La señora Silvia
Ibarzabal nos comparte recuerdos de su padre y narra la violencia de la que fue
objeto su padre y su familia, entre otras bajas y víctimas de ese fatídico día…
violencia desatada por aquellos que ahora el relato homenajea tirando flores al
río, recordándolos como jóvenes idealistas e indemnizando con cifras enormes
que salen de las arcas del estado para mantener el curro de los derechos
humanos.
Silvia nos da una lección
de amor y perdón, desea profundamente que los argentinos vivamos en concordia, lo
que no significa olvidar el pasado… debemos aprender de nuestros errores y corregirlos.
Ya es hora de una
mirada superadora, cicatrizar las heridas de esa guerra fratricida, mirar el
futuro con una mirada superadora y que seamos capaces de legar un país mejor a
nuestros descendientes.
Les
deseamos un Feliz Día del Padre a todos aquellos que están ausentes del seno
familiar a consecuencias de esa guerra, la que nunca debió ser desatada.
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