Por Alejandro Poli
Gonzalvo
Como concepto
teórico, la lucha cultural fue reivindicada por Jorge Abelardo Ramos como
praxis indispensable para completar la lucha política y social del peronismo.
En línea con esa épica de barricada, los intelectuales kirchneristas son
funcionales a la construcción de un relato histórico que justifique el autoritarismo
populista y anti-republicano que estamos viviendo. Y para ello, no dudan en
deformar groseramente el pasado y ensañarse con figuras de nuestra historia que
son el símbolo de una Argentina que supo ser republicana, progresista,
educadora, con movilidad social y estar entre las primeras naciones del mundo.
Julio Argentino Roca es uno de los blancos predilectos del setentismo.
Desde su designación
como Ministro de Guerra en 1877 hasta la pérdida de su poder político a manos
del presidente Figueroa Alcorta en 1908, abarcando sus dos períodos
presidenciales, 1880-1886 y 1898-1904, Roca fue el líder de la Generación del
80 y el gran constructor de la Argentina moderna. Su obra es inmensa y apenas
podremos citar algunos de sus logros más trascendentes.
Al asumir como
Ministro de Guerra, no estaban ocupados 800.000 de km2 de territorios (la
superficie de las provincias de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa
Cruz, Tierra del Fuego y una franja del oeste de Buenos Aires, el sur de
Córdoba, el sur de San Luis y el sur de Mendoza). Roca impulsó y logró la
ocupación de ese vasto y riquísimo territorio en 1879.
El territorio del
Neuquén estaba seriamente comprometido. Las tribus araucanas vendían el ganado
arreado en los malones a comerciantes chilenos, cuya proximidad a la zona les
daba una indudable ventaja geopolítica. En 1856, el Dr. Francisco Fonck,
botánico alemán, por encargo del gobierno chileno explora el lago Nahuel Huapi
y las regiones aledañas. Fonck llegó al lago Nahuel Huapi veinte años antes que
Francisco P. Moreno. Para mayor abundancia, en 1862 el presidente chileno
Manuel Montt brindó todo a su apoyo a su compatriota Guillermo E. Cox para
explorar los pasos cordilleranos pero su intención era reunir antecedentes
sobre territorios que no estaban regulados por tratados de límites. En el
extremo sur, Chile había tomado posesión del estrecho de Magallanes en 1843
fundando el fuerte Bulnes y en 1873 se estableció en el río Gallegos al
instalar una colonia próxima a Killik Aike, que fue abandonada a los dos años
debido a los reclamos diplomáticos de nuestro país. A pesar de ello, la
gobernación chilena de Magallanes fijó su jurisdicción hasta el río Santa Cruz.
En 1876, la cañonera chilena Magallanes apresó la nave francesa Jeanne Amelie
en la boca del río Santa Cruz ejerciendo una provocadora demostración de
soberanía; la tensión se agudizó en setiembre de 1878 con la captura en la
misma zona de la nave norteamericana Devonshire que contaba con un permiso del
gobierno argentino para extraer guano. El presidente Avellaneda dispuso el
envío de una escuadra improvisada, mientras que Chile hacía lo propio con su
flota, muy superior en poderío. La guerra parecía inevitable. Sin embargo, la
situación internacional ayudó a la posición argentina: a principios de 1879
estalló la guerra del Pacífico que enfrentó a los trasandinos con Bolivia y
Perú. Chile se apresuró a buscar la neutralidad argentina. Ese mismo año se
produce el oportuno avance de Roca en el desierto. Según los autores chilenos,
la consecuencia de los sucesos de 1879 fue la pérdida de la Patagonia merced al
tratado de 1881, suscripto bajo el hecho consumado de la ocupación efectiva de
la Patagonia por tropas argentinas, mientras en el norte continuaba la guerra
del Pacífico. Conviene recordar estos antecedentes cuando se critica a Roca por
la conquista del Desierto. Si la Patagonia no hubiera sido conquistada por
soldados argentinos, hubiera sido ocupada por militares chilenos.
En 1884, se sancionó
la ley 1.420 de “de educación común”, pieza angular del colosal esfuerzo
dedicado a la educación, que sería universal, mixta, gratuita, obligatoria y
laica, alguno de cuyos aspectos todavía hoy llaman la atención, como el
capítulo VI que asimila las garantías otorgadas a las autoridades del Consejo
Nacional de Educación con las atribuidas a los jueces y determina su
responsabilidad personal directa por la administración de los fondos, una
práctica republicana que se ha perdido por completo en la Argentina. En 1890,
el monto destinado a la educación alcanzó el impresionante porcentaje del 16.4%
del presupuesto nacional.
En 1882, se encargó a
Eduardo Madero la construcción del puerto de Buenos Aires, cuya etapa final fue
inaugurada en 1898. Ese mismo año se puso la piedra fundamental de la ciudad de
La Plata, una creación desde cero con pocos antecedentes en la historia moderna
(Washington, San Petersburgo, Brasilia) y que no tiene el reconocimiento que
merece como emprendimiento propio de una nación en pleno ascenso. Para evaluar
su extraordinaria magnitud, basta comprobar que hace décadas que el país no
ejecuta desafíos comparables o ver el lamentable estado de nuestra
infraestructura.
Roca nombra primer
intendente de Buenos Aires (1883-1887) a Torcuato de Alvear, que promueve una
modernización integral de la ciudad, base de la actual Buenos Aires, con el
inicio de la Avenida de Mayo, la creación de numerosos parques, el adoquinado
de calles, la instalación de alumbrado público, la fundación del Hospital San
Roque (actual Ramos Mejía), la licitación del Teatro Colón (inaugurado en
1908). Durante la vigencia de Roca se pusieron en marcha las obras del Congreso
Nacional, la estación Constitución y se finalizó la Casa Rosada.
Unos pocos datos
económicos confirman el progreso en tiempos de Roca:
Año 1880
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Año 1910
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Km. de vías férreas
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2.313
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22.200
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Superficie sembrada de trigo (has.)
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500.000
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5.840.000
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Stock ganado vacuno
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8.000.000
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29.000.000
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Población (estimada)
| |
2.500.000
|
6.000.000
|
Tan superlativa fue
la labor de la Generación del 80 encabezada por Roca, que originó el milagro
económico más asombroso del siglo XIX. Un informe de absoluta seriedad,
elaborado por Angus Madison (OCDE, 1997), corrobora este calificativo:
computada una muestra de 56 naciones de los cinco continentes, en el período
1870-1913, la Argentina fue el país con mayor crecimiento del PBI per cápita
del mundo, con una tasa promedio del 2,5% anual. Este dato es aún más asombroso
si se toma en cuenta que para la misma muestra de naciones, la Argentina fue la
nación que registró la mayor tasa de crecimiento de la población, con un
porcentaje del 3,4% compuesto.
Otro aspecto olvidado
de su exitosa gestión es la instauración de la doctrina Drago, que establece
que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación
americana para cobrar una deuda financiera y que lleva el nombre de su
canciller Luis María Drago. La doctrina se oponía al bloqueo a Venezuela
practicado en 1902 por Gran Bretaña, Italia y Alemania en reclamo del pago de
su deuda externa.
No tenemos nada que
agregar a las palabras de Leopoldo Lugones que inician su biografía de Roca.
“Fue dos veces Presidente de la República, mandó en Jefe sus ejércitos,
completó su dominio territorial, por las armas, lo aseguró en el derecho, y
dándole todavía prosperidad, orden, paz y justicia, mereció con ello el título
de constructor de la Nación entre los grandes que así venera la Patria”.
publicado en La
Prensa, 26/10/2014
FUENTE:
http://www.clubpoliticoargentino.org/roca-constructor-de-la-argentina-moderna/#sthash.MA2rPSto.dpuf
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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