parece saber todo de la vida,
parece pero no es lo que parece,
es una gata herida”
parece pero no es lo que parece,
es una gata herida”
Cacho Castaña
Pocas veces un funcionario argentino debe haber
contribuido tanto a enaltecer el escenario del burlesque universal como los
dichos de nuestra inefable y jocosa Presidente
durante su visita de Estado al país africano; con seguridad, y dada la
visibilidad que impone su cargo, superó por amplio margen la imagen de nuestro eximio Canciller en Ezeiza, con tenazas en la mano, abriendo
containers oficiales de los Estados Unidos, llegados al país en el marco de un
acuerdo para entrenar a las policías criollas.
Después de acariciar ubres campeonas, de danzar
alegremente con bailarinas locales (¡gracias a Dios, terminó el luto por “Él”!),
de regalar toda clase de merchandising agraviante y de no obtener ningún
acuerdo comercial entre ambos países, el exaltado discurso de doña Cristina resultó absolutamente
desopilante, mucho más que la pétrea cara de Twitterman ante las filosas preguntas de Jorge Lanata acerca de la bifronte política nacional frente a los
derechos humanos.
Más allá del hilarante viaje de esta verdadera “Armada
Brancaleone” a Angola, en el cual Patotín
se dio el lujo de reemplazar nada menos que a Vittorio Gassman (si usted es tan joven como para haberse perdido
esa inolvidable película, búsquela ya mismo), la Argentina continuó esa semana
su lento pero ahora acelerado descenso hacia el infierno.
El record absoluto en orden al ridículo, con
injustificada poca trascendencia, fue el informe trimestral que las empresas
que cotizan en la bolsa de Nueva York deben presentar a la misma y que, en el caso
de YPF, esta vez fue firmado nada menos que por don De Vido, interventor de la petrolera. En ese documento, el señor Ministro, cómplice de don Néstor (q,.e.p.d.) y de doña Cristina en la ruinosa política
energética argentina, explicó al organismo norteamericano que la compañía tuvo
enormes complicaciones en razón ¡del congelamiento tarifario y la quita de las
concesiones por parte de los gobiernos
provinciales! Brufau, Presidente de la empresa confiscada, debe estar frotándose las manos ante la
inesperada confesión, y tratando de contratar a don Julio de Vido como abogado.
En las más que transitorias y noveles manos ejecutivas de
doña Beatriz Rojkés de Alperovich
(Guita-rrita estaba en Suiza), nuestro país recibió una noticia que lo golpeó
en donde más le duele: la falta de dólares. La cancelación, por parte de
Repsol, de los embarques de gas licuado, fuerzan a Enarsa, nuestra petrolera
fantasma e importadora, a salir a buscar su reemplazo en los mercados
mundiales, que no están dispuestos a aceptar pesos ni promesas para desembarcar
el fluido en Bahía Blanca o Escobar y que, cada día, cotizan más caro el
producto.
Por otra parte, el miedo oficial que impulsó a Patotín a ordenar a don Echegaray vigilar la city con innumerables agentes de la Afip,
humanos y caninos, y de la Policía Federal, no hizo más que contribuir,
obviamente, a la disparada del dólar blue, haciéndolo superar con holgura la
brecha mágica y amenazadora del 25% con el “oficial”.
A la supina ignorancia de don Moreno en materia económica, por cierto compartida por la señora Presidente, se suma el
dogmatismo marxista del novel Kiciloff,
ahora desautorizado por su jefa natural en su propuesta de desdoblamiento del
mercado cambiario. Todos, alegremente, continúan pisoteando el termómetro para
curar al paciente.
Señora y señores: ¡las
enfermedades son la inflación, la corrupción y la inseguridad jurídica!
Mientras no comprendan algo tan elemental nadie, sea nacional o extranjero,
invertirá un peso (o un dólar) en la economía argentina. Y si nadie invierte,
el único que continuará generando empleo es el sector público, incrementando la
necesidad de financiamiento “trucho”,
que realimenta la inflación. Hasta que estos irresponsables no entiendan esta
norma básica, el perro seguirá mordiéndose la cola y deberán tomar por asalto
más cajas para hacerse del dinero que necesitan; si, en el camino, hay que desterrar
principios como la propiedad privada, siempre podrán recurrir a la invención de
nuevos enemigos para justificarlo.
Mientras tanto, el oficialismo sigue jugando con un fuego
muy peligroso. El apriete financiero dispuesto sobre el Motonauta, para impedir que su imagen –que ya supera en diez puntos
a la de doña Cristina- continúe
siendo invulnerable, parece olvidar que la Provincia de Buenos Aires es
gobernada desde La Plata, pero sus zonas más calientes están en el Conurbano sur y oeste, lo que implica decir a
escasas cuadras de la Casa Rosada; incendiarla, entonces, no parece ser un buen
plan, porque también la señora
Presidente se verá envuelta en llamas. Salvo, claro está, que cuente con la
Gendarmería para evitarlo.
Lo que está sucediendo en la Argentina, además de una
calamidad es una pena. Con un poco de sensatez y de sentido común, y también de
honestidad, nuestra situación mejoraría rápidamente. Sigo creyendo que la
solución pasa alrededor de las sesenta propuestas que incorporé a la nota “La Argentina que quiero”, que puede
leer en mi blog y que ha sido reproducida en muchos medios electrónicos merced
a la generosidad de sus propietarios.
Se trata de brindar a los inversores previsibilidad y
respeto a reglas y contratos, de mejorar la educación y la salud, de ofrecer
seguridad ciudadana, de terminar con las prebendas oficiales y con la
corrupción endémica.
Porque es real que el escenario macroeconómico es
sideralmente mejor que aquél en el cual, en 2001, se desató la explosión. Sólo
la torpeza y la impericia de quienes nos gobiernan, intentando combatir los
síntomas y utilizando equivocados tratamientos, pueden convertir en falsa esa
afirmación, y la obcecación en mantener insostenibles subsidios, en un cuadro
de déficit energético de esta magnitud, agravará el problema.
El panorama externo, con el real devaluándose, con el
euro debilitándose frente al dólar, con frentes de conflicto abiertos con casi
todas las economías del globo, con generalizada desconfianza respecto a nuestro
país y sus políticas, en muchos casos debidas a nefastos comportamientos
argentinos, aporta complicaciones graves que tampoco serán manejadas
racionalmente, ya que primarán el discurso y el relato sobre la realidad.
Hace unos días, Wen
Jiabao, Primer Ministro de China,
visitó a su colega Dilma Rousseff;
en esa oportunidad, dejó para la posteridad, confidencialmente, diez
sugerencias para mejorar Brasil. Pese al secreto impuesto al tema, tales
consejos trascendieron, llegaron a mis manos y, si tiene interés, se los
enviaré por mail, ya traducidos al español.
Si bien la misma China puede ser denostada por varios
flancos complicados que presenta su realidad, resulta curioso descubrir que las
recomendaciones podrían ser de perfecta aplicación para nuestro país, que sufre
lacras muy parecidas a las brasileñas. Tal vez, si hiciéramos caso a Jiabao, los chinos dejarían de ser
meros cuentos repetidos para transformarse en una posibilidad seria y concreta
de impulsar nuestro verdadero desarrollo.
Esta noche, seguramente, Jorge Lanata nos traerá, en televisión, otras jocosas anécdotas de nuestra gata de Angola y de esa curiosa Armada que la acompañó en su
viaje. Cambiar a todo el mundo civilizado por un país tan especial como para
sostener a un despótico tirano en el poder por treinta años no parece, tampoco,
ser una buena receta de cara al futuro.
Bs.As., 20 May 12
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. +54 (11) 4807 4401/02
Fax +54 (11) 4801 6819
Cel. en Argentina +54 (911) 4473 4003
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