por Santiago Floresa
Si bien ya en tiempos del
Presidente Frondizi el terrorismo había comenzado con el crimen perpetrado por los "Uturuncos" por medio de una bomba que mató a una niña de
tres años e hirió a sus hermanitos, no tendría mayor actuación hasta los
setenta, con el asesinato del General Aramburu. Vuelto Perón con ideas de
reconciliación, en pocos días Montoneros le "tiró"
el cadáver del sindicalista José Rucci en la mesa de las negociaciones por
espacios de poder (jocosamente bautizaron el crímen "Operación Traviata", por los 23 agujeritos de la
publicidad de la galletita Traviata).
Luego de la acción terrorista
de Azul, el general Perón instó a las FFAA y FFSS a buscar y exterminar "a estos psicópatas, uno por uno",
y muerto el viejo líder el Gobierno de Isabel Perón firma el famoso decreto de
aniquilamiento del acccionar subversivo. El gobierno había elegido de los tres
planes expuestos por el General Videla, el más rápido y cruento.
Empieza entonces la escalada
de la contraofensiva de las FFAA y FFSS de la Nación, cuyos máximos responsables fueron la Comandante en Jefe de las FFAA y
Presidente Doña María Estela Martínez, los ministros de Defensa y de Seguridad,
los Comandantes de las tres Fuerzas, y de alguna manera por acción u omisión,
las máximas autoridades del Poder Legislativo y Judicial.
Cuando en el verano de 1975
el caos del país resulta insostenible, y el Dr. Luder -entre otros-se opone a
la salida institucional y democrática que implicaba el juicio político a la
Presidente, lo que sostenían algunos como el Diputado por Córdoba Palacio
Deheza, llega el golpe del 24 de Marzo de 1976. Los jóvenes deberían leer los
diarios y actas del Congreso de entonces para formar su juicio sobre
acontecimientos tan complejos; muchos políticos, intelectuales y medios de
comunicación -que parecen haber perdido la memoria-apoyaron entonces el
gobierno de facto.
El plan de la contraofensiva
continuó lamentablemente de la misma forma en
la que se había iniciado, con los métodos aconsejados desde el
extranjero para llevar la guerra sucia, entrando en el inescrupuloso y
pragmático terreno elegido por las bandas terroristas, para las cuáles las
muertes (probablemente 1.000.000 serían necesarias según el Comandante del
ERP), los secuestros, los robos, y las torturas, estaban justificados para llegar
a la Patria Socialista.
Al cabo de 40 años, por una
suerte de prestidigitación alevosamente cínica (y chanta como corresponde a
estas latitudes de "vivezas
criollas"), resulta que: 1) Los guerilleros fueron una especie de
ángeles idealistas que merecen homenaje, indemnización, e imitación. Todos
libres y muchos en convertidos en prósperos funcionarios, cuando no en maestros
de Derechos Humanos. 2) Las máximas autoridades que urdieron el plan de
represión, comenzando por la Comandante en Jefe, sus Ministros, y los
integrantes de los tres poderes, que utilizando las expresiones de los actuales
jueces prevaricadores "no podían
desconocer lo que estaba sucediendo", no recibieron ninguna sanción ni
limitación de su libertad. 3) Los Comandantes de la Armada y del Ejército
fallecieron en prisión. 4) Los chivos expiatorios de "los años de plomo" permanecen en prisión, siendo en su
gran mayoría jóvenes oficiales o suboficiales de las FFAA y FFSS cuya función
se limitaba al cumplimiento de las órdenes del superior, según principio
milenario de doctrina castrense. Para lograr su prisión debieron anularse
ilegalmente indultos, amnistías, y principios
universales de legalidad. 5) Repetidamente se ha negado el Estado hacer pública
la nómina de los beneficiados por las jugosas indemnizaciones, lo que da pie a suponer que debe haber un
negociado gigantesco detrás de ellas.
Tenemos la esperanza de que
recuperemos en este país la seriedad y los mínimos principios de ética, para
contar la historia sin deformaciones intencionadas para manipular a las masas
de acuerdo a las pasiones -y/u otras conveniencias- de las
personas que ejercen en los máximos poderes del Estado Nacional.
Santigo Floresa
Juncal al 1800
Capital Federal
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