los Kirchner se hayan enriquecido locamente, y es mentira que
Ricardo Jaime hasta haya sido dueño de un Lear Jet. Es mentira que Gildo
Insfrán haya pagado a The Old Fund para renegociar la deuda provincial con el
Estado nacional, y es mentira que ello haya servido para que Amado Boudou se
quedara con la "fábrica de billetes".
Es mentira que
Cristina Fernández no sea abogada y no esté inscripta en ningún colegio
profesional, y es mentira que todos los inmuebles y varios hoteles, los US$ 5
millones en la caja de seguridad de Florencia Kirchner no provengan de su exitoso
desempeño como tal. Y es mentira que las fastuosas joyas con que la
PresidenteVice se decora hasta convertirse en un arbolito de Navidad sean
auténticas y le pertenezcan. También es mentira que el propio contador de su
familia, Víctor Manzanares, haya contado a la Justicia todas sus imaginadas
trapisondas. Y es mentira que Hugo Chávez le prestara a la Argentina, al doble
de interés, el dinero para pagar al FMI; y también es mentira que Antonini
Wilson haya traído dinero en efectivo en valijas para la campaña electoral de
2007.
Y, dado lo sucedido
con el Grupo de Lima, también corresponde señalar que es mentira que el
kirchnerismo haya apoyado los reclamos por los derechos humanos sólo a partir
de 2003, cuando llegó a la Casa Rosada y que hoy respalde al asesino Nicolás
Maduro. Y, por supuesto, es mentira que Estela Carlotto y Hebe de Bonafini
hayan lucrado desde entonces con los enormes fondos públicos transferidos a las
Abuelas y a las Madres de Plaza de Mayo, algo tan falso como que hayan existido
Sueños Compartidos o que Milagro Salas sea una mafiosa y ladrona.
Pero, por todas esas
mentiras, me sigue sorprendiendo que, en lugar de apurar los tiempos para ser
juzgada y lograr que su total inocencia sea reconocida por la Justicia, como ya
lo fue por la Historia, sus abogados continúen trabando el avance de los
procesos. Pese a que todos sabemos que Cristina es una mujer honrada, cualquier
similitud de esta nota con el "Discurso de Marco Antonio", en
"Julio César", de William Shakespeare, sólo podría buscarse con mala
fe.
Bs.As., 27 Mar 21
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