viernes, 15 de mayo de 2020

REFLEXIONES SOBRE EL ENCIERRO


Buenos Aires 13 de mayo, Festividad de la
Virgen de Fátima. Año 2020

Sr. Director:

Nadie puede asegurar cuándo y cómo terminará la pandemia y el encierro que ella impone. Lo que si uno puede intuir es que, cuando todo esto termine se escribirán cientos de libros y también se filmarán muchísimas películas con guiones que nos hablarán de distintas situaciones vividas en estos tiempos de cuarentena y encierro.

Es que lo que estamos viviendo, a veces pareciera que no fuese real, que todos estamos inmersos en un gran sueño del cual todavía no hemos despertado. Vivimos como si estuviésemos siendo protagonistas de una película o novela de ciencia ficción y futurismo. Pero la cuestión es que todos estamos encerrados en nuestras casas. Y en el encierro ocurren muchas cosas que nos llevan a pensar y a reflexionar.


En mis otros tiempos de encierro forzado, o mejor dicho de prisión, vividos en la última década del siglo pasado como consecuencia del pronunciamiento militar del 3 de diciembre de 1990, muchas cosas aprendimos. Por supuesto hay que destacar, sobre todo y ante todo que, no es lo mismo la cárcel para un delincuente que para aquél que ahí se encuentra por haber defendido ideales, que era nuestro caso. Para el delincuente sin arrepentimiento, la cárcel es lo más parecido al infierno, los segundos, minutos y horas resultan interminables y se sufre el encierro, se padece.


Para el que no es delincuente y es buena persona, el encierro sirve para conocerse así mismo, acercarse a Dios y perfeccionarse. Siempre he sostenido que los hombres del 3 de diciembre de 1990, hemos vivido nuestra reclusión, por Gracia de Dios, en una mezcla perfecta de templo y cuartel. Cuartel por el orden, el respeto y la disciplina y templo por la espiritualidad que nos daba el rezo diario del Santo Rosario y la posterior Eucaristía.

Y aquí viene ahora mi principal reflexión de estos tiempos. Pero previamente debo aclarar para aquellos lectores que no hayan leído mis anteriores escritos sobre esta pandemia que, soy de los que piensan que todo ocurre porque la Providencia Divina lo permite. Si es Soros, Bill Gates, la Banca Mundial, la masonería o el mismo murciélago, todos ellos sólo son instrumentos más allá de que crean que llevan la iniciativa. En síntesis, en términos militares, el Comandante supremo de toda esta operación, no es otro que la Divina Providencia.

Y lo real y concreto es que el encierro ha logrado aquello que tanto y tanto le ha pedido en interminables oportunidades la Virgen Santísima en sus diferentes Advocaciones a la grey Cristiana del mundo. En efecto, si hay algo que se nos ha pedido en cada aparición, en cada locución privada que han recibido los elegidos, es que recemos el Santo Rosario.


Y ocurrió que, por Soros, Bill Gates o el murciélago, de repente, todas las familias Cristianas del mundo, nos encontramos en nuestros hogares rezando el Santo Rosario como jamás ocurrió en la historia de la Humanidad… si esto no es algo del Cielo…!!! Lo que tantos y tantos años se nos pidió y no cumplimos, esta cuarentena lo está posibilitando. Cerremos los ojos por un instante e imaginemos a millones de familias rezando todos los días en sus hogares…

Ahora bien, y ¿para qué rezamos?, ¿qué más nos pide la Virgen Santísima? Nos pide que no nos alejemos de Dios, que lo volvamos a poner en nuestros corazones, nos pide que recemos por la conversión de todos aquellos que lo han dejado de lado, especialmente por aquellos que pecan con extrema gravedad sobre los santos inocentes con el aborto y por los que quieren destruir la familia tradicional Cristiana con la ideología de género

Hoy 13 de mayo se conmemora en el mundo entero la festividad de la Virgen de Fátima. Unámonos en millones de rezos del Santo Rosario por estas intenciones teniendo presente Sus palabras: “Al final el Inmaculado Corazón de María triunfará”…
    

¡Viva Cristo Rey!     ¡Viva María Reina!


¡Por Dios y por la Patria!


Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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