IN MEMORIAN, cuatrocientos
diecisiete Presos
Políticos que han muerto en cautiverio en total
abandono en los penales federales. Setenta y seis
de los cuales han muerto a partir del 10/12/2015
Políticos que han muerto en cautiverio en total
abandono en los penales federales. Setenta y seis
de los cuales han muerto a partir del 10/12/2015
Los alcahuetes, los “colaboradores” que hoy se siguen llenando
la boca pidiendo “justicia” para
ocultar cobardías pasadas, los que entregaron a sus “cumpas” para salvar su pellejo y se conchabaron como diputados o
se disfrazan con uniformes verde oliva para salir en televisión, los que se
fueron al sur porque les quedaba grande para su pavura tomar un fusil, los que
nunca hicieron un habeas corpus por un “desparecido”,
los que recién desde el 2003 se acuerdan de las madres de un lado, los que
medran desde la justicia y desde la política con el negocio que a partir del
dolor y de la estupidez armaron algunos avivados, los que se les ensucian los
calzoncillos cuando una bruja con un pañuelo en la cabeza los mira torva, las
pretendidas abuelas devenidas en cazadoras de "recompensas" que no dicen que la mayoría de los “nietos” encontrados estaban en manos de
gente del “palo”, los que siguen
mirando al costado olvidándose que, treinta años antes, pedían que a los
subversivos les cortaran la cabeza públicamente en la Plaza de Mayo pueden
estar contentos, hoy, en una Argentina que nos mintieron que cambiaría, la “lesa humanidad” sigue vigente.
En los penales
federales donde la “justicia”
argentina amontona a aquellos que en su momento nos salvaron de ser Cuba -¿quién
nos salvará en los próximos años de ser Venezuela?- ya han muerto cuatrocientos diecisiete presos políticos. Han muerto en
su mayoría privados de asistencia médica, de ayuda espiritual, de contención
familiar. Han muerto como cualquier prisionero de un KZ nazi o del Gulag
soviético. Pero en estos campos de concentración vernáculos los verdugos no son los pobres tipos del SPF[1]
sino los resentidos y miedosos “vengadores”
que hoy, disfrazados de jueces y fiscales, sacan chapa de “derechos y humanos” e imponen, con el arbitrio de un señor de
horca y cuchillo, quien es atendido o no a nivel sanitario, se toman siete
meses para autorizar intervenciones quirúrgicas oncológicas o semanas para que
un preso acceda a un tubo de oxígeno.
La “lesa humanidad” –guión espurio que ha
servido para cualquier cosa, pero en especial para montar circos judiciales con
payasos togados impartiendo “justicia”,
con profesionales del apriete, con escribas mercenarios, multitud de testigos
falsos entrenados y los obsecuentes que esperan medrar a partir de un grito o
una fotografía– está de parabienes. Sus negocios colaterales siguen viento en
popa y cada día son más los que han conseguido alguna canonjía prestándose a la
persecución de ancianos.
No vale la pena
preocuparse, está fuerte y saludable en la República y para sorpresa de
imbéciles, cambistas, conformistas u olvidadizos la sigue aplicando el Estado
Nacional.
Jose
Luis Milia
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