por Horacio
Guglielmone y Jorge P. Mones Ruiz
El 19 de agosto de
1964 en la Cámara de Diputados (Gobierno
del Presidente Arturo Illía), con motivo de la incursión desde Bolivia del Ejército Guerrillero del Pueblo
(argentinos y cubanos), en la zona de Orán, Provincia de Salta, el entonces Ministro de Interior, Dr. Juan Palmero, decía: “...El movimiento guerrillero en el país se
organiza con el objetivo fundamental de lograr el cambio de estructuras, de
atentar contra la Constitución, la organización, y los métodos y formas de vida
de nuestra República”. A su vez, en el mismo recinto, el Canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz
sostuvo: “...la existencia de un poder
destructivo tan extraordinario como el que surge de la energía atómica y que ha
determinado... que la competencia se derivase a otro método... el de la guerra
revolucionaria: guerra no declarada, silenciosa, pero guerra inexorable, global
y permanente... El comunismo se establece en la República de Cuba, se implanta
como una organización revolucionaria de guerra permanente, de tipo
revolucionario... vemos que Cuba se ha convertido en un foco de perturbación
dentro de la sociedad americana... Desde las radios de Cuba se está haciendo
permanentemente la incitación a la insurrección continental. Se preparan
jóvenes de todos los países. Desde la Argentina han ido ochocientos de los
cuales doscientos o trescientos están recibiendo aprendizaje revolucionario en
las escuelas especializadas de Cuba. Sostuvo Fidel Castro el 26 de julio del
mismo año que la ayuda a los movimientos revolucionarios no puede ser negociada”.
Cuando se produjo el
ataque del terrorista Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) al Regimiento
de Azul en enero de 1974, entre otras cosas, decía el Tte. Gral. Juan Domingo Perón, en relación a la guerrilla
terrorista: “...Todo tiene un límite... se
trata de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la
existencia misma de la Patria y de sus instituciones... El objetivo perseguido
por estos grupos minoritarios es el pueblo argentino, y para ello llevan a cabo
una agresión integral”. “Por ello, sepan ustedes que en esta lucha no están
solos, sino que es todo el pueblo que está empeñado en exterminar este mal...”.
“La estrategia general que conducimos desde el Gobierno, nos lleva a actuar
profundamente sobre las causas de la violencia y la subversión, quedando la
lucha contra los efectos a cargo de toda la población, las fuerzas policiales y
de seguridad, y si es necesario de las Fuerzas Armadas”.
Dijo Perón el 1 de Mayo de 1974 desde la
Casa Rosada: “...estos infiltrados que
trabajan adentro y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan
desde afuera, sin contar que la mayoría son mercenarios al servicio del dinero
extranjero”. “…Mocosos imberbes y estúpidos…”
Senador
radical Fernando de la Rúa (28 de Agosto de 1974): “...Hay que eliminar este clima de
terror...si esto continúa acabaremos viendo enfrentamientos demasiado vastos y
dolorosos y entonces no habrá orden ni ley ni Estado y así no podrá sobrevivir
la sociedad.”
Diputado
radical Antonio Trócoli (25 de Febrero de 1975): “...porque no hay duda alguna de que a
partir de 1 de julio de 1974 la República ha entrado en un plano inclinado... Todo
está peor que al 25 de mayo de 1973. ¡Grave emergencia nacional!, señor
Presidente. ¡Así lo ha calificado nuestro partido! (UCR)”.
A raíz del gravísimo
ataque realizado por los terroristas
Montoneros contra el Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa el 5 de Octubre de
1975, el máximo líder del radicalismo,
el Dr. Ricardo Balbín, ratificó y amplió los conceptos de Perón, en la ciudad de Tinogasta
(Catamarca): “La guerrilla metida en los
montes carece de banderas y de sentimientos; no tiene sentimientos porque
destruye y no tiene banderas porque es antinacional. Hay un seguro de vida
contra ellos; cuando atacan no miran a quienes matan y cuando los toma la
Justicia reclaman la solidaridad del pueblo para sacarlos; es decir que la
guerrilla con seguro de vida es la guerrilla de los cobardes”. “Cuando los
padres entierran a sus hijos, los países se quedan parados -y parece que al
país lo quieren parar- enterrando agentes de seguridad, militares, marinos, a
sencillos hombres de la democracia, a los cuales les regalamos discursos cuando
mueren, y yo quiero cantarles los seguros de la victoria cuando viven”.
El Ministro de Defensa peronista Tomás Vottero
(16 de Diciembre de 1975) refiriéndose a la subversión, dijo: “Es determinación del gobierno no dejar de
hacer nada de lo que esté dentro de nuestras facultades y de nuestro poder de
decisión, hasta alcanzar su más completo exterminio”.
El Diputado peronista Stecco (18 Mar 76): “que no vaya a ocurrir que cuando llegue la
hora del castigo a los asesinos que hacen correr la sangre por nuestras calles,
alguien salga en su defensa… hay que perseguirlos hasta sus guaridas y matarlos
como a ratas, porque no merecen vivir en este suelo”.
En el mes de
septiembre de 1983 apareció una solicitada en los diarios con el título “LOS
ARGENTINOS QUEREMOS DECIRLE AL MUNDO”
Rescatamos algunos párrafos:
“Los
argentinos estuvimos en guerra. Todos la vivimos y la sufrimos. Queremos que el
mundo sepa que la decisión de entrar en la lucha la provocó e impuso la
subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas. Fue una decisión de
argentinos. Todos, absolutamente todos los hombres de buena voluntad que
habitan el suelo argentino, pedimos en su momento a las FFAA que entraran en
guerra para ganar la paz. A costa de cualquier sacrificio... Y tal como
cualquier otra guerra, la nuestra también tuvo su precio... Porque en ella hubo
muertos y desaparecidos... Argentinos que cumplían con su deber... Y murieron
también muchos de aquellos que pretendieron imponernos ideologías extremistas y
un sistema de vida totalmente ajeno a nuestro sentir nacional... Ese fue el
precio de la guerra”. Las instituciones que abajo firmamos,
queremos refrendar de esta manera nuestro apoyo a aquella dolorosa pero
imprescindible decisión: Asociación de
Bancos Argentinos – Asociación de
Industriales Metalúrgicos – Asociación
Internacional del Club de Leones – Bolsa
de Cereales de Buenos Aires – Bolsa
de Comercio de Buenos Aires – Cámara
Argentina de Editores de Libros – Cámara
Argentina de Anunciantes – Cámara
Argentina de Comercio – Cámara
Argentina de la Construcción – Cámara
de Comercio, Industria y Producción de la República – Centro Argentino de Ingenieros – Consejo Empresario Argentino – Consejo
Publicitario Argentino – Liga
Argentina de Lucha contra el Cáncer – Liga
de Madres de Familia – Rotary Club
de Buenos Aires – Sociedad Rural
Argentina (y continúan más de 100 firmas).
Hasta aquí el
contexto político, social e histórico, hace cuarenta años y más.
Hoy, la intención en
el accionar del actual gobierno y sus aliados, no es buscar justicia ni cerrar
las heridas de la guerra revolucionaria (así definida por la Cámara Federal que juzgó a los comandantes) Es
destruir las Instituciones de la República y todo el basamento cultural y moral
de la Nación, para instaurar un sistema totalitario inicialmente disfrazado de
democracia. Dentro de los objetivos
intermedios para lograr ese fin, está la destrucción
del Orden Jurídico (freno pacífico al abuso de Poder) y del Sistema de Defensa (freno disuasivo y,
eventualmente, violento ante amenazas que comprometan los más altos intereses
de la Nación). Los pilares respectivos de estos, son el Poder Judicial y las Fuerzas
Armadas, los cuales deben ser exterminados. Para ello, la bandera de los derechos humanos ha sido la herramienta esencial
usada para vengar la derrota en el terreno de las armas, lo que no fue
advertido por la sociedad y su dirigencia. Hecho esto, ahora "van por todo" y, si alguien
tenía dudas, la presidente nos lo ha
dicho expresamente. En nombre de los derechos humanos se violan todos los
derechos de los ciudadanos. Es el mal disfrazado de bien, son “lobos disfrazados de corderos”.
Por librar y ganar la
batalla militar de esa guerra, hoy la Argentina tiene centenares de presos
políticos y hay quienes todavía, habiendo sido autores intelectuales y
materiales, con o sin dominio del hecho, de aquella agresión a la República,
hoy tienen la cínica, hipócrita y
cobarde pretensión de exigir a los soldados de la Patria, civiles y de
uniforme, que pidan perdón, mientras estoicamente unos resisten y mueren en sus
nuevas trincheras: la cárcel, y otros, en el servicio activo y silencioso del
mangrullo o la atalaya, son perseguidos por portación de apellido.
Pero no es el futuro
de los presos políticos lo que está en juego. Es mucho más, es el futuro de la Nación, con
todo lo que ello implica.
Cabe además
preguntarse, por qué el “movimiento
derecho-humanista y filo-terrorista”, curiosamente, no pide disculpas a la
sociedad, entre otras tantas cosas, por lo siguiente:
- Por haber apoyado a las organizaciones terroristas que iniciaron una guerra que bañó de sangre a nuestro país.
- Por victimizar, idolatrar y homenajear a sus integrantes, mientras niega la existencia de miles de hombres, mujeres y niños que fueron sus víctimas.
- Por haberles negado todo derecho a los familiares de estas últimas.
- Por ocultarle a la sociedad los atentados terroristas en los cuales participaron funcionarios actuales del gobierno (Taiana, Kunkel, Gullo, etc.), y amigos asesores como Verbitsky.
- Por haberle mentido al denunciar ante ella y el mundo la falsa existencia de 30.000 desaparecidos y un supuesto “plan sistemático de robo de bebés” que jamás existió, para golpear duro en la sensibilidad de sus ciudadanos.
- Por haber perseguido literalmente a jóvenes, sembrándoles la duda sobre su identidad y demonizando a sus familias adoptivas y hasta biológicas, llegando a los extremos de intentar tentar a dichos jóvenes con importantes sumas de dinero, para que denuncien a sus padres adoptivos y, ante la negativa de muchos, lograr la orden “judicial” para realizarles un ADN compulsivo, sin importarles en lo más mínimo, el daño que se les hacía a dichos jóvenes, por cuyos derechos dicen luchar.
- Por haber incluido como desaparecidas a manos de las FFAA y de Seguridad a personas que sabían que no lo eran porque habían sido asesinadas por las propias organizaciones o habían muerto atacando cuarteles o al poner una bomba, o sabiendo que gozan de excelente “salud”.
- Por haberle robado su dinero con total impunidad para beneficio propio montando un meganegocio esgrimiendo la “bandera de los Derechos Humanos”.
- Por haber pagado sumas millonarias, con los aportes de la sociedad, a los familiares de quienes la agredieron o a ellos mismos cuando, lejos de estar “desaparecidos”, como se dijo, gozan de excelente “salud”.
- Por no haber respetado ni respetar hoy la independencia de los Poderes del Estado, en particular del Poder Judicial.
- Por haber destruido el Orden Jurídico, base fundamental de la República.
- Por haber “apretado” y empeñado ilegal e injustamente a la Justicia Federal, en parodias de juicio para implementar la venganza sobre quienes defendieron a la Nación ante la brutal agresión terrorista.
- Por tener “ocupada” masivamente la citada Justicia Federal, en dicha venganza por hechos de hace 40 años o más, evitando que se ocupe de los delitos que hoy afectan a la sociedad, incluidos los actos de corrupción del gobierno, y dejándola a merced de los delincuentes.
- Por no interesarles en lo más mínimo los derechos humanos de hoy, por más que declamen lo contrario, mirando hacia otro lado, cuando no alimentando los miles de asesinatos, violaciones, desaparición de niños y jóvenes a manos de las organizaciones de trata de personas y narcotráfico, etc.
- Por dañar la mente de nuestros niños a través de la politización e ideologización de la educación, hasta los niveles iniciales de esta. Un ejemplo irrefutable es la distribución del libro idealizando al asesino serial Ernesto “Che” Guevara, titulado “Che - Estrella de un revolucionario”, con imágenes y una calidad de impresión sumamente atrayente para los niños.
- Por inculcar el odio, como factor de lucha, tal como decía el citado Guevara.
- Etc…
Las
Fuerzas Armadas: chivo expiatorio
Pedir disculpas, o
perdón, como se exige que hagan las FFAA, es reconocer explícitamente haber
realizado acciones que, más allá de las propias de cualquier enfrentamiento
armado, crueles y sanguinarias de por sí, conllevan una intención, disposición
y/o actitud moral negativa, de orden espiritual, que exigiría, no sólo el
arrepentimiento del responsable, sino también el propósito de enmienda y la
reparación correspondiente.
No se puede pedir
perdón sin arrepentirse… entonces, ¿fue justo ir a “esa guerra” ordenada por los políticos?, ¿qué de nuestros mártires
y héroes, qué de los esfuerzos y sacrificios de los combatientes y sus
familias, qué de las víctimas inocentes que claman aún justicia? ¿Fue todo en
vano? Haber combatido al terrorismo y la forma en que se hizo: ¿fue un pecado,
un delito o un error?
Claro que hubo
errores de orden político, estratégico, táctico y técnico. Pero ¿obligan estos
a pedir disculpas?, ¿de qué, por qué y a quién?, ¿por defender a la Patria?,
¿Quién o quiénes ordenaron a las FFAA el aniquilamiento de los terroristas? No
fue el gobierno militar, la guerra comenzó antes. Y mezclar el proceso militar
con la guerra es parte del “relato
antojadizo, falaz y mendaz” que nos quieren hacer creer, especialmente a
los jóvenes.
Ciertamente los
errores merecen ser considerados para no repetirlos y ser mejores y más
eficientes, como soldados, en las próximas contiendas. Y seguramente se
cometieron también delitos, pero que debieron (y en varios casos lo fueron) ser
juzgados oportunamente, pero no vulnerando las leyes y con testigos y pruebas
falsas, como se hace desde la “década
ganada”. A cuarenta años y
prevaricando, la majestad de la justicia no es tal: es venganza, es odio y
es negocio, que envenenan el alma de la República.
La guerra se ganó en
el terreno de las armas, y fue lo más importante, ya que evitó la instauración
de un régimen marxista que hubiera exterminado a la República y los derechos de
sus ciudadanos, comenzando por los básicos, como son el derecho a la vida, el
derecho a la libertad y el derecho a la propiedad privada, entre otros.
Refiriéndose a esto,
meses atrás en un programa de TV, un prestigioso periodista, escritor e
historiador sostuvo, palabras más, palabras menos: “Es cierto que, en el combate contra el terrorismo, las FFAA cometieron
errores y abusos pero, más allá de ellos, debo decirles ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!”.
Horacio
Guglielmone Jorge P. Mones Ruiz
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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