Posted: 05 Nov 2014
05:19 PM PST
Hay un ébola jurídico de la subversión
contra los militares latinoamericanos
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Luis
Giampietri es almirante retirado, ex vicepresidente del Perú con Alan García y
ex miembro del legislativo de su país. Ahora, con más de cuarenta años de
carrera habiendo sido buzo de gran profundidad y nadador de combate, dedica a
su tiempo a otras “batallas”, como proteger a los militares perseguidos en el
Perú por aquellos que habiendo perdido la batalla militar intentan conseguir la
victoria por fines políticos. Aparte de estos quehaceres y otros en los que ocupa su tiempo, hay que
reseñar que ha sido comandante de dos buques de guerra, agregado naval en Gran
Bretaña y comandante de campo de la Fuerza de Operaciones Especiales en la
lucha contra contra terroristas y traficantes de drogas. Y también es una
víctima del terrorismo: sufrió 126 días de cautiverio, en el año 1996-97, en la
residencia del embajador de Japón tomada por un comando terrorista del MRTA.
Por Ricardo Angoso
Noviembre 5 de 2014
Ricardo
Angoso: ¿Cómo esta Perú, hacia donde marcha?
Luis Giampietri:
Ollanta Humala se ha encaminado por mal camino y se ha rodeado de un grupo de
colaboradores que tampoco le ayudan mucho. Peor no puede estar rodeado para
ejercer el gobierno. Luego su familia está compuesta por gente resentida,
hablando en términos sociales, y se educó en un ambiente muy negativo. Pero, el
problema radica en que como no obtuvieron los resultados que esperaban en las
urnas, tuvieron que cambiar lo que inicialmente habían plasmado en su programa
electoral. Al principio, Humala no entendía lo que está pasando y no definió
desde el principio qué hacer con la minería del Perú, que es un asunto capital
y nuestra primera industria nacional. Tampoco se definieron los objetivos para
nuestra agricultura, pero la minería es muy importante para nuestro nación y me
atrevería a decir que somos el primer país en reservas minerales del mundo. Y
apenas las hemos explotado, o hemos sido capaces de explotar apenas el 5 o 6%
de nuestros recursos mineros. Humala en su campaña electoral llegó a decir
“agua, sí; oro, no” y lo dijo en las regiones mineras, ese mensaje está
grabado.
Y ese discurso
significaba una indefinición sobre un asunto prioritario. Dejó que las cosas se
pudrieran y este política tenido un efecto dominó, sobre todo en lo que se
refiere en las inversiones en el país. El Perú cuando lo dejó el anterior
presidente, Alan García, tenía más de 50.000 millones de dólares en cartera.
Humala, por el contrario, a pesar de ser un militar, no utiliza los
instrumentos que la Constitución le da para revertir las cosas y poner orden en
la casa. Hay bloqueos de carreteras, situaciones de desorden, y nadie hace
nada. Hay también minas tomadas por demandas salariales y eso ante el público
inversor, sea nacional o foráneo, es una mala señal, ahuyenta las inversiones.
El país se ha
estancado, no llegan las inversiones extranjeras a Perú. Pero, lo que es peor,
Humala no tiene ideas para salir adelante, para sacar al país del difícil
momento en que se encuentra y se están creando problemas serios, que ya se
notan en el crecimiento: seguramente este año cerraremos con un 3% anual,
cuando veníamos en el periodo anterior de García creciendo entre el 6 y el 7%.
Habíamos, en ese periodo que le digo, reducido la pobreza máxima al 25% y
sacamos a muchos peruanos de la pobreza, ya que teníamos la mitad de la
población en ese estado de postración. Habíamos logrado hacer una sería
reformas importantes. Y, además, conseguimos crear una clase media que no
existía en el Perú y ahora ya alcanza al 60% de la población. Esta dinámica se
ha parado en seco y mucha gente vuelve a vivir situaciones sociales críticas,
otra vez vuelven muchos peruanos a vivir en la pobreza. El país está, hablando
claramente, en un franco retroceso.
Vicealmirante y expresidente Luis Giampietri,
con el General Ruiz Barrera
con el General Ruiz Barrera
R.A.: Es decir, ¿el balance que hace de Ollanta Humala es negativo, mientras que el de Alan García es positivo?
L.G.: Fue una buena
presidencia la de Alan García y lo dice alguien que no es del Apra. Yo nunca he
sido arpista, a mí me invitó García a entrar en su equipo como vicepresidente y
así lo hice porque consideraba que tenía que hacerlo, pensaba que yo tenía un
caudal de simpatía y apoyo que aportaba votos y ayuda a su proyecto. Así fue,
me integre en ese proyecto y conseguí ayudarle para que saliera elegido.
Tuvimos una buena relación y supimos hacer las cosas. Le ayudaba en lo que
podía y encontré respeto por su parte. En lo que he fracasado, es en que no
conseguí revertir el rencor y el odio de algunos sectores, incluso entre los
apristas, hacia las Fuerzas Armadas. Están hablando en la Comisión de la Verdad
y Reconciliación de problemas de hace veinte años, pero ese rencor y odio hacia
las Fuerzas Armadas tiene más de ochenta años de historia. Entonces, creo que
hay que solucionar ese asunto, superar esos odios para dar soluciones a otros
problemas. Un sector de la sociedad peruana todavía tiene que reconciliarse con
sus Fuerzas Armadas.
R.A.:
¿Cómo ve a este respecto lo que está sucediendo en el continente con respecto a
los militares?
L.G.: He comprobado
que lo que está sucediendo con los militares en el continente no es un hecho
aislado, sino una estrategia que afecta a todos los países, es un mal endémico,
una suerte de Ébola jurídico que ha contagiado a todos los Estados que nos
vimos envueltos en un momento de nuestra historia en la lucha contra la
subversión. Perú ha tenido una historia republicana en que se han sucedido
muchos golpes de Estado, presidentes militares e intervenciones de las Fuerzas
Armadas, y estos hechos han llevado a una desconfianza casi natural entre lo
civil y lo militar, que ha durado hasta épocas muy recientes.
Afortunadamente, para
nosotros, para los militares peruanos, el ataque no ha venido desde el Estado,
sino desde algunas organizaciones no gubernamentales que han visto que el
ataque a los militares hay un gran negocio. Cobran por procesarnos y llevamos
ante los tribunales, aparte de que dilatan los procesos. Por ejemplo, en mi
caso, llevo 29 años con un juicio abierto y nada que se resuelve. Ni siquiera
he entrado en la fase oral y no hay ningún abogado que pueda aguantar tanto
tiempo cobrando su sueldo si no hay organización detrás interesada de que esos
procesos continúen. Ni podría tampoco manejar los tiempos de las acusaciones
que se están levantando contra los comandos que liberaron la Embajada del Japón
de las garras del terrorismo hace diecisiete años. Hombres de la marina y el
ejército que arriesgando sus vidas salvaron a los rehenes que estaban en manos
de los terroristas y que creo realizaron una de las incursiones, de las
operaciones especiales, mejores en la historia en el rescate de rehenes tomados
por grupos terroristas. Los 140 que participaron en esas operaciones están hoy
procesados y han pasado por todas las instancias judiciales. Hemos presentado
pruebas, informes de peritos, en donde se demuestran que no hubo asesinatos
extrajudiciales en la toma de la Embajada. Hemos agotado todas las instancias
judiciales y finalmente nos encontramos ante esa corte de Costa Rica que se
llama Corte Interamericana de Derechos Humanos para ver si se resuelve de una
vez este injusto entuerto.
“Lo que sucede con los militares en el continente es endémico”: Luis Giampietri (Foto Periodismo Sin Fronteras)
R.A.:
Hablemos de Perú, ¿y cuántos militares están procesados y en qué situación
están?
L.G.: Hay más de
2.000 oficiales de las Fuerzas Armadas de Perú enjuiciados por supuestos
delitos, algunos de lesa humanidad incluso… Aunque hemos presentado un recurso
de amparo ante el Tribunal Constitucional de nuestro país en el cual hemos
logrado que esta instancia judicial declare que no son delitos de lesa
humanidad y que es inaplicable esta acusación porque nosotros tomamos
conocimiento del Estatuto de Roma en el año 2013, en que comenzó a ser aplicado
en nuestro país y no antes. No podría ser retroactiva esa norma a ninguna de
las acusaciones que datan de los años 80. Sin embargo, los jueces no asumen
muchas veces esos argumentos y siguen con los procesos, que se dilatan durante
años, como es mi caso. Pero estamos en una situación que es un limbo porque no
sabemos cómo van a responder las más altas instancias judiciales, en el sentido
de decidir si somos culpables o inocentes.
Esto ha llevado, en
algunos casos, a una polarización de una parte de la población y a que determinados medios de comunicación
se muestren sumamente agresivos contra los militares. El más agresivo de estos
medios es el diario La República. Pero, en general, la batalla contra los medios
ha sido muy áspera, ya que se han mostrado muy duros, creo que injustamente,
contra los militares. Pero así son las reglas de juego.
El terrorista Abimael Guzmán controla desde la cárcel los procesos contra los militares
El Estado peruano ha
permitido que, en connivencia con el líder máximo de Sendero Luminoso, Abimael
Guzmán, se creara una Comisión de la Verdad en Perú, que es el centro desde
donde se han organizado y preparado todas las acusaciones contra los militares
de mi país. En esta reunión donde se preparó esa estrategia, y lo que estoy
diciendo está grabado por los servicios de inteligencia, Abimael Guzmán le
propone a un representante del ministerio de Justicia peruano once nombres, de
connotados y reconocidos izquierdistas, para que figurarán en esa comisión. Y
esa verdad, que supuestamente nacía de ese foro, fue la que el país acabó
asumiendo como tal. Se inflaron las cifras de los caídos en la guerra
subversiva. Hablaban hasta de 70.000 caídos y se manipularon las cifras reales
a través de fórmulas estadísticas fantásticas que tienen márgenes de error que
van del 20 al 30%.
Yo ya he encarado estas acusaciones en el Congreso de
la República en su momento y demostré de una forma científica su falsedad. Esta
es una muestra de la poca seriedad de los trabajos que llevó a cabo esta
comisión tan tendenciosa y contraria a nuestros intereses. Pero ahí no terminó
el problema, sino que esa idea de la comisión se exportó a otros países,
incluyendo a Colombia, con los mismos resultados funestos que en Perú. Y es que
los problemas que tenemos en nuestro país son muy parecidos a los de otros
militares del continente, como Colombia.
R.A.:
¿Está hablando de una suerte de conspiración continental contra los militares?
L.G.: Claro, creo que
estos sucesos que están sucediendo no son una casualidad, sino que esta es una
agresión que va más allá de lo que nosotros pensamos y que podría ser la guerra
subversiva por otros caminos. La subversión se entiende como aquella guerra que
pretende trastocar o cambiar el orden establecido. Nosotros, creo yo, y hablo
de los militares, comprometidos con la obediencia y la disciplina, entendimos
que el problema era de ámbito militar, que fue el análisis que se hizo en todos
los estados mayores militares del continente. ¡Y no era así!
La guerra subversiva
no era necesariamente una guerra militar, sino que tenía una naturaleza
política. Esa guerra tenía una naturaleza más política y social que militar y
ese aspecto no lo entendimos en su momento, no supimos verlo ni tratarlo como
se debía. Como no éramos del todo beligerantes en esa guerra, se nos silenció y
no se nos permitió deliberar en igualdad de condiciones. Creo que no supimos
analizar en su momento la naturaleza de estas amenazas y dar una respuesta
desde los estados mayores de nuestros países a estos desafíos. Y hemos
permitido que un grupo de enemigos de nuestros ejércitos, que militan en la
izquierda, se hayan encontrado y hecho un gran negocio con estos procesos a
nuestros hombres. En Perú, hasta el año 2013, por los datos que yo tengo, el
Estado solo tiene el control y fiscaliza al 8% de las ONG del país, y eso
significa que una buena parte del lavado de dinero de Perú se está haciendo a
través de estas estructuras. No hay una tutela del Estado sobre esas
organizaciones, actúan con absoluta libertad y sin control.
General Carlos Bergamino
R.A.:
¿Se arrepiente, entonces, de haber luchado contra la subversión?
L.G.: Con respecto a
nuestros soldados, muchos se arrepienten de haber dado la batalla en la guerra
subversiva y se muestran abatidos. Muchos militares me dicen: si a ti, siendo
almirante y vicepresidente de la República, te han hecho lo que te han hecho,
¿qué no nos irán a hacer a nosotros? El objetivo final de este tipo de acciones
de ataque es que bajemos la moral y eso se va consiguiendo, van quebrando la
moral de nuestros soldados y oficiales.
Y también permitir
que la población, en su conjunto, se olvide del tema. Hoy en el Perú, con la
globalización y la distracción que han traído las nuevas tecnologías, la gente
se olvida de los valores y principios que inspiraron a nuestras sociedades. Se
pierden los valores familiares, la comunicación en las familias. Y eso es lo
que está pasando ahora, los espacios vacíos dejados por los valores son
ocupados por otros de distinto signo y la gente no sabe lo que está pasando, ni
lo que pasó, que también es grave. Se olvida la historia, cuando no se
tergiversa; se está dando una batalla ideológica que estamos perdiendo.
Luego está la
indefensión, ya que es muy difícil encontrar abogados que defiendan a los
militares y lo que es peor: encontrar quien los pueda pagar. Hay 150 oficiales
en las cárceles peruanas y no es un fenómeno del pasado, sino que está
ocurriendo ahora. La pasada semana fue condenado el general Carlos Bergamino, ex Ministro de Defensa de
Fujimori, y le han metido veinte años de condena. No hay ningún terrorista en
el Perú, algunos con crímenes execrables, con cadena perpetua, ¡pero si hay
oficiales condenados a esa pena! Por eso, ya digo, este es un mal endémico que
tenemos que afrontar en toda su amplitud y creo que debemos de darle una
respuesta continental.
@ricardoangoso
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