Coincido con los
numerosos editoriales de La Nación acerca de las vejaciones, horribles sevicias
en varios casos, que padecen los presos -con y sin condena- por violaciones a
los DD.HH. en los 70. Como una buena parte del país tengo la convicción de que
podemos y debemos tener justicia sin venganza y memoria sin revancha. Empero,
lastimosamente, desde la reapertura de los juicios impulsada por Néstor
Kirchner hace casi quince años, priman la venganza y la revancha en detrimento
de la justicia y la memoria. En 2014, pedí informes desde mi banca de diputado
nacional para que el Ejecutivo comunique la situación de los presos, básicamente
su estado de salud. Obra en mi poder la respuesta del Servicio Penitenciario
enumerando uno a uno el cuadro de salud de los encartados. Aún hoy provoca
literalmente horror los diagnósticos de patologías terminales deficientemente
tratados, sobre todo a partir de la orden de que no se produzcan traslados a
hospitales, sino que sean asistidos en los propios penales. Un país civilizado
se caracteriza por tratar a sus enemigos humanitariamente y a sus presos del
mismo modo. La lucha por los DD.HH. se deslegitima si trata con mortificación e
inhumanamente a los presos precisamente enjuiciados por la violación de esos
derechos. La ley del talión hace bastante tiempo que ha sido inhumada en la
parte del planeta a la que supuestamente pertenecemos. Lo primero que debe
hacerse es aplicar la prisión domiciliaria que establece el Código Procesal
para los septuagenarios. Lo segundo, que la Justicia se honre a sí misma y
asuma su genuina majestad: ser justa.
Alberto
Asseff
Diputado nacional
(M.C.)
DNI 4.394.932
FUENTE:
https://www.lanacion.com.ar/2112128-de-los-lectores-cartas-mails
NOTA:
La imágen no corresponde a la nota original.
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