12 de octubre 2016
Francisco Sotelo
El BICENTENARIO de la
Independencia, como hace seis años el de la Revolución de Mayo, generaron en el
país la inquietud por una visión madura de los dos siglos de vida nacional, más
allá de la simbología, las añoranzas escolares y las historietas revisionistas.
Entre los muchos trabajos serios sobre la formación del país se cuenta "Los dilemas de la Independencia",
presentado en Salta por su autor, Vicente
Massot, en el Centro de Estudios
Salta, acompañado por Alejo Caro, Alejandro Patrón Costas, Mauricio
Ortín, entre otros miembros de esa entidad.
Vicente
Massot es doctor en Ciencia Política y profesor titular
de Historia en la Universidad Católica Argentina. Director del diario La Nueva
Provincia, y autor de libros polémicos como "Matar y Morir. La violencia
política en la Argentina (1806-2011)" sus posiciones lo han
ubicado en un lugar controversial, para muchos, excesivamente cercano a la
visión de la última dictadura.
En "Los
dilemas...", Massot no
elude la controversia pero el contenido del libro, en toda su extensión, se
ajusta a una línea inobjetable, la de mostrar a los próceres de la
Independencia como hombres, absolutamente humanos, que construyeron el país en
medio de controversias internas y sin tener la visión clara del futuro, un
futuro desde el cual hoy analizamos lo que ocurrió como una epopeya.
Eran estadistas, eran
ciudadanos del Reino de España, improvisaron campañas militares y fueron
concretando, paso a paso, la independencia, el orden y, finalmente, la
organización. Massot hace honor a su
perfil de intelectual polémico cuando sostiene que "el 25 DE MAYO de 1810 no nació la Patria y el 9 de julio de 1816
no fuimos independientes".
Hay un elemento que
puede captar el historiador pero que ignora el divulgador. La narración de lo
que hoy vemos como "epopeya"
es el resultado del trabajo historiográfico impulsado por Bartolomé Mitre y
Vicente Fidel López. La construcción del "mito
de los orígenes" no es una mentira, sino una narración que otorga
sentido.
La Independencia
aparece pensada en el marco de la crisis de la corona española, como una
respuesta a la situación que plantea la usurpación del hermano de Napoleón
Bonaparte, y cuando las provincias se encuentran con que cuatro siglos de
imperio español no habían dado lugar a una legitimidad alternativa para un caso
como ese: tras la farsa de Bayona, el imperio no reconoce a Bonaparte. Massot describe entonces las peripecias
de una BUENOS AIRES atribulada, en la que la soberanía ha regresado al pueblo.
La discordia en el seno de la Junta de Gobierno tiene su máxima expresión en el
enfrentamiento entre Cornelio Saavedra y Mariano Moreno. Las "provincias desunidas de
Sudamérica" padecen diferencias de fondo relacionadas con la forma de
ejercer el poder ante la "vacatio
regis".
La Junta era un
gobierno municipal que pretendía erigirse en "hermano mayor" de los otros gobiernos municipales y
tomar decisiones, para después hacer consultas. En su libro, Massot pasa revista a una década de
dilemas y tensiones, que terminaron concretando una revolución que en sus
inicios no aparecía como rupturista, pero que lo fue, y que luego deriva en un
largo proceso en que las pulsiones se tensan entre monarquía y república,
autonomía o independencia, federalismo y unitarismo. El retorno de Fernando VII
al poder, su reivindicación del absolutismo monárquico y el fracaso de la
gestión de Belgrano y Sarratea que le proponían una monarquía constitucional
decidieron el dilema de la Independencia. "El
fatídico año 20, en el que desembocó el proceso independentista, fue el epitome
de las luchas civiles nacidas al conjuro de la revolución de Mayo. La
disolución del poder central primero y la dictadura rosista después pusieron al
descubierto las limitaciones de la élite rioplatense".
El libro se ajusta a
una década, pero invita a conocer y aprovechar toda la experiencia histórica,
eludiendo el vicio del "anacronismo"
que pretende reconstruir e interpretar los hechos con parámetros de la
experiencia política del siglo XXI. Invita, además, a pensar en las luchas de
aquellos años como un modelo de conflicto entre visiones distintas, de
concepciones del Derecho, por encima de las polémicas triviales y las pugnas
mezquinas de poder a la que nos hemos habituado.
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