Es de esperar que ningún acuerdo de gobernabilidad futuro
pueda estar teñido por un blindaje de impunidad ni para funcionarios ni para
empresarios corruptos
EDITORIAL
Numerosos fantasmas acompañarán por bastante tiempo al
kirchnerismo cuando abandone el poder y lo obligarán a rendir cuentas ante la
Justicia. Los escándalos de corrupción han sido una característica de los 12
años de gestión de los Kirchner, tan grave como los esfuerzos desplegados desde
el Poder Ejecutivo por someter a los jueces a sus designios para que se
consagrara la impunidad de los funcionarios involucrados en aquellos hechos.
En una de sus primeras declaraciones como presidente electo,
Mauricio Macri anunció que será "implacable"
con la corrupción y que la Justicia debe tener apoyo "para que no haya impunidad", al tiempo que prometió que
todo aquel funcionario que traicione la confianza de la gente será echado. Es
de esperar que este compromiso -junto a la presencia en su frente político de
figuras que han sido abanderadas de la lucha contra la corrupción, como Elisa
Carrió- contemple que gran parte del cambio verificado en las urnas fue
producto de una sociedad que está harta de un flagelo que se ha profundizado en
los últimos años, a la par que el grupo gobernante intentaba sembrar las bases
de un poder hegemónico.
Entre los fantasmas que acosan al kirchnerismo, además de
los escándalos del vicepresidente, Amado Boudou, se encuentra el de los hoteles
de la Presidenta y sus hijos, sospechados de haber sido empleados para lavar
dinero. Al pseudoempresario Lázaro Báez pertenecían aquellos fondos
presuntamente lavados mediante el añejo y resabido mecanismo de pagar
habitaciones de hotel que jamás se ocuparon. En este caso, en los hoteles Las
Dunas y Alto Calafate.
Se ha sumado documentación que probaría que, desde fines de
2008 y hasta mediados de este año, el segundo de esos hoteles fue beneficiado
con dos millones y medio de dólares que Aerolíneas Argentinas pagó por el
alojamiento de sus tripulaciones que recalaban en El Calafate, para lo cual la
empresa contrató 35.000 cuartos, según informaciones periodísticas.
Hay cuatro vuelos diarios a ese destino, pero no todas las
tripulaciones deben hacer noche allí, pues en algunos vuelos se trata de una
escala. Según la diputada Margarita Stolbizer, de Progresistas, denunciante del
caso Hotesur, la cifra abonada por la aerolínea estatal que pierde diariamente
más de un millón de dólares, "es
exorbitante y supera ampliamente a los integrantes de las tripulaciones que
descansan en ese hotel". Los pilotos y tripulantes de Aerolíneas, cuyo
presidente es el dirigente camporista Mariano Recalde, representan el 30% de la
ocupación diaria del Alto Calafate. De esta manera se ha ido conformando un
esquema por el cual el Estado, con su aerolínea, y un contratista del Estado
como Báez, que con sus empresas se dedica a la obra pública, habrían financiado
a la familia Kirchner de manera presuntamente ilegal. Eso, sin tener en cuenta
la violación del Código de Ética de la Función Pública, que impide a
funcionarios hacer negocios con contratistas del Estado.
A su vez, el Gobierno se vale de organismos estatales para
guardar bajo llave información delicada sobre las relaciones económicas entre
Báez y los Kirchner. Así, la Inspección General de Justicia se niega a entregar
esa documentación a Stolbizer.
De todos modos, las sospechas tienen sobrados fundamentos.
Por ejemplo, Báez ha asegurado que contrató cientos de habitaciones del Alto
Calafate para alojar a personal de sus empresas, pero, como consignó una investigación
de LA NACIÓN, esas obras públicas se encontraban a entre 300 y 600 kilómetros
del hotel de los Kirchner, según los datos facilitados por Báez ante la AFIP.
Había otros hoteles mucho más cercanos a las obras que ejecutaban sus empresas
Kank y Costilla SA y Loscalzo y del Curto SA. Asimismo, se conocen documentos
que revelan los estrechos lazos comerciales con Báez. En las oficinas de Máximo
Kirchner la Justicia secuestró cheques, facturas, poderes y varios contratos de
alquiler entre Néstor Kirchner y el contratista del Estado, además de una
carpeta con 93 recibos entre Máximo y la empresa Austral Construcciones, de
Báez, y contratos de locación firmados por ellos dos.
Otro contratista del Estado y figura muy cercana al
kirchnerismo, el empresario patagónico y zar del juego Cristóbal López, ha sido
otro gran benefactor de los negocios de la familia presidencial. Los socios de
Máximo Kirchner en una inmobiliaria de Río Gallegos recibieron casi 1,2
millones de pesos por mes de López por el alquiler de inmuebles y maquinarias y
por asesoramiento inmobiliario. Quienes percibieron esos pagos fueron Osvaldo
Sanfelice, hoy responsable de la gerenciadora del Alto Calafate, y el ex
gobernador de Santa Cruz Carlos Sancho. Los movimientos se efectuaron por medio
de una sociedad con el CUIT inhabilitado por la AFIP y en la que figura como
socio un ex docente. Sanfelice y Sancho recibieron esos millones de López y de
empresas del Grupo Indalo.
El esquema parece elemental. La principal línea aérea
nacional, que requiere una constante inyección de fondos por ser absolutamente
deficitaria, aparece beneficiando a empresas de la Presidenta, al igual que lo
hacen dos poderosos contratistas del Estado. A este esquema le corresponden dos
preguntas también elementales: ¿son Báez y López testaferros de los Kirchner?
¿Las sumas que pagan a los negocios de la familia presidencial corresponden a
una contraprestación de servicios? La Justicia debe responder ambos
interrogantes.
Como hemos señalado desde esta columna editorial, el uso de
lo público en beneficio privado ha sido en la era kirchnerista una suerte de
programa de gobierno, que se extendió hasta algunas de las áreas sensibles para
la sociedad, como el PAMI y los planes de vivienda. Cabe esperar que en los
tiempos por venir la Justicia pueda actuar con la necesaria independencia para
investigar y condenar a los responsables y que ningún acuerdo de gobernabilidad
futuro pueda estar teñido por concesiones tendientes a blindar de impunidad a
quienes el 10 de diciembre dejarán el gobierno.
NOTA: Las
imágenes no corresponden a la nota original.
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