POR CEFERINO REATO[1]
La Justicia está convencida de que Montoneros mató al sindicalista
José Ignacio Rucci hace exactamente 40 años en el marco de un conflicto de
poder con el general Juan Domingo Perón
y ahora investiga si el comando guerrillero contó con el apoyo de funcionarios
del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Esa afirmación se desprende de
las preguntas realizadas por el juez
federal Ariel Lijo a los tres testigos citados en las últimas semanas;
todos ellos confirmaron la autoría de Montoneros
y aseguraron que esa organización político militar tenía una fuerte presencia en el gabinete del gobernador bonaerense,
Oscar Bidegain.
gobernador bonaerense, Oscar Bidegain |
Es un dato muy relevante porque, de acuerdo con la posición
del kirchnerismo sobre la violencia
política en los setenta, que es respaldada por la Justicia, los delitos de las guerrillas ya no pueden ser
investigados porque no fueron “ilícitos
cometidos por el Estado o por organizaciones vinculadas a él”. No son
delitos de lesa humanidad y han prescripto por el paso del tiempo.
diputada kirchnerista Gloria Bidegain |
El pedido de los
hijos de Rucci al juez para que cite a la diputada kirchnerista Gloria Bidegain machaca en ese sentido. Es la
hija del ex gobernador, de quien fue, además, secretaria privada; fue una pieza
clave en la relación entre su padre y Montoneros, según la documentada tesis
doctoral del politólogo Damián Antúnez
Harboure: La Tendencia Revolucionaria del peronismo en los gobiernos
provinciales.
Antúnez Harboure
concluye que medio centenar de dirigentes de Montoneros ocupaba cargos en el gobierno bonaerense cuando Rucci fue muerto. Sin embargo, como
explico en mi libro Operación Traviata, el “interlocutor
directo u oficial” entre Bidegain
y Montoneros no era ninguno de esos
funcionarios sino el jefe de esa
organización en Buenos Aires: Norberto Habegger, un periodista que con el
seudónimo de Ernesto Gómez funcionaba como un asesor
informal del gobernador. ¿Por qué tanta cautela? Montoneros tenía un pie en la legalidad y el otro en la
clandestinidad: pensaba que la democracia era apenas una etapa para llegar al socialismo
y que la “toma del poder” requeriría
de un enfrentamiento militar con las Fuerzas
Armadas para el que debían prepararse.
Según una fuente que insisto en mantener en reserva, Habegger fue quien le pidió a un
funcionario de Bidegain el
departamento que alquilaba cerca de la vivienda de Rucci, que fue utilizado como una suerte de cuartel general por el
comando que lo mató; además, este
funcionario llevó y sacó armas de ese inmueble en coches oficiales.
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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