26/11/15
Por Mauricio Ortín
El editorial
de La Nación del 23/11/05 que lleva por título “No más venganza” ha
desatado una oleada de indignación y rechazo por parte de los formadores de
opinión. Se lo ha tomado, aparentemente, como una presión desde el medio contra
el nuevo gobierno para terminar con los juicios por crímenes de lesa humanidad
y, por ende, lograr la impunidad de los acusados. De la lectura del editorial,
sin embargo, no se desprende concepto alguno que justifique semejante reacción.
En rigor de verdad la nota manifiesta, esencialmente, tres cosas: la primera,
que el relato oficialista de lo sucedido en los ’70 es mentira; segundo, que
los crímenes cometidos en Francia por el ISIS son de la misma naturaleza que
los perpetrados por la subversión en la Argentina; y, tercero, que en los
juicios por crímenes de lesa humanidad llevados a cabo en nuestro país el
Estado viola los derechos humanos de los acusados. Respecto de la falsedad del
relato histórico K no albergo la menor duda. A mí nadie me lo contó, viví esa
época y recuerdo perfectamente que fueron los subversivos los que declararon la
guerra al gobierno constitucional y que éste los mandó a aniquilar y comenzó su
aniquilamiento. En este aspecto, el gobierno militar fue una continuidad del
anterior. De ninguna manera fue un genocidio sino una guerra del Estado contra
los que pretendían tomar el poder por la vía armada. Por otro lado no es ningún
disparate comparar entre aquellos y estos actos terroristas (los del ’70 y los
de Francia). El terrorismo que asesina, secuestra, roba es un enemigo de la
sociedad que debe ser combatido. El presidente francés, Hollande, le declaró la
guerra, les da caza en su país y los bombardea en Siria. Ochenta y ocho mil
militares han sido movilizados para aniquilar a no más de una docena de terroristas
en territorio francés. ¿Acaso debe considerarse a éstos genocidas por reprimir?
La señora de Carlotto en relación al editorial dijo lo siguiente: “poner
en un mismo plano a los represores de Estado y a los guerrilleros durante la
dictadura militar argentina es una bajeza” ¿Aplicará el mismo criterio
para los represores estatales franceses? ¿Cuál es el metro moral que dice que
un guerrillero que mata por sus ideas es mejor persona que un policía que mata
defendiendo el Estado de Derecho? El relato K de los ’70 ha elevado al nivel de
próceres a quienes de ninguna manera lo son. La hija de la señora de Carlotto
no merece ser recordada como una persona que contribuyó a la felicidad de los
argentinos, pertenecía a una organización que a hierro mataba y a hierro moría
y, por lo tanto, corresponsable de esa década sangrienta. A mí no me lo
contaron…
Y dice también
o, más bien, denuncia el editorial un hecho gravísimo en el que nadie de los “indignados” se ha molestado en reparar.
Denuncia que se están violando, en los juicios por crímenes de lesa humanidad,
los derechos humanos de los procesados y condenados. Que se los condena sin
pruebas, con testimonios falsos y se los somete a un calvario por el solo hecho
de su condición de acusados de lesa humanidad. ¿Es que a Alfredo Leuco, Jorge
Lanata y todos aquellos que repudiaron el editorial estiman que los derechos
humanos no valen para los militares? Ni siquiera mencionaron esta denuncia
pública. Lo cual, si es que verdaderamente se violan, los convierte en cómplices.
He estudiado
algunas causas e incluso presenciado unos cuantos juicios por crímenes de lesa
humanidad y, al respecto, tengo la impresión de que constituyen un verdadero
mamarracho legal y, como dice Mauricio Macri, un “curro”. Ahora bien, es cierto que no son pocos los que se muestran
orgullosos de la “política de derechos
humanos” del kirchnerismo. A otros,
en cambio, les repugna advertir a la injusticia disfrazada de virtud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!