Más de 27 años estuvo
privado de su libertad, sin embargo, a los 90 años, murió con las botas puestas
y la frente en alto, asumiendo la responsabilidad del accionar de su tropa, y convencido de haber defendido
a la Patria con lealtad
Podrán estar de
acuerdo o no con su accionar, pero el General Luciano Benjamín Menéndez ha sido
uno de los Comandantes más importantes de la historia reciente. Como ciudadana
siento la obligación y el deber, de despedir hoy a un “soldado de la Patria”.
He tenido el privilegio de conocer al General Luciano Benjamín Menéndez, cuando
él ya estaba preso, y de haber asistido a los juicios en los que fue juzgado en
mi provincia, Tucumán. Me impresionó siempre su porte hidalgo, su mirar de
frente, su hablar sin titubeos. El trato cortes y la firmeza en sus conceptos,
hicieron que, a medida que lo conocía, admirara su convicción y su temple. Les
repito, puede gustarles o no… pueden tener hacia él los más diversos
sentimientos, pero nadie podrá negar jamás, que ha sido uno de los Comandantes
más importantes de la historia argentina y que en cada una de las decenas de
juicios por las que desfiló imperturbable y seguro, se hizo cargo del accionar
de su tropa y asumió la responsabilidad que le cabía, eso sí, con el
convencimiento de haber cumplido con su deber, de haber defendido a la Patria.
Pasó años, SI AÑOS,
sentándose ante diferentes Tribunales, escuchando a los cientos o miles de
testigos, con hartazgo, con impotencia, pero con respeto siempre. Estaba seguro
de que en Argentina hubo una “guerra revolucionaria” y jamás se
arrepintió de haber defendido a su país, a su Patria, del comunismo. Cada vez
que le tocó hacer uso de la palabra, fue escueto y terminante al decir que
desconocía a ese tribunal de turno y que él sólo hablaba ante Tribunales
militares. “No voy a declarar porque estos juicios son inconstitucionales (…) Soy
el único responsable de lo actuado por mi tropa”, manifestaba seguro y
agregaba “No quiero prestarme al juego de los terroristas que ayer colocaban
bombas” y hoy persiguen “sus oscuros intereses” bajo “el
manto de la legalidad”.
El paso de los años
se evidenciaba en su andar pausado, pero jamás hizo gala de sus achaques ni de
sus dolores, “un soldado no se queja”, repetía, “un soldado jamás da lástima”.
Fue padre de 9 hijos, y vio dolorosamente morir a dos de ellos, uno a los 9
años y otro hace un par de años. También
perdió a Edith (o a Perla como le decían muchos de sus amigos), su mujer de
toda la vida, pese a lo cual se mantuvo en pie. Los golpes en su vida fueron
varios y dolorosos, pero nunca emitió una queja, su sufrimiento era silencioso.
El General duro del
Ejército, que fue responsable de comandar al III Cuerpo del Ejército en las
épocas más difíciles quizás de la Argentina reciente, tenía autoridad e imponía
respeto, pero también se ganó el afecto y la admiración de todos sus
subalternos, por su valor y por la
convicción con los que hasta sus últimos días, defendió el accionar de las
Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión marxista como él denominaba
siempre.
Hace muy pocos meses,
en una conversación que tuve con él, hablábamos sobre la posibilidad del
diálogo y la reconciliación, ya no tenía el vozarrón de antes, pero si la misma
firmeza. Me contestó: “hijita mire, yo no estoy dispuesto a
dialogar con nadie, son comunistas ¿me entiende? CO – MU – NIS – TAS, repitió.
Salvo que venga Firmenich, sólo de Comandante a Comandante estoy dispuesto a
dialogar”, aseveró… Me quedé mirando… ese era el General Luciano
Benjamín Menéndez y esa frase lo pintó de cuerpo entero, cuando estaba cerca de
cumplir sus 90 años.
27 años preso, a
nadie le importó que el General ya tuviese una perpetua, fueron, dos, tres….trece.
13 cadenas perpetuas!!!, realmente no lo puedo entender. Me pregunto, ¿quién
costea esos juicios interminables de meses enteros?, Pienso que si la pena máxima que puede tener una persona es
la cadena perpetua, cuál es el sentido de volverle a aplicar una y otra vez una
pena similar?. Menéndez era un anciano, porque podía tener el coraje y la
fortaleza de una persona joven, pero cargaba sobre sus espaldas ya más de 80
años y cada día se sentaba horas y
horas, inmutable, a escuchar acusaciones de todo tipo, que jamás lo amilanaron.
EL ERA UN PRESO POLÍTICO DE LA ARGENTINA
Y ASÍ LO ENTENDIÓ HACIÉNDOSE CARGO DE TODO EL ACCIONAR DE SU TROPA. ORGULLOSO
DE HABER SIDO UN ESLABÓN IMPORTANTE EN LA GUERRA CONTRA EL COMUNISMO,
CONVENCIDO DE HABER CUMPLIDO CON SU DEBER, SEGURO DE QUE ENCONTRARÍA ALGÚN DÍA
LA PAZ Y EL DESCANSO ETERNO.
General Menéndez, ha
muerto usted hoy, y créame que una pena me embargó esta mañana. Quiero
entrañablemente a su único hermano, el Coronel José María Menéndez, y a Yethel
Valladares, su cuñada incondicional, una amiga del alma. He sentido una gran
bronca al escuchar a algunos periodistas
o ver publicaciones en las que, más de 40 años después, se sigue
sembrando odio y usando adjetivos horribles, con los que jamás escuché
calificar a asesinos que también fueron parte de esa guerra cruel entre
argentinos o a los corruptos que aprovecharon el Estado argentino para hacerse
millonarios. Sentí también una gran pena al darme cuenta que realmente esa paz
de la que hablábamos con usted, y con la que soñamos los argentinos, está
dolorosamente lejos.
General Menéndez… estoy
segura que dentro de unos años, en los libros de Historia, usted ha de figurar
como una persona emblemática, como uno de los Comandantes más fuertes de la
Argentina reciente y que será parte importante de la historia argentina. Como
todos los grandes héroes, tendrá sus adeptos y sus detractores, pero nadie
podrá negarle reconocimiento ni desconocer su accionar dentro de las FFAA
durante la época más triste de los argentinos, en pleno gobierno democrático de
María Estela Martínez de Perón. Los grandes héroes de la Patria, General Menéndez, han muerto en su mayoría en soledad,
en el destierro, en la pobreza… los argentinos no aprendemos mi General, pero
gracias a Dios la historia, se encargó de reivindicarlos.
27 años privado de su
libertad, sin una sola queja, sin un pedido a la Justicia, sin un solo reclamo,
con la frente en alto, con el temple de un soldado, asistiendo a cada audiencia
con su traje impecable, con su escarapela en el pecho, con su sobre todo
oscuro, con su bastón en los últimos años… aun cuando estaba enfermo, aun
cuando su salud se deterioraba, porque siempre, hasta el final, sintió que la
responsabilidad era suya y quiso proteger a su tropa y sobre todas las cosas,
sintió que cumplía con su deber.
Murió usted en el día
de la Bandera[1]…
ALTA EN EL CIELO, UN ÁGUILA GUERRERA,
AUDAZ SE ELEVA, EN VUELO TRIUNFAL...
Ha muerto con las
botas puestas, con sus convicciones intactas, con la hidalguía de los grandes,
dejando profundas huellas. Quiera Dios que la Justicia divina haya llegado ya
para usted y que esté gozando de la libertad que tantos años esperó.
General de División
Luciano Benjamín Menéndez, descanse usted en paz.
Luz
García Hamilton
27 de Febrero de 2018
FUENTE:
https://justiciayconcordia.org/ha-llegado-para-usted-la-justicia-divina-que-descanse-en-paz-general/
NOTA: Todas las imágenes, destacados y referencias no corresponden a la nota original.
[1] Fue enarbolada por primera vez
en Rosario, el 27 de febrero de 1812, acto que fue desautorizado en aquel
momento por el gobierno de las Provincias Unidas.
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