“Soberbio, implacable
con los que no lo servían incondicionalmente,
sordo a las sugestiones que no fueran las que quería escuchar,
encerrado en un grupo de íntimos, no todos desestimables
pero todos comprometidos en una actitud
de repugnante adulación”. [1]
¿La reforma política que
prometiera llevar adelante Kirchner
y profundizar su esposa, que ambos incumplieron?; ¿que las políticas
llevadas a cabo por la “pareja”
destruyeran sistemáticamente las autonomías provinciales consagradas en nuestra
Constitución?. ¿Tal vez el renacimiento del fallido Pacto Social del Bicentenario que alumbró en el 2008 tras su
llegada al Gobierno pero que el conflicto con el campo sepultó?; ¿la pérdida de
prestigio internacional de nuestro país?; ¿o que los sistemas educativos, de
seguridad y de salud, sigan enfrentando debilidades estructurales
significativas que se traducen en más desigualdades?; ¿que el estado de
bienestar general se venga resquebrajando mes a mes?; ¿qué los niveles de salud
psicofísica sigan siendo deficitarios para el 52% de la población?; ¿qué el
acceso a la salud del estrato socioeconómico más bajo presente un déficit que
involucra al 58% de la población o que el 12% de la población carezca de
cobertura educativa?; ¿qué gracias a la mal llamada ley de Solidaridad Previsional que eliminó la “movilidad” en las jubilaciones, el 63% de los jubilados cobren “la mínima” que obviamente, al dejarlos
al límite entre la pobreza e indigencia
no les permite satisfacer mínimamente sus necesidades básicas
alimentarias, ni atender dignamente su salud, más allá de cuánto hayan aportado
o le hayan esquilmado a sus haberes con pagos no remunerativos?
¿Festejaremos que nuestro país figure al tope de los rankings de consumo de cocaína y de adictos más jóvenes en Sudamérica? (Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes –JIFE- ); que solo se riegue el 5% de los
más de 30 millones de hectáreas cultivables del país o la permanente
manipulación de datos de la actividad económica y con ellos a la opinión
pública?
¿Deberemos agradecerles la
permanente descarga de rencores y odios de los K contra todo lo que se oponga a
sus inclinaciones o simpatías ideológica, (actitud típica en aquellos que se
sintieron o fueron abandonados, despreciados, rechazados, maltratados,
sojuzgados y/o humillados a través de la violencia social), o la permanente
manipulación de la memoria; o la falta de un razonamiento autocrítico (aunque
siempre la Presidenta se declara dispuesta a ejercerlo)?
¿Festejaremos el “apriete” a los jueces por medio de la “democratización de la Justicia” o de
investigaciones selectivas con claro sesgo político contra cualquier magistrado
que haga lugar a temas en causas vinculadas a violaciones de derechos humanos o
a las “retenciones móviles”;
deberemos alegrarnos qué cada año 68.374 niños de entre 6 a 11 años abandonen
la escuela o qué sobre 57 países estemos en el lugar 53 en lectura, según la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económico y para no desentonar también figuremos en los últimos
lugares en matemáticas y ciencia?.
¿Debemos aplaudirles la
inconfundible esencia centralista de la política K que produjo que en un país
potencialmente rico, mucha gente deba dormir en las entradas de edificios o en
galerías del centro de Buenos Aires, o que familias completas anden hurgando
por la noche los tachos de basura de los restaurantes para proveerse del
alimento diario; qué el 86% de la población argentina viva en la ciudad?
¿Deberemos agradecerles que el
28% de los suelos estén sujetos a procesos de erosión y que 22 millones de
hectáreas cultivables (casi el 10%) directamente estén degradadas?.
¿Debe complacernos que de la
superficie boscosa original se hayan deforestado ya casi dos tercios de la
misma, o que en sintonía con la caída de la actividad industrial también haya
caído la utilización de la capacidad instalada?.
Seguramente el solo recuerdo de
la promulgación durante la gestión de CFK
de las Leyes de Movilidad Jubilatoria,
la del Blanqueo de Capitales, la que
permitió la nacionalización de
Aerolíneas Argentinas (para que todos los abuelos puedan viajar por el
mundo) y la estatización de los Fondos
Jubilatorios, producirá una hemorragia de placer en todos los argentinos.
Dicha algarabía popular será demostrada dentro de unas horas en los
movilizaciones programadas para el día #18A.
Si analizan en forma aislada
todos estos datos pueden darles un panorama engañoso de la situación; pero
vistos en conjunto, muestran en forma inequívoca que la situación psicosocial
se va agravando día a día, realidad esta que puede entrañar graves peligros
para la vida en libertad de los argentinos porque el gobierno K sigue
implementando políticas que generan alta conflictividad, elevada incertidumbre
y desconfianza creciente.
Mis amigos, estamos conviviendo
en un país vacilante que se hunde cada vez más en una cienaga de nuestra propia
creación y elección.
NUESTRO FUTURO PENDE DE UN HILO.
... “Solo tendremos autoridades respetables y pueblos
respetuosos,
cuando hayamos conseguido encarnar en nuestras masas
y en todas las clases sociales,
que el voto electoral no es solo el más grande de nuestros derechos,
sino el más sagrado de nuestros deberes;
que es el voto lo único que levanta y dignifica al ciudadano...”[2]
En azul y blanco,
HUGO CESAR RENES
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