martes, 15 de marzo de 2016

40 AÑOS ¿NO ES NADA?

por Santiago Floresa


Si bien ya en tiempos del Presidente Frondizi el terrorismo había comenzado con el crimen  perpetrado por los "Uturuncos" por medio de una bomba que mató a una niña de tres años e hirió a sus hermanitos, no tendría mayor actuación hasta los setenta, con el asesinato del General Aramburu. Vuelto Perón con ideas de reconciliación, en pocos días Montoneros le "tiró" el cadáver del sindicalista José Rucci en la mesa de las negociaciones por espacios de poder (jocosamente bautizaron el crímen "Operación Traviata", por los 23 agujeritos de la publicidad de la galletita Traviata).


Luego de la acción terrorista de Azul, el general Perón instó a las FFAA y FFSS a buscar y exterminar "a estos psicópatas, uno por uno", y muerto el viejo líder el Gobierno de Isabel Perón firma el famoso decreto de aniquilamiento del acccionar subversivo. El gobierno había elegido de los tres planes expuestos por el General Videla, el más rápido y cruento.


Empieza entonces la escalada de la contraofensiva de las FFAA y FFSS de la Nación, cuyos máximos responsables fueron la Comandante en Jefe de las FFAA y Presidente Doña María Estela Martínez, los ministros de Defensa y de Seguridad, los Comandantes de las tres Fuerzas, y de alguna manera por acción u omisión, las máximas autoridades del Poder Legislativo y Judicial.

Cuando en el verano de 1975 el caos del país resulta insostenible, y el Dr. Luder -entre otros-se opone a la salida institucional y democrática que implicaba el juicio político a la Presidente, lo que sostenían algunos como el Diputado por Córdoba Palacio Deheza, llega el golpe del 24 de Marzo de 1976. Los jóvenes deberían leer los diarios y actas del Congreso de entonces para formar su juicio sobre acontecimientos tan complejos; muchos políticos, intelectuales y medios de comunicación -que parecen haber perdido la memoria-apoyaron entonces el gobierno de facto.


El plan de la contraofensiva continuó lamentablemente de la misma forma en  la que se había iniciado, con los métodos aconsejados desde el extranjero para llevar la guerra sucia, entrando en el inescrupuloso y pragmático terreno elegido por las bandas terroristas, para las cuáles las muertes (probablemente 1.000.000 serían necesarias según el Comandante del ERP), los secuestros, los robos, y las torturas, estaban justificados para llegar a la Patria Socialista.


Al cabo de 40 años, por una suerte de prestidigitación alevosamente cínica (y chanta como corresponde a estas latitudes de "vivezas criollas"), resulta que: 1) Los guerilleros fueron una especie de ángeles idealistas que merecen homenaje, indemnización, e imitación. Todos libres y muchos en convertidos en prósperos funcionarios, cuando no en maestros de Derechos Humanos. 2) Las máximas autoridades que urdieron el plan de represión, comenzando por la Comandante en Jefe, sus Ministros, y los integrantes de los tres poderes, que utilizando las expresiones de los actuales jueces prevaricadores "no podían desconocer lo que estaba sucediendo", no recibieron ninguna sanción ni limitación de su libertad. 3) Los Comandantes de la Armada y del Ejército fallecieron en prisión. 4) Los chivos expiatorios de "los años de plomo" permanecen en prisión, siendo en su gran mayoría jóvenes oficiales o suboficiales de las FFAA y FFSS cuya función se limitaba al cumplimiento de las órdenes del superior, según principio milenario de doctrina castrense. Para lograr su prisión debieron anularse ilegalmente indultos, amnistías, y  principios universales de legalidad. 5) Repetidamente se ha negado el Estado hacer pública la nómina de los beneficiados por las jugosas indemnizaciones, lo que da pie a suponer que debe haber un negociado gigantesco detrás de ellas.

Tenemos la esperanza de que recuperemos en este país la seriedad y los mínimos principios de ética, para contar la historia sin deformaciones intencionadas para manipular a las masas de acuerdo  a  las pasiones -y/u otras conveniencias- de las personas que ejercen en los máximos poderes del Estado Nacional.

Santigo Floresa
Juncal al 1800
Capital Federal

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