Buenos Aires
13 de mayo, Festividad de la
Virgen de
Fátima. Año 2020
Sr. Director:
Nadie puede
asegurar cuándo y cómo terminará la pandemia y el encierro que ella impone. Lo
que si uno puede intuir es que, cuando todo esto termine se escribirán cientos
de libros y también se filmarán muchísimas películas con guiones que nos
hablarán de distintas situaciones vividas en estos tiempos de cuarentena y
encierro.
Es que lo que
estamos viviendo, a veces pareciera que no fuese real, que todos estamos
inmersos en un gran sueño del cual todavía no hemos despertado. Vivimos como si
estuviésemos siendo protagonistas de una película o novela de ciencia ficción y
futurismo. Pero la cuestión es que todos estamos encerrados en nuestras casas.
Y en el encierro ocurren muchas cosas que nos llevan a pensar y a reflexionar.
En mis otros
tiempos de encierro forzado, o mejor dicho de prisión, vividos en la última
década del siglo pasado como consecuencia del pronunciamiento militar del 3 de
diciembre de 1990, muchas cosas aprendimos. Por supuesto hay que destacar,
sobre todo y ante todo que, no es lo mismo la cárcel para un delincuente que
para aquél que ahí se encuentra por haber defendido ideales, que era nuestro
caso. Para el delincuente sin arrepentimiento, la cárcel es lo más parecido al
infierno, los segundos, minutos y horas resultan interminables y se sufre el
encierro, se padece.
Para el que no
es delincuente y es buena persona, el encierro sirve para conocerse así mismo,
acercarse a Dios y perfeccionarse. Siempre he sostenido que los hombres del 3
de diciembre de 1990, hemos vivido nuestra reclusión, por Gracia de Dios, en
una mezcla perfecta de templo y cuartel. Cuartel por el orden, el respeto y la
disciplina y templo por la espiritualidad que nos daba el rezo diario del Santo
Rosario y la posterior Eucaristía.
Y aquí viene
ahora mi principal reflexión de estos tiempos. Pero previamente debo aclarar
para aquellos lectores que no hayan leído mis anteriores escritos sobre esta
pandemia que, soy de los que piensan que todo ocurre porque la Providencia
Divina lo permite. Si es Soros, Bill Gates, la Banca Mundial, la masonería o el
mismo murciélago, todos ellos sólo son instrumentos más allá de que crean que
llevan la iniciativa. En síntesis, en términos militares, el Comandante supremo
de toda esta operación, no es otro que la Divina Providencia.
Y lo real y
concreto es que el encierro ha logrado aquello que tanto y tanto le ha pedido
en interminables oportunidades la Virgen Santísima en sus diferentes
Advocaciones a la grey Cristiana del mundo. En efecto, si hay algo que se nos
ha pedido en cada aparición, en cada locución privada que han recibido los
elegidos, es que recemos el Santo Rosario.
Y ocurrió que,
por Soros, Bill Gates o el murciélago, de repente, todas las familias
Cristianas del mundo, nos encontramos en nuestros hogares rezando el Santo
Rosario como jamás ocurrió en la historia de la Humanidad… si esto no es algo
del Cielo…!!! Lo que tantos y tantos años se nos pidió y no cumplimos, esta
cuarentena lo está posibilitando. Cerremos los ojos por un instante e
imaginemos a millones de familias rezando todos los días en sus hogares…
Ahora bien, y
¿para qué rezamos?, ¿qué más nos pide la Virgen Santísima? Nos pide que no nos
alejemos de Dios, que lo volvamos a poner en nuestros corazones, nos pide que
recemos por la conversión de todos aquellos que lo han dejado de lado,
especialmente por aquellos que pecan con extrema gravedad sobre los santos
inocentes con el aborto y por los que quieren destruir la familia tradicional
Cristiana con la ideología de género…
Hoy 13 de mayo
se conmemora en el mundo entero la festividad de la Virgen de Fátima. Unámonos
en millones de rezos del Santo Rosario por estas intenciones teniendo presente
Sus palabras: “Al final el Inmaculado
Corazón de María triunfará”…
¡Viva Cristo
Rey! ¡Viva María Reina!
¡Por Dios y
por la Patria!
Hugo Reinaldo
Abete
Ex Mayor E.A.
NOTA: Las imágenes
y destacados no corresponden a la nota original.
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