08 de mayo de 2020
El coronel Don Horacio Losito |
Por Alejandro Molina Pico[1]
Ya desde los
albores patrios es común que la sociedad argentina muerda la mano de quien ha
entregado su vida a ella.
Santiago de Liniers, que
nos libró del invasor inglés, fue fusilado por intereses políticos internos. De
nada le valió haber salvado a su pueblo
de adopción. Al después coronel Pico,
que dejó su vida habitual para sentar plaza como capitán en el Regimiento de
Patricios, mientras se jugaba la vida en combates por la libertad de su tierra,
una turba de saqueadores le asaltó su comercio, por lo que cayó en quiebra. Belgrano, héroe polifacético por
excelencia, como pago de los gastos de su última enfermedad, dejó su reloj al
médico que lo atendió. Nunca le llegaron los veinte mil pesos que el gobierno
había votado como reconocimiento por sus acciones, más allá de que el general
los había destinado a la construcción de escuelas. El mismo San Martín murió pobre en el ostracismo
que había elegido para alejarse de las luchas fraternales en que se sumían las
Provincias Unidas.
Cayetano Anselmo Silva, autor de la Marcha de
San Lorenzo, que suena en casi todo el mundo, no pudo ser enterrado en el
panteón de la policía de Santa Fe, como le correspondía por ser miembro de la
fuerza... ¡por ser negro...! René Favaloro, quien tantas vidas
salvó, sólo pudo ser escuchado por los burócratas y comerciantes de la salud en
sus indispensables demandas, cuando puso fin a su vida con un tiro... ¡en el corazón!... él, que tantos
corazones había salvado... Al soldado
Hermindo Luna, que cuando
defendiendo su cuartel de un ataque terrorista, rechazando la intimación a
rendirse gritó ¡Aquí no se rinde nadie,
carajo!, lo asesinaron sin piedad, no se le hizo ningún reconocimiento, ni
su humilde madre recibió pensión alguna. Aunque
sí sus asesinos fueron “indemnizados”
y premiados con pensiones por sus miserables atrocidades. Hoy mismo, en
plena pandemia que aterroriza a todo el mundo, médicos y enfermeras y personal
relacionado con la salud, que arriesgando sus vidas salvan las de otros, son
agredidos con palabras insultantes y discriminatorias, sus bienes vandalizados,
como si fueran los responsables del mal, y no quienes lo combaten... Y así la
lista puede seguir “ad infinitum”...
pensemos sólo en los agentes del orden
que tratan con riesgo de su vida -perdiéndola muchas veces- de que esta tierra sea algo más habitable.
El coronel don Horacio Losito
Horacio Losito el 3 de
agosto de 1951 vino al mundo para ser soldado. A los doce años ingresó en el
Liceo Militar General san Martín. Luego de recibirse, continuó sus estudios en
el Colegio Militar de la Nación, del que egresó en 1972 como sub-teniente.
Luego adquirió las capacidades de paracaidista y comando, y llegó a ser
instructor de estas tropas. Más tarde, ganó los títulos de licenciado en
estrategia y organización. Continuó sus estudios y se graduó como oficial de
estado mayor.
Títulos y
capacitaciones aparte, demostró su valía en combate real, defendiendo la tierra
en el monte chaqueño contra guerrilleros pro-comunistas que respondían a Cuba,
en el marco de la llamada Guerra Fría. Varios de estos invasores cayeron en el
combate que la mentira histórica luego bautizó como “masacre de Margarita Belén”.
Terminada la
batalla militar de la guerra subversiva, pareció que llegarían la paz y la
tranquilidad. Pero no fue así para este soldado, cuya unidad fue desplazada
hacia Rio Turbio en orden al enfrentamiento armado que se avecinaba con Chile.
Si bien no llegó
la hora de entrar en combate, su actuación no sería meramente pasiva ni
simplemente preparatoria. Un importante parque de material y explosivos se vio
amenazado por un incendio de importantes proporciones. Losito, arriesgando gravemente su vida en forma voluntaria,
consiguió salvar al valioso material, además de que no hubo que lamentar
desgracias personales. Su valerosa conducta le valió que fuera distinguido con
una mención especial.
Pero,
evidentemente, Losito no estaba
destinado a gozar de la paz. Revistando en el
Regimiento de Infantería N° 11, sito en Tupungato, fue destinado a
conformar la Compañía de Comandos N° 602, que debería combatir en las islas
Malvinas, recién recuperadas de manos del invasor inglés, y a tal efecto se
creaba. Ella se desempeñó como segundo jefe de su primera sección.
Arribado al
teatro de operaciones el 26 de mayo, dos días más tarde se señaló la que sería
su primera y única acción: introducirse
profundamente tras las líneas enemigas con la misión de destruir su retaguardia.
Con ese objetivo, un helicóptero transportó a la sección al pie del monte
Simons, al que arribaron a la madrugada. Lamentablemente, ignoraban nuestras
tropas que a sólo 15 Km. del lugar estaba el comando de la tercera brigada de
comandos ingleses.
Marcharon
durante la noche bajo condiciones climáticas especialmente adversas. El helado
viento austral prometía acabar con la vida del grupo. Consecuentemente debieron
refugiarse en un puesto ovejero, cercano al arroyo Malo, donde poco después se
desarrollaría el combate de “Top Malo House”, una de las más
feroces de la contienda.
Sorpresivamente,
fuerzas especiales enemigas atacaron el refugio con todo tipo de armamento. El
Tte. 1° (P.M.)....... que se hallaba de guardia en los altos de la casa, abrió
fuego con el objeto de atraer el del enemigo a ese punto y permitir así que sus
camaradas pudieran salir de la casa, heroica acción que le costó la vida.
Antes de poder
salir, Losito recibió una esquirla
de granada antitanque que le produjo una grave
herida en la cabeza. Pese a ello, pudo evacuar el lugar y parapetarse en
una elevación, aunque en el trayecto recibió un tiro de fusil que le causó una herida de gravedad en una pierna.
No obstante que
su jefe había decidido cesar la resistencia, continuó el combate hasta que
perdió el sentido a causa de la hemorragia. Fue atendido por sus
heridas, una vez prisionero, por el Dr. Rick Jolly, médico personal del
Brigadier Thompson, jefe de los comandos ingleses.
Finalizada la
Batalla de Atlántico Sur, continuó su distinguida carrera en el Ejército
Argentino. Paracaidista, comando e instructor de comandos, brillante veterano
de guerra su carrera, oficial de estado mayor, licenciado en estrategia y
organización, ella prometía ser rutilante, sólo que en un país normal.
Fue jefe del
Regimiento de Infantería Mecanizado N° 6 “General
Viamonte”; jefe de observadores militares en el conflicto entre Perú y
Ecuador; y, finalmente, agregado militar y de defensa en Italia.
Cuando la
Política entra por la puerta del Templo de la Justicia, la Justicia, asustada,
huye por la por la ventana para regresar al Cielo. Francesco Carrara. Poco tiempo duraría la tranquilidad para Losito. El presidente Kirchner ordenó su regreso al país, y a
principios de 2008 fue sometido a proceso en la causa “Nicolaides” en la
que, testigos falsos mediante, transgresión del debido proceso, y todas cuantas
violaciones al espíritu y la letra de la Constitución Nacional puedan tener
lugar en unas actuaciones judiciales, en una parodia de juicio se lo condenó a
veinticinco años de prisión.
Una vida
dedicada a la Patria, que se ve reflejada con una mención especial por su
valiente comportamiento en la movilización de 1978; la medalla del Congreso de
la Nación en reconocimiento a su acción
en la campaña del Atlántico Sud; y la condecoración “Al Mérito Militar”, se ve pagada
por la Nación con veinticinco años de cárcel, y el tratamiento con la
palabra -hoy soez- de “represor”, que el periodismo
gramsciano, interesado y subversivo ha generalizado en esta sociedad con amnesia hemisférica.
Aunque no haga a
la persona del coronel Dn. Horacio
Losito, pienso que sería muy importante para la salud moral de la ciudadanía,
que se indague acerca del nombramiento y designación de los jueces que tratan
casos como éste, llamados -de “lesa humanidad”-, en el
sentido de cuáles lo han sido en forma constitucional, y cuáles eran
secretarios designados “ad hoc”,
cuando la ley 24.018 preveía
expresamente que los funcionarios y magistrados retirados mantenían su “estado judicial” y que estaban
obligados a cubrir los puestos para los que fueren designados, so pena de
perder los beneficios previstos en dicha ley.
En especial, sería interesante que se investigara y publicara las sumas
recibidas por estos magistrados en concepto de desarraigo y viáticos, pues es
sabido que algunos han recibido los fondos necesarios para el alquiler de
vivienda en el lugar del juicio, cuando ya tenían propia en su lugar de origen.
Tampoco estaría
de más la averiguación de las distribuciones de las fechas de audiencia, dado
que es “vox pupuli” que muchas veces
las audiencias se distanciaban en el tiempo entre ellas, con el sólo efecto
real de aumentar los días en que los que correspondiera cobro de viáticos. Un
rubro interesante también para algún investigador, es el de determinar el
mecanismo de cómo han sido invitados muchos magistrados a prestigiosas
universidades y foros extranjeros, fuere a cursos o a conferencias... En fin la
lista de interrogantes es muy larga, pues estos datos no son del conocimiento
público.
Después de haber
visitado muchas veces en la cárcel a bienhechores públicos, que sólo han
trabajado desinteresadamente por la Patria, a todo Argentino que quiera hacer
por ella un desinteresado aporte, le diría “ARGENTINO, TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME”.
FUENTE: http://www.laprensa.com.ar/488569-La-sociedad-argentina-paga-mal-a-sus-bienhechores.note.aspx
NOTA: No todas las
imágenes ni destacados corresponden a la nota original.
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