"La historia es un supermercado;
cada cual
elige llevarse lo que prefiere o necesita".
Loris Zanatta
elige llevarse lo que prefiere o necesita".
Loris Zanatta
En
momentos como los actuales, cuando todas las certezas que teníamos con respecto
al mundo se transforman en segundos en magmas trepidantes e hirvientes, resulta
harto difícil hacer un análisis unívoco acerca de la realidad, sobre todo
cuando estamos inmersos en ella. De todas maneras, y dado el corto espacio del
que dispongo en cada nota, me referiré sólo a un aspecto de lo que está
sucediendo en América Latina.
Los
intereses de Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel convergieron con los de Rafael
Correa, prófugo, y de allí surgió la sedición contra Lenin Moreno en Ecuador;
luego, intentaron derrumbar a Martín Vizcarra, pero el mandatario peruano
resistió la embestida y también superó la crisis. Y entonces fueron a por
Chile, donde se vio la ferocidad de los terroristas enmascarados como en ningún
otro lugar; pero no previeron que la sociedad boliviana -afectada por los
mismos problemas económicos de las demás- no aceptaría pacíficamente la
tentativa de eternización en el poder ni toleraría el fraude electoral, y
perdieron así un aliado fundamental.
Los
regímenes de Evo Morales y de Sebastián Piñera tienen diferentes orígenes
políticos. El primero permitió el acceso al poder de los indígenas del
Altiplano y se sumó al ámbito populista de pseudo izquierda organizado por el
Foro de São Paulo y la Unasur. El chileno, por su parte, es representante de la
centro-derecha, actora de la alternancia democrática con la centro-izquierda
que, durante treinta años, llevó tanto progreso.
Sin
embargo, surge claramente una notable coincidencia en los gravísimos conflictos
callejeros que están afectando a esos dos países, y que podrían agravarse: los
gobiernos recurrieron a las fuerzas armadas para reprimir la protesta, aún
cuando las razones de ésta fueran diametralmente opuestas. Y en los dos casos,
los militares se negaron a hacerlo hasta contar con un respaldo mayor que la
mera decisión presidencial.
La
hipocresía canallesca de la que hace gala el Grupo de Puebla, formado por ex
mandatarios y que integra nuestro Presidente electo, le permite acusar al Grupo
de Lima, que varias naciones crearon para buscar una solución democrática al
drama humanitario que vive Venezuela, de intervenir en la política interna de
ese país; mientras tanto, se califica al Poder Judicial brasileño de perseguir
a Luiz Inácio Lula (cuando está condenado por ladrón), se apoya públicamente al
Frente Amplio (que competirá en el ballotage uruguayo del domingo 24) y se
reprueba a Donald Trump por festejar la renuncia de Evo Morales.
Es
la misma repudiable actitud que lleva a condenar a los militares bolivianos
-que sugirieron a Evo Morales renunciar- por golpistas y a aplaudir a sus
colegas chilenos por no salir a la calle, en ambos casos desacatando las
órdenes presidenciales; sin embargo, la razón de la negativa es la misma: en
toda América Latina son muchísimos los soldados que están presos, en nombre de
unos derechos humanos tuertos y manipulados, por defender las instituciones
republicanas contra la agresión terrorista.
Sobre
la protesta pacífica de los ciudadanos, comprensible por razones
socio-económicas, se montaron sin dudarlo los mismos que, hace ya cincuenta
años, incendiaron la región con la violencia terrorista en el marco general de
la "guerra fría"; una vez
que Rusia consiguió poner un pie en Cuba, ésta comenzó a exportar su revolución
a todo el resto de los países hasta que cada organización guerrillera fue
derrotada, sólo bélicamente, por las fuerzas armadas cuyos miembros,
prácticamente sin distinción de países, pagaron con la cárcel esa victoria.
Por
ello, hoy los ejércitos exigen para obedecer las órdenes de represión
prácticamente lo mismo: un inequívoco respaldo político, la vigencia del código
de justicia militar y el eventual juzgamiento por tribunales militares. Esto
coloca a Piñera en un brete complicado, porque si diera respuesta positiva a
dichos reclamos, la izquierda internacional le saltará al cuello y, dada la
situación actual de la calle, es probable que se produjeran muchas muertes; en
Bolivia, demandan idénticas garantías para salir a controlar, con balas que no
son de goma, a los insurrectos partidarios de Evo Morales que quieren incendiar
el país.
El
miércoles, nuestro Hº Aguantadero, en comisión bicameral, cristalizó -para
evitar el libre albedrío de los jueces- las razones que justificarán la
aplicación de la prisión preventiva antes de la sentencia definitiva.
Rápidamente, el periodismo salió a preguntarse cuántos de los detenidos por las
causas de corrupción recuperarán su libertad, pero no escuché a nadie inquirir
sobre la suerte de tantos militares ancianos que, incluso sin haber sido
enjuiciados aún, están preventivamente presos hace más de una década.
Nada
está dicho aún en nuestra América del Sur, pero Colombia parece haberse convertido
en el próximo objetivo de esos temibles canallas, ya que el Brasil de Jair
Bolsonaro no parece ser un bocado fácil y aquí, en la Argentina, la
tranquilidad callejera que trajo aparejada el triunfo del peronismo pegoteado
se extenderá, seguramente, por varios meses.
Colonia
del Sacramento, 16 Nov 19
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail:
ega1@avogadro.com.ar
E.mail:
ega1avogadro@gmail.com
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