22/08/2018 Por Mauricio Ortín
La Asociación Argentina de Actores a
través de un comunicado repudió las declaraciones del actor Alfredo Casero. Por idénticos motivos el empresario que
contrató al actor para una presentación de su espectáculo unipersonal en Salta,
canceló el evento. Casero puso en duda
la identidad de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y, en
especial, cuestionó a Estela de Carlotto. Esta, a juicio del actor, se vale
de la bandera de los derechos humanos
para hacer política. La reacción del gremio no se hizo esperar y calificó sus
dichos de “inadmisibles declaraciones
públicas” que ponen “en duda la
honorabilidad de nuestras Abuelas de Plaza de Mayo”, y de “incomprensible odio, atacando lo que es un
patrimonio moral de nuestro país” y “su
negacionismo perverso y consuetudinario, termina siendo una versión
peligrosamente cercana a la apología del delito.”
Pues bien, en primer
lugar, digo que coincido con todo lo que
dijo Casero en ese programa y festejo la forma genial en que lo logró. En
segundo lugar, manifiesto mi solidaridad hacia él por el ataque fascista que
sufre por parte del gremio del cual es
afiliado y que, se supone, está
para ampararlo. Vamos a ver, Alfredo Casero dijo lo que dijo a título personal y no en representación de
la Asociación Argentina de Actores.
En una república, un camionero, un médico o un jugador de bochas deben gozar
del derecho de ser dueños de decir lo que mejor les parezca sin la perturbación
latente de verse difamados por la asociación profesional a la que pertenecen.
¿Qué autoridad moral tienen las autoridades de la AAA para llamar “negacionista” y “perverso” al que no piensa (“correctamente”)
como ellos? Y ¿por qué motivo Casero
debe considerar “patrimonio moral de
nuestro país” a Estela de Carlotto
y a las Abuelas de Plaza de Mayo? Carlotto se abrazó a dictadores asesinos de la calaña de Fidel Castro y Hugo
Chávez y, como es público, fue y es
una defensora de primera línea del ex gobierno kirchnerista, el más ladrón de la
historia argentina. Defender ladrones es incompatible con quien
exalta la moral. En cuanto a que Alfredo Casero, por sus declaraciones,
estaría rozando “la apología del delito”
no queda otra que tomarlo como lo que es, una amenaza cobarde del poder
corporativo contra el individuo a quien, solapadamente, le dice: “la próxima te denuncio por apología del
delito”. También es grave que, por
el simple y soberano derecho de decir lo que piensa, Alfredo Casero haya sido
censurado en Salta[1]. El totalitarismo, por lo general, se impone por un
asalto al poder; pero también gradualmente. Por ejemplo, a través del trabajo
hormiga de acumular pequeñas actitudes totalitarias que llevan a naturalizar el
atropello. Entonces, es tarde para reaccionar.
Por último, es
revelador que la Asociación Argentina de
Actores que acusa de “negacionismo
perverso” culmine su nota con la
mentira de que los desaparecidos son 30.000. Así también, la senadora Cristina Kirchner, responsable del
último conteo de desaparecidos que dio 6.348, cerró su discurso en el Senado de
la Nación afirmando su hermandad
generacional con los “30.000”. Tan convencidos lo dicen, que pareciera que
se creen sus propias mentiras.
[1] También la Universidad Nacional de Tucumán suspendió la función de Alfredo Casero en el Teatro Alberdi… será que Alfredo Casero fue incluido en alguna lista negra por expresar libremente su opinión? En todo caso en democracia es mucho más grave la CENSURA que los dichos del actor.
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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