martes, 27 de mayo de 2014

¿ESTADISTAS O INTENDENTES?

Un estadista es por definición la persona versada en los negocios concernientes  a la dirección de los Estados, su población, su riqueza, su civilización y su política. Decimos que  un presidente es un verdadero estadista cuando reconocemos en él una visión abarcadora y trascendente de los grandes temas que importan a la nación y la sociedad, alejado del populismo perseguidor de votos y mero halagador y cultor del corto plazo y sus urgencias.


Por cierto que la actual presidente de los argentinos, al igual que su antecesor, nada tuvieron de estadistas y a fuerza de tratar de generar imágenes exitosas han dilapidado reservas, perdido el auto abastecimiento energético,  castigado al complejo agrícola ganadero, consumido recursos irrecuperables y permitido un deterioro notable de la infraestructura vial y de transporte, entre otros males propios de aquellos a quienes no les importa el futuro más allá de  la vigencia de su mandato.

A medida que se acerca el momento de su despedida, en medio de los parches y remiendos con que el gobierno trata de llegar a la entrega de su mandato, con resultado incierto, los ciudadanos comenzamos a poner nuestros ojos en los posible sucesores  con una seria y severa advertencia: no tenemos margen para volver a equivocarnos.

Pre Candidatos Presidenciales 2015

En ese contexto percibimos con preocupación que los discursos y propuestas que exhiben muchos de los pretendidos candidatos a la presidencia de un futuro gobierno tienen un nivel más próximo al de un intendente que al de un estadista. No pretendemos negar la importancia y el peso de la función de los intendentes, los funcionarios más próximos a los habitantes de cada pueblo o comunidad. Pero si es propio de ellos hablar de la recolección de residuos, el alumbrado público, la instalación de cloacas, cámaras de seguridad  o semáforos, el discurso  de los estadistas debería tener otro vuelo y encarar otros temas que hagan al proyecto nacional que acompaña una opción presidencial.

Sería interesante por ejemplo escuchar un debate acerca del futuro posicionamiento de la Argentina en el mundo luego de este período de forzado aislamiento y pérdida de prestigio internacional. Aun con la Argentina como contrapeso, el MERCOSUR  ha avanzado en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea que tiene buenas perspectivas de concreción. Nuestro país ha cedido en posiciones intransigentes ante la amenaza de nuestros socios de negociar por su cuenta pero ayudaría mucho saber si un futuro gobierno apoyará estas tratativas que modificarán el contexto de nuestro comercio exterior en el mediano y largo plazo.

Matriz energetica de Argentina

Otro tema propio de estadistas es plantear la matriz energética  que será vital para nuestro desarrollo futuro. La onerosa compra de YPF no solucionará por si sola  el déficit energético que nos aqueja, particularmente porque la explotación de  los yacimientos no convencionales depende de una inyección de capitales externos que las impredecibles políticas del actual gobierno hacen inviable.

Nuestra opinión es que en el corto plazo sería necesario explotar las ventajas de poseer las materias primas  y disponer del conocimiento (know how) para desarrollar la energía termonuclear mientras se avanza en los grandes  proyectos hidroeléctricos, como el Paraná Medio, que cubrirán el inexorable agotamiento de las fuentes de energía térmica en el mediano plazo. En el largo plazo, tenemos la enorme posibilidad de desarrollar energías limpias y sustentables como la mareomotriz, que ya se estudia con mucha seriedad en la China y para la que las amplitudes de mareas de más de diez metros que se producen en el Sur de la República Argentina brindan condiciones excepcionales. No puedo menos que solazarme imaginando a Scioli, Massa, Macri, Binner  y Cobos argumentando acerca de estas cuestiones en las mesas de debate.


La cuestión del transporte en un país de gran extensión que exporta una masa significativa de su producción es otro tema vital. Internamente tendríamos que definir  si apostamos a reconstruir la red ferroviaria o si damos prioridad a crear una red federal de autopistas que agilice el transporte camionero que hoy se realiza en condiciones críticas por precarias rutas de una sola mano. Para el mediano y largo plazo tenemos proyectos largamente postergados como la red de canales del Bermejo o el más reciente del Canal Federal. Externamente es fundamental diseñar la estrategia para recuperar  una marina mercante que nos habilite a participar del negocio de los fletes, al menos de nuestras propias exportaciones.


Pero el mayor desafío de nuestros estadistas será sin duda modificar el impacto social que ha dejado la década de políticas populistas que siguió a la debacle del año 2000 y al breve período superador previo al gobierno de Néstor Kirchner. El crecimiento de las “villas miseria” y los asentamientos, con su secuela de marginalidad social,  es una realidad estadística cuya medición muestra un constante crecimiento. El cambio de tendencia requiere de verdaderas políticas de Estado, entendiendo por tales aquellas que políticos de distinta tendencia ideológica estén dispuestos a  continuar si llegan al gobierno. Sea que la estrategia sea urbanizar las villas, desarrollar un megaplan de construcción de viviendas sociales de alcance nacional y/o habilitar líneas de crédito masivas, debería haber un esfuerzo concomitante para brindar una “segunda oportunidad” a los jóvenes que han quedado fuera del mercado laboral y el sistema educativo, generar un mejoramiento en las expectativas de progreso en las provincias que despuebla la inmigración interna y regular la inmigración externa  mediante leyes que contemplen la reciprocidad y la posibilidad de brindar condiciones apropiadas a los extranjeros que legalmente se instalen en nuestro país.


Por último y lejos de agotar la temática que debería contemplar un verdadero estadista tenemos que apuntar a la falta absoluta de discurso en cuestiones relacionadas al sistema de defensa y a las capacidades de nuestras Fuerzas Armadas. Esta cuestión esencial es absolutamente ignorada por los candidatos en parte por su ignorancia acerca del tema y también porque resulta compleja y comprometedora.



Una nación rica en recursos naturales, como la Argentina, pero desprovista de medios para defenderlos se convertirá irremediablemente en un botín codiciado cuando las necesidades de  un mundo en constante crecimiento de población y requerimientos avasallen a las endebles y manejables leyes internacionales. La disuasión debe basarse en el desarrollo de capacidades militares y en alianzas confiables que hoy no existen. Argentina carece hasta de una ley de producción para la defensa moderna y actualizada, de una ley de movilización, de reservas organizadas  y sobre todo ha perdido capacidades militares tanto a nivel de medios como de recursos humanos.

Finalmente no podemos dejar de mencionar que  verdaderos estadistas deberían contemplar la pacificación nacional definitiva cerrando de una vez por todas las secuelas de las luchas internas que en la década de los setenta enlutaron a la sociedad argentina. Nadie puede afirmar que cree seriamente que 1800 militares  y miembros de las fuerzas policiales y de seguridad, hoy detenidos  y juzgados con leyes que se aplican en forma retroactiva y tribunales carentes de objetividad, pueden cargar con la culpa exclusiva de una guerra interna en que las guerrillas de izquierda pretendieron alcanzar el poder apoyadas desde Cuba y la Unión Soviética, aprovechando el conflicto generado por el retorno del General Perón al país y luego por una desembozada búsqueda del poder aun repudiada por el mismísimo Perón. Un mínimo de honestidad y justicia debería establecer al menos un trato igualitario con los terroristas hoy amnistiados y convertidos en muchos casos en funcionarios públicos a pesar de que duela medir con la misma vara a terroristas ambiciosos de poder  y a  soldados que aun con métodos equivocados defendían a su patria y a su sociedad. De todos modos, el cierre definitivo de esta cuestión es tan imprescindible como urgente pues la situación se ha prolongado demasiado y solo tiende a empeorar.


Así pues, queda planteado el desafío. Aunque en Nueva Unión Ciudadana no tenemos un candidato propio a presidente tenemos en cambio conocimientos y proyectos para participar y asesorar a quienes tiene  la posibilidad de conducir el país en el futuro. Tenemos la esperanza de que algún candidato decida calzarse el traje de estadista  y comience a hablar de los grandes temas que marcarán a nuestra sociedad y que no pueden ser ignorados si queremos evitar seguir en la postergación y la decadencia.

Ese es el sueño que ilumina el sol del 25 de Mayo, en este nuestro día dela Patria.

Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana
Twitter   @NevesJuanCarlos

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