lunes, 26 de enero de 2015

NISMAN, UNA GOLONDRINA ¿HACE VERANO?

Por Mauricio Ortín

Alberto Nisman no era un tontito ingenuo. Tampoco un “pobre muchacho”, como lo calificara el “gran jurista” que alquilaba sus departamentos a proxenetas. No le confiaron la causa de la AMIA (el mayor atentado terrorista en la historia de la Argentina) porque “justo pasaba por ahí”. Tuvo otras causas pesadas y ya había denunciado a otro presidente. La denuncia que lo llevó a la muerte o por la que lo asesinaron acusaba a la  presidente de la Nación Cristina Kirchner, al  canciller Héctor Timerman, a  Luis D’Elía , a Fernando Esteche y a dos agentes de los servicios de inteligencia argentinos. ¿Es casualidad que veinticuatro horas antes de presentar sus pruebas ante la Comisión de Diputados apareciera muerto? ¿A quién perjudicaba el fiscal con su denuncia? Un indicio-respuesta es la reacción explosiva del kirchnerismo por el anuncio de la presentación del fiscal en la Comisión de la Cámara Baja que preside Patricia Bulrich. Primero, resolvieron no asistir quitándole importancia; luego, llegar en masa y boicotearla haciéndola pública para que el fiscal no pudiera hacer mención de los nombres de los implicados. Diputados del riñón K amenazaron al fiscal con “salir con los botines de punta” y otras lindezas. La prensa, la oficialista y la oficiosa, se sumó a la campaña anti-Nisman. A priori, sin conocer el texto de la denuncia, la calificaron de farsa, cuento, etcétera.

Plan A y ¿Plan B?

El objetivo del Plan A, no cabe duda, fue que Nisman desistiera de presentarse en la Comisión. Está claro que el fiscal expresó su voluntad irrevocable de asistir. La pregunta es: ¿Existía un desesperado Plan B? Si a alguien perjudicaba que un fiscal se muriera en la víspera, antes de explicar a la oposición legislativa su denuncia contra la presidente, ese alguien era Cristina Kirchner. Más, si a alguien perjudicaba un fiscal de la Nación presentando pruebas del  encubrimiento (hasta ahora supuesto) por parte del gobierno de los asesinos del mayor atentado terrorista perpetrado en la Argentina esa, también, es Cristina Kirchner. La conmoción mundial por lo sucedido a Alberto Nisman no se debe a su condición de fiscal, sino a la sospecha de que haya sido la presidente de la Nación la responsable de su muerte. Para colmo, lejos de disipar dudas, Cristina las alimentó publicando dos cartas lamentables desde todo punto de vista. En la primera se juega por el suicidio del fiscal y sugiere que la denuncia es una maniobra orquestada por el Grupo Clarín. En la segunda, apuesta por el homicidio de Nisman, quien  fue engañado para hacer la denuncia y luego asesinado en el momento oportuno para, así, cargarle la muerte al gobierno. ¡Ella es la verdadera víctima!


Como no podía ser de otra manera, la claque de gobernadores y funcionarios salió  presurosa  a sostener  esta última carta-Facebook de la presidente. Así lo hicieron en ese acto entre obsceno y pusilánime en el que denunciaron a los medios de prensa, a los servicios de inteligencia, a los jueces y fiscales “opositores” (no así a los “oficialistas”) que atacan a Cristina con el objeto de destituirla porque no toleran todo el bien que ella le hizo al país. Allí estaban en primera fila los gobernadores Fellner, Urribarri, Urtubey y, atrás de un florero, Scioli; por supuesto, los abonados de  La Cámpora; también, Landau, Rossi, Recalde, Fernández y otras gemas del collar K.


Kamikazes


¿Es que, de repente, descubrieron su vocación de kamikazes políticos? Se preguntará uno. Para nada. Sucede, más bien, que sus destinos están atados al de Cristina como a la primera pieza lo están las otras en un efecto “dominó”. La verdadera amenaza viene ahora del  Poder  Judicial. De los fiscales y jueces que se potencian ante la opinión pública frente a Cristina porque han entregado un mártir. Gils Carbó también está en la mira y del mismo modo  los fiscales, para cubrir la retirada.  Nadie cree en una maniobra destituyente a ocho meses de dejar un poder que se cae a pedazos. Si bien el vasallaje K percibe que “algo huele a podrido en la Argentina”, ella no. Se comporta como una emperadora con poder vitalicio mientras Jorge Lanata, como una telenovela, revela por capítulos las grabaciones de la SIDE que le dejó Nisman. Todos los días tendremos el espectáculo gratuito donde parientes, amigos, funcionarios, jueces, empresarios, piqueteros y periodistas afines al kirchnerismo son mostrados en el trasfondo donde se cocina la política. Son 960 horas de grabaciones telefónicas en manos de uno de los más grandes maestros del periodismo show.

Retirada en ojotas


La madre de las batallas para el kirchnerismo es por retener, no ya todo, sino algo del  Poder  Judicial. Gils Carbó intentó un ataque a fondo tratando de imponer sus fiscales. Le fue mal, aunque no tanto, en el primer escarceo.  Más, parece que los fiscales de Gils Carbó -acostumbrados a los políticos opositores locales- nunca previeron el efecto demoledor de aquel que se juega la vida. Grave error. Alberto Nisman fue un optimista que creyó que frente nuestra decadencia moral otra Argentina  era posible. Y, aunque una golondrina no hace verano, consuela el alma mirar el cielo y ver volar, entre tanto carancho, una que otra.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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