En “Aramburu”, que acaba
de publicar Planeta, la periodista reconstruye el crimen que fue el acto
fundacional de Montoneros
12 de mayo de 2020
Pedro Eugenio Aramburu fue ejecutado por un grupo armado el 1° de junio de 1970 |
El 29 de mayo de 1970 un grupo de jóvenes disfrazados de militares
se presentó en el domicilio de Pedro
Eugenio Aramburu. Sara, su mujer, los hizo pasar. Era el Día del Ejército,
y el ex presidente de facto no desconfió. Así lograron detenerlo, y someterlo a
lo que Montoneros denominaría un “juicio
revolucionario”. Lo trasladaron a una quinta en Timote, provincia de Buenos
Aires. Tres días después lo ejecutaron.
El secuestro y asesinato de Aramburu, motivado por la proscripción
del peronismo, los fusilamientos y el robo del cadáver de Eva Perón, fue el
acto de presentación de la organización guerrillera, el bautismo de un grupo que acapararía la escena política durante los
años siguientes.
El episodio lo reconstruye María O’Donnell en Aramburu, una investigación cuyo testimonio más importante es el de
Mario Firmenich. Confinado en su
casa de Villanueva y Geltrú, Barcelona, donde vive junto a su familia, el
miembro fundador de Montoneros y jefe de la organización hasta su disolución
definitiva accedió a una reunión con la periodista en agosto de 2017. Es el
único sobreviviente del grupo armado que asesinó al presidente de la
autodenominada Revolución Libertadora.
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¿Por qué un libro sobre Aramburu?
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Me parece que es un tema muy
incómodo, que todavía merece una discusión para poder abordar con el paso del
tiempo algunos temas que en ese momento generaron muchas divisiones. Además, es
el hecho fundacional de Montoneros, de la guerrilla peronista, la más
importante de la Argentina en la década del 70. Un hecho sobre el cual estaba
montado el relato fundacional del propio Firmenich como jefe de Montoneros, que
lo fue además hasta la disolución de Montoneros, y me pareció que ahí había
mucho para ir a buscar todavía.
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¿Cómo lograste llegar a Firmenich?
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Él insistentemente nunca me
contestó. Yo lo había buscado mucho para mi libro sobre Born y nunca había
podido dar con él. Después, en algún momento conocí al hijo Facundo, cuando
vino a la Argentina, porque va y viene desde España. Lo entrevisté un par de
veces. Después por recomendación de allegados a él empecé a contactar a la
mujer, porque él no me contestaba los mails. Ella conocía mi trabajo en Born.
Es historiadora y le había parecido que había hecho un trabajo honesto y serio.
Y ella, durante un tiempo, fue como un vehículo para tratar de llegar a él.
Entonces me tomé el riesgo de tomarme un avión, y me fui para allá. Primero fue
un no rotundo y después intermedió una persona cuya identidad prefiero no
revelar, un dirigente peronista con quien ambos teníamos relación, y más por
cumplir con un deseo de él que con mi pedido finalmente Firmenich accedió a
este almuerzo, que compartimos con la mujer.
Firmenich, máximo jefe de Montoneros y único sobreviviente del grupo que asesinó a Aramburu |
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¿Cómo describirías la actitud que tiene frente al asesinato de
Aramburu?
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Él tiene una reivindicación muy
grande al día de la fecha, y eso no ha cambiado nunca, si uno lo ve a lo largo
de la historia. Incluso cuando le da el indulto Menem, que se lo da junto con
los militares, y hace un reportaje con Neustadt, hace una suerte de
autocrítica. En ese contexto, Neustadt le dice: “¿Y Aramburu?”. Y él responde: “A
Aramburu lo juzgó el pueblo, no fuimos nosotros; nosotros solo fuimos los
ejecutores de la decisión”. Y es un poco lo que me encuentro cuando hablo
con él. Tiene la idea de
que la violencia arranca en el 55 con el golpe a Perón y que si hubo un
Aramburu es porque antes hubo un 55, bombardeos, fusilamientos...
Incluso va más allá y plantea el tema de Dorrego. Lo entiende como una
respuesta lógica a lo precedente y eso me parece que también tiene en común un
gran sector del peronismo. Entienden que un recorte de los 70 para adelante es
un recorte injusto. También me doy cuenta de que es su propio relato
fundacional de Montoneros, de él como único sobrevivente del grupo que mató a
Aramburu, y eso le da su identidad. Eso lo ha convertido en una especie de
paria, es el único dirigente importante montonero, que nunca más pudo
reinsertarse en la Argentina y es un deseo que evidentemente tuvo y una
situación que le resulta muy frustrante.
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En el correo electrónico que te envía él habla de esta “exclusión”, y en cierto modo se
victimiza. ¿Creés que es inmerecido el desprestigio de Firmenich?
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Lo que me doy cuenta es que en
él se depositan todas las críticas a Montoneros, y al militarismo y a la
soberbia, rasgos de su personalidad. Puedo ponerme en su punto de vista y entender que sienta que es injusto
que sea solo contra él la crítica. Evidentemente no fue el único
dirigente importante que condujo Montoneros, pero fue su jefe desde el 71 en
adelante. Me parece que al final Firmenich es el representante de todas las
decisiones de Montoneros.
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Algo llamativo es que el secuestro del cuerpo le parece un exceso.
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Sí, es raro, ¿no? Ahí hay toda
una discusión sobre si ese operativo que Paco Urondo hace en el 74 es con o sin
autorización de Firmenich. Lo hablé con muchos montoneros. Algunos me dijeron
que Paco Urondo por su personalidad pudo haber hecho algo por las suyas; otros
me dicen que algo tan imbricado e importante para la historia de Montoneros
como el cuerpo de Aramburu no lo hubiesen tocado nunca sin el permiso de la
conducción. Pero bueno, más allá de eso, lo que me dice a mí Firmenich es esto
de “con los muertos no se jode, somos
católicos”. Y ahí hay un momento anterior de la cosa católica, donde uno
quita la vida de alguien. Para
un católico, es un momento trascendental, y él encuentra una justificación para
matar a Aramburu pero encuentra mal robar su cuerpo de la Recoleta.
Tumba de Pedro Eugenio Aramburu, en el Cementerio de la Recoleta |
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¿Por qué Aramburu y no Rojas?
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Lo que me dijo Firmenich es que
Rojas tenía mucha seguridad, lo cual es cierto, estaba mucho más desamparado en
materia de seguridad Aramburu. Eso le dio a la familia de sospechar que fue
algo que hizo a propósito Onganía. El Aramburu que matan en los 70 no era el Aramburu antiperonista
furioso del 55. Era un Aramburu que se había dado cuenta de que ahí
había un juego imposible sin el peronismo, y que tenía ambiciones personales de
ser él el Lanusse, el que llevara un poco adelante la transición y alguna apertura...
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Bueno, tenía contacto con Perón...
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Tenía contacto por
intermediarios, sí. La versión de Firmench es que les daba lo mismo cualquiera
de los dos y encontraron más desprotegido a Aramburu. Y la versión de otros,
que tiene un costado interesante, es que Aramburu era un personaje de mucho más
peso político que Rojas. Rojas era un jubilado de la política y Aramburu era un
jugador que podía un poco ofrecer una salida que ese grupo de Montoneros no
quería que ocurriera.
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¿Tiene algún asidero la versión que indica que la operación se
concretó con la complicidad de Onganía?
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Hay un hecho objetivo que es la
facilidad con que lo secuestran, la falta de una custodia de un ex presidente,
en un momento en el cual ya había empezado una situación de hechos que tenían
como objetivos algunos militares o policías. Además, él había tenido un
atentado en la quinta. El
hecho de que no tuviese protección fue siempre un factor que a la familia de
Aramburu le pareció sospechoso. También, la demora de Onganía. Tardan mucho
en tomarse en serio el secuestro. Primero creen que es un autosecuestro, un
hecho de propaganda de Aramburu. La desconfianza entre Onganía y Aramburu,
sobre todo los militares que rodeaban a Onganía, hizo que la reacción fuera muy
lenta. Ahora, todas las versiones de los amigos de Aramburu que apuntan a que
Montoneros lo secuestra y lo entrega en la Facultad de Derecho a la
inteligencia del Ejército, que se muere en el hospital, son todas muy
disparatadas. Yo no encontré ningún asidero. Uno puede preguntar qué grado de infiltración podía tener
ese grupo original de Montoneros, por las relaciones del mundo católico,
nacionalista, sobre todo de la familia Abal Medina, con Onganía, y si
ellos estuvieron al tanto y no hicieron nada. En su momento se le preguntó a la
Casa Rosada por los famosos supuestos ingresos de Firmenich, pero la causa
judicial dice que no hubo ningún ingreso. Así que yo no encuentro en ninguna de
las versiones de allegados a Aramburu suficiente evidencia como para
considerarlas creíbles.
Portada de "Aramburu", el libro de María O'Donnell que publicó Planeta |
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¿Qué es lo que torna insuficiente el relato de Firmenich sobre el
secuestro y asesinato?
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Hay varias cosas que son
bastante inconsistentes. Por ejemplo, él dice que lo secuestran a Aramburu y
cambian autos ahí en la parte de atrás de la Facultad de Derecho. Era una época
en que los dos jefes eran Abal Medina y Emilio Maza. ¿Maza, que era un jefe de la célula, se vuelve?
¿No va a La Celma? Rarísimo. Después en el relato famoso de La causa
peronista dice que Capuano Martínez, que era el mejor chofer del grupo,
supuestamente va en un taxi, porque Firmenich tenía un taxi. ¿Entrar a provincia de Buenos
Aires con un taxi porteño? Rarísimo. Después hay varios momentos en los
que él dice “un compañero” y no lo
identifica. Hay un cuarto hombre que él no identifica, y no sabemos quién es. Y
podría haber un quinto también. Y él mismo a mí me dice que hay alguien que él
no identificó. Uno más hay seguro, y es muy poquito. Si no, se supone que
estaba Abal Medina solo en el sótano con Aramburu, ¿y a Aramburu lo matan con
dos armas distintas, de dos calibres distintos? ¿Y lo vas a matar y queda uno
solo en el sótano con él? No es lógico. Tiene muchos agujeros ese relato. Creo que es el relato
que armó Firmenich. Es el líder de Montoneros, es el dueño del relato original,
indiscutido.
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El relato de la ejecución que publica Grassi presenta a Aramburu
bajo una luz favorable, digno en la muerte. ¿Fue un error político?
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Para mí fue muy interesante
hablar con el hijo de Aramburu, porque al leerlo uno dice: ¿realmente cuando te
están por matar querés atarte los cordones de los zapatos y afeitarte? Son
reacciones que te llaman la atención. Aramburu hijo me contó que cuando leyó el
relato de La causa peronista, con toda la desconfianza que él tiene, reconoció
cada uno de esos gestos de su padre. Porque era un tipo muy metódico, porque
era un tipo muy prolijo, porque tenía esta idea de cierta pulcritud. Y en ese relato final, cuando en
un sótano, con la boca tapada, y las manos y los pies atados, y los cordones
atados, le dice “proceda” con una servilleta de la boca, obviamente es un
relato que enaltece mucho al adversario, si se quiere. No sé si fue algo
pensado o no, pero es un relato que le da dignidad, seguro.
El secuestro del ex presidente de facto en la tapa de La Nación |
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¿Cómo convive el hijo de Aramburu con este hecho?
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Es alguien que admiraba muy
profundamente a su padre. Él en un momento dice: “Cuando ocurre algo así, no hay ninguna víctima”. Una familia que
quedó muy rota: su hermana no volvió nunca más a la Argentina, está casada con
un diplomático, y quedó él como hijo único, a cargo de la madre, viuda. Y él tiene una suerte de
frustración de sentir que su padre pasó al olvido, y un poco su gran
frustración es que en la historia el Aramburu que mata Montoneros es el símbolo
del antiperonismo, y él siente que es injusto con lo que era su padre en 1970,
que no era el del 1955.
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¿Pudiste dar con todos los testimonios que buscabas?
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Bueno, en esto del supuesto
quinto me quedé cerca, pero me hubiese gustado terminar de tener un poco más de
claridad respecto de quién estaba ahí. Igual también me di cuenta de que es
secundario, en el sentido de que lo que pasó ahí fue que Firmenich se adueñó
del relato. En el libro hablo mucho del primer período de la fundación de
Montoneros, sobre todo ese primer año y medio en que lo matan a Abal Medina en
William Morris, cae Maza en La Calera, cae Sabino Navarro en Córdoba, una
sucesión de caídas que lo deja a Firmenich al frente, siendo que era el quinto
en menos de un año y medio. De ahí en adelante pasó a ser el único jefe para
siempre. La consolidación
del poder de Firmenich en el origen, en base a ese relato de La Celma, me
interesó mucho.
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Contás en detalle la formación y extracción de los dirigentes de
Montoneros, y en cómo conviven en la organización personajes más vinculados a
un nacionalismo católico o peronista, y otros más ligados al marxismo. ¿Cómo
hay que entender la identidad de Montoneros?
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Una cosa es Montoneros antes de
Aramburu, y otra es lo que se vuelve después. En el origen, son obviamente un
nacionalismo católico, no necesariamente peronista. Aramburu le termina de dar
a Montoneros una identidad peronista, pero era un nacionalismo católico de
derecha. Para mí fue un descubrimiento encontrar muchos rastros del
entrenamiento en Cuba de la célula original. Hay un encuentro entre ese
catolicismo y los grupos revolucionarios latinoamericanos. No eran necesariamente
peronistas. Creo que termina de adquirir la identidad, y de apropiarse de la
resistencia peronista a partir de Aramburu como símbolo. Ahora, con el
socialismo que pedían ellos, si uno mira sus primeros comunicados, no termina
de entenderse qué era lo que buscaban. Después sí agarran las características
de la guerrilla latinoamericana, pero eso es otra historia.
La periodista y politóloga María O'Donnell, autora de "Aramburu" |
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Le dedicás un capítulo a Sabino Navarro, una figura no tan explorada
como otras de Montoneros, que llama la atención por su origen obrero.
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Sabino era un tipo más grande,
y había tenido contacto con Abal Medina antes de Aramburu, y hasta donde sé no
le cuentan que iban a estar en lo de Aramburu, pero sí que estaban con algo
grande. Un poco después de Aramburu, y de La Calera, algo que los deja muy
expuestos. Todo lo bien que les había salido en términos de una operación
militar, hacen todo mal en La Calera, pero a partir de ahí gran parte del grupo
se refugia en las redes de Sabino Navarro. Era alguien obrero, cuyo papá había
hecho la migración del interior a los suburbios pobres del conurbano. Era
realmente un obrero. Y ese pequeño período es muy interesante. Era un tipo
también muy humano en el sentido de que tenía muchas debilidades, como se las
consideraba en la época: enamorarse, andar con mujeres que no participaban de
la organización... Pero evidentemente era una figura que representaba esto otro, los vínculos
con las organizaciones obreras, con los sindicatos obreros, con las fábricas,
todo eso que no tenía el montonerismo de Firmech. Sabino era otra cosa,
y en eso se sienten mucho más reflejados los cordobeses, que estando en la
cárcel rompen con Montoneros.
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Te referís sobre el final al debate sobre los 70, que estuvo muy
presente sobre todo durante el kirchnerismo. Hubo incluso personalidades afines
que reivindicaron la lucha armada. ¿Cómo ves esto?
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Me parece que ya nadie hace una
reivindicación de la lucha armada explícita, pero todo hay que ponerlo en su
contexto. Es un mal ejercicio saltearse el momento, pero uno sí puede mirar
para atrás con autocrítica. Ese momento de máxima violencia, 74, 75, fue el
último mejor momento de la economía argentina, en niveles de desigualdad, de
pobreza. Era un momento que visto con los ojos de hoy era significativamente
mejor. Me parece que
Montoneros, y la Juventud Peronista, estuvieron representados en el gobierno de
La Cámpora. Por algo se llaman así. En la última campaña le pregunté a
Larroque por qué se llamaba La Cámpora, y me dijo que por la lealtad de
Cámpora. Lo cual creo que es un discusión que hacia afuera no quieren dar, pero
me parece que es una discusión que aún no se ha dado con suficiente sinceridad.
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