Por Ricardo Angoso
Protestas en Brasil
En otras palabras, el expresidente Lula Da Silva le entregó
a la Señora Dilma Rousseff un Brasil que lideraba el mundo multipolar y que
mostraba un sistema político de izquierda democrática
El Brasil del expresidente Lula había preparado una agenda
para los próximos años de próximos años. Para este mismo año tenemos la Copa
Confederaciones de Fútbol, la Jornada de la Juventud Católica que culminaría
con la visita del Papa Francisco, la Copa Mundial de Fútbol el año 2014 y los
Juegos Olímpicos de verano el año 2016.
En otras palabras, el expresidente Lula Da Silva le entregó
a la Señora Dilma Rousseff un Brasil que lideraba el mundo multipolar y que
mostraba un sistema político de izquierda democrática, con una base
sindicalista y que mostraba índices de popularidad sólidos.
Pero de un día para otro, entre los dos tiempos de un
partido de fútbol, esa agenda dorada se discutía en las calles y en las redes
sociales la idoneidad y oportunidad de esos eventos. De allí a las protestas
masivas y permanentes, solo había un paso.
Ya tenemos más de una semana de protestas en todo el Brasil,
en las principales ciudades del país, pero especialmente en Brasilia las
manifestaciones se dirigieron contra el Congreso, acusando a los legisladores
de proteger la corrupción, mientras se discutía la limitación de los poderes de
la Fiscalía para investigar los casos de malversación de fondos.
Recordemos que varios miembros del alto gobierno del
expresidente Lula Da Silva han sido investigados, acusados y condenados por
estas investigaciones.
Podríamos seguir elaborando los detalles de la protesta de
Brasil, pero cabe preguntarse: ¿la protestas en el mundo árabe, los indignados
de España, los que ocuparon Wall Street en los Estados Unidos, por solo nombrar
algunos de los últimos movimientos sociales, pertenecen al mismo grupo?
Es difícil de determinar. Hay algunos elementos que son
comunes, la ausencia de partidos o grupos políticos estructurados que lideren
los movimientos sociales, el amplio uso de los teléfonos celulares y las redes
sociales, la critica a los partidos políticos y al ejercicio de la democracia y
unos niveles reducidos de uso de la violencia, ya que las protestas son mas de
tipo pasivo que activa.
Sin embargo, hay un aspecto de fondo, estructura y claro,
las personas que protestan no quieren una revolución violenta y sangrienta. No
quieren un cambio brusco, no quieren una junta que intervenga. La gente que
protesta en todas partes del mundo quiere transparencia en la toma de
decisiones, que la asignación de recursos económicos tenga una lógica social y
que en general los gobiernos tengan una mayor transparencia y cercanía con la
población.
Los años que han precedido al fin de la Guerra Fría, el fin
de la historia, la explosión de la globalización han reducido las barreras de
la comunicación acercando los procesos políticos a la gente. La gente ya no ve
a los políticos como figuras honorarias, alejadas de la gente, con privilegios
de reyes. Esa idea ya no existe, los gobernantes se perciben por la población
como verdaderos servidores públicos y ese es el principal legado de estas
protestas.
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