Actividades
particulares nos han mantenido alejado de nuestro blog y hemos perdido
continuidad con algunos temas, como por ejemplo, la injusta condena a la señora Cecilia Pando por parte del juez Guillermo Morosi, titular del Juzgado en lo Penal,
Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires N° 13; no hemos
manifestado nuestra felicidad porque la elección del Espíritu Santo recayera sobre el ahora Papa Francisco y tampoco hemos podido ayudarlo contra la bajeza del
plan para desprestigiar a Su Santidad…
el mismo plan que se usó y se utiliza para
detener, juzgar y condenar a los Presos
Políticos. En fin son temas demasiado importantes para ponernos al día.
Por
ahora solo nos limitaremos, como católicos, a expresar nuestra profunda alegría
por la designación del nuevo Papa
Francisco. Alegría que palpita en los corazones de la mayoría católica del
pueblo argentino y quienes no se sienten representados por la fría carta de
cortesía obligada, que debió firmar la presidente.
Francisco pasará a la
historia universal por ser el primer Obispo
de Roma de origen latinoamericano, es el único argentino que ocupa el
máximo cargo de guía espiritual de 1.200 millones de católicos del mundo…
ningún natural de estas pampas, se había desempeñado anteriormente en un puesto
de tanta responsabilidad y jerarquía internacional. El Papa no necesita ayuda
para defenderse de los arteros ataques dirigidos a desprestigiar su persona y
la de la iglesia… solo basta con que el señor lo haya elegido para que sea su
representante en la tierra.
También
felicitamos a nuestra nueva socia la doctora
Andrea Palomas Alarcón, quién tuvo la iniciativa de incentivar a muchas
personas para que el día que el juez
difundiera los fundamentos de la sentencia a la señora Cecilia Pando, se acercaran al tribunal y no la dejarán
sola. Esa convocatoria fue de un rotundo éxito y la señora Pando estuvo acompañada por mucha gente agradecida por su desigual lucha contra la
injusticia.
Ahora
les dejaremos la nota publicada en el diario El Tribuno de Salta por
el profesor Mauricio Ortín, su título
lo dice todo.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
Por una Nueva Década en Paz y para Siempre
HEBE ES ASÍ Y PANDO NO ES ASÍ
MAURICIO
ORTIN
La señora Cecilia Pando ha sido condenada
a cinco meses de prisión en suspenso y también a cumplir 30 horas mensuales de
trabajo comunitario.
Cecilia Pando
había sido acusada por manchar los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo que
están pintados en cercanías a la Pirámide de Mayo (ella niega categóricamente la acusación). La denuncia había sido
presentada en 2009 por el integrante de
la agrupación Hijos, Carlos Pisoni,
el ahora funcionario K de la Secretaría
de Derechos Humanos de la Nación. La prensa, en general, se hizo eco de lo
sucedido destacando la militancia en contra de la justicia K de la señora Pando.
Carlos Pisoni
Así,
los grandes diarios y agencias argentinas se han referido a
ella en similares términos acentuando lo de: “La activista que defiende a los genocidas de la dictadura”
(Télam); “la defensora mediática de la
dictadura militar” (Infonews); “la
activista que reivindica la última dictadura militar y defiende a los
represores” (Clarín). Sin embargo, lo obvio e impactante de la noticia es
justamente lo que la prensa omitió o no alcanzó a advertir: la discriminación
que hacen los jueces con los que desafían el relato K. Porque, si hay algo que
repugna al sentido común es la aplicación de la ley haciendo diferencias
brutales entre iguales.
Es
que, lo sucedido, en el peor de los casos, suponiendo que fuera responsable de
lo que se la acusa (ella jura su inocencia), origina un daño insignificante e
intrascendente que no merece la aparatosidad de un juicio.
Un grupo de Madres de Plaza de Mayo "tomó" la Catedral. Foto: Aníbal Greco
Si
se aplicara la misma vara por, entre otras cosas y como ella misma lo admitió,
a saber: haber tomado y pintarrajeado con mensajes ofensivos la Catedral de
Buenos Aires y haber hecho sus necesidades atrás del altar; haberse esfumado
(léase “chorearon”) de su propia
Fundación los 300 millones de pesos de los contribuyentes destinados a casas
para los pobres; o haber llamado turros y coimeros a los miembros de Corte Suprema
Justicia, ¿qué pena le hubiese correspondido a Hebe de Bonafini? Ah, pero a ella no, a ella se puede y se debe
perdonarle todo. Así, el juez de la
Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, al agravio de “coimero” recibido contestó que “Hebe es Hebe y es querible”
y “todos sabemos que Hebe es así, yo no me siento personalmente ofendido”.
Expresiones,
vagas si las hay, las de Zaffaroni,
que dan lugar a diversas interpretaciones. Por ejemplo, que “Hebe
es una loca de atar y no hay que prestar atención a las gansadas que excreta”
o “Hebe
dice la verdad y por ello no me siento personalmente ofendido cuando me llama
coimero”; o (y vale, también, para ciertos jueces, periodistas y políticos)
“Hebe
es Hebe y puede hacer lo que se le
venga en gana y cuando se le dé la gana”. Pando, en cambio, no. Pando,
porque es Pando, no es querible.
Más
bien, es odiable por demandar justicia y no venganza. Pero, ¿que quién es Pando? Según Wikipedia, Cecilia Pando, el 24 de marzo de 1976
contaba con ocho años de edad y, cuando finalizó la dictadura, recién cumplidos
los dieciséis. Inimputable, a los efectos legales. Tampoco tiene antecedente
alguno que la ligue a cargo o función alguna de ese gobierno. Distinto es el
caso, por nombrar algunos, del diario
Clarín, del juez Zaffaroni, del canciller
Timerman y de Alicia Kirchner.
De
los millones de argentinos que apoyaron o formaron parte de la dictadura, unos
cuantos (entre ellos, los mencionados) asumen el rol de implacables jueces de
los militares al mismo tiempo que ensalzan y justifican a los terroristas de
izquierda. Políticos justicialistas,
radicales, socialistas y de casi todos
los partidos, así como miembros de
gremios, iglesias y medios de difusión, que hoy miran para
otro lado, ocuparon embajadas, ministerios, intendencias y secretarías durante
la dictadura ; sin embargo, el monstruo
de siete cabezas (que por entonces tenía diez años) y enemigo público a
condenar y acallar, es “la Pando”.
Lo
asombroso en nuestro país es que haya gente que, sin armarse con una buena
dosis de Reliverán, a eso le llame
“justicia”.
NOTA: Las imágenes y
negritas no corresponden a la nota original.
Cecilia. Una vez mas tu impúdica con-dena confirma la falta de imparciali-dad de determinados jueces que deni- grando su cargo producen estos aten- tados judiciales, y ratifican que tu lucha por la verdad, está plenamente justificada. Te felicito por tu va-lor, deseando que no te desalientes, que tu esfuerzo no es en vano, y que el éxito coronará tanto sacrificio. Con afecto... Eduasdo de Casas
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