El jueves 26 de mayo
escuché por radio Mitre un editorial relacionado con la mamá del periodista
Pablo Sirvén, que me conmovió y me enterneció, y pude percibir con admiración
el profundo amor por su madre. Soy un preso político, que hace diez años estoy privado
de mi libertad sin condena, con el aval de la Corte Suprema, donde desde hace
cinco años duerme mi último pedido de consideración de excarcelación. Por
razones relacionadas con mi situación y persecuciones, mis hijos emigraron con
sus familias al extranjero. Mi familia cercana quedó reducida a mi esposa y mi
suegra de 99 años, que convivía con nosotros. Lamentablemente en febrero de
este año tuvo un tropiezo que le produjo una fractura de cadera. El sistema
mató a una venerable anciana, porque la proveedora de la prótesis tardó quince
días, a causa de las deudas del PAMI. El padecimiento fue inenarrable, con
pérdida de su lucidez al séptimo día de internación, por los dolores y las
drogas mientras esperaba la prótesis.
Consecuencia de su
sufrimiento quedó transformada en un despojo humano. Por mi prisión
domiciliaria, al fallecer un sábado, ni siquiera pude despedir sus restos. El
mismo sistema que la condenó a muerte me ha condenado a mí a muerte en vida,
después de diez años de prisión sin sentencia, alejado de mi familia, por
delitos que no cometí y contra personas que jamás vi.
Eugenio Bautista
Vilardo
Capitán de Navío IM
(RE) VGM
DNI 4.156.974
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