25 de mayo de 2014
Por Mauricio Ortín
La patria es el territorio pero, todavía más, el lugar donde es
posible el pleno ejercicio de la libertad. En este sentido son millones los que no la tienen y
la anhelan. Los soldados patriotas,
hayan combatido o no; mas, especialmente, si lo hicieron, están para
conquistarla y defenderla y, por eso mismo, son merecedores del respeto y el
reconocimiento de los civiles. No corresponderles adecuadamente representa
un despropósito suicida de los que aman la libertad. La ingratitud, la
indiferencia y/o la desmemoria para con aquellos que ofrendaron o arriesgaron
su vida cumpliendo con su deber es una clara señal de una sociedad decadente y
al garete. Ahora bien, situación otra se presenta cuando, ya no la indolencia
sino más bien el agravio, la humillación y el escarnio es la “moneda” con que del Estado y la
sociedad en general, paga a aquel que “puso
el cuero” para defenderlo. La
traición tiene que ver más, que con el extravío, con el desquicio.
Reconociendo los cimientos de la demolida escuelita de Manchalá (Feb 2014) |
El 28 de Mayo de 1975, en una escuelita de Manchalá,
un puñado de soldados salteños enfrentó,
batió y puso en fuga a una banda de guerrilleros del ERP que los decuplicaba en
número. El ataque de los sediciosos se inscribía dentro de su objetivo
general de máxima: derrocar al gobierno constitucional para imponer la
dictadura del “proletariado”. Un
error de cálculo explica la derrota militar: el considerar que estaban frente a
tiernos muchachitos que se rendirían al primer tiro y no ante los fieros salteños, atravesados de ríos de sangre de gauchos infernales
de Güemes, que encontraron.
En el 2013, con el marco de los festejos por el Bicentenario de la Batalla de Salta y en
medio de un estruendoso silencio ciudadano, el gobierno nacional, el provincial
y el de la capital de Salta confabulados, redujeron
a escombros al monumento que evocaba el Combate de Manchalá. Todavía hoy,
la resolución infame del Concejo Deliberante que solicitaba la demolición sigue
vigente. No hubo quórum ni voluntad
política hasta hoy para derogar el instrumento legal que llama genocidas a los
soldados salteños de Manchalá.
Por lo pronto, el 28 de mayo próximo, a las 19:00 horas, un grupo de argentinos hará un intento de desagravio a sus soldados,
con un sencillo y solemne acto frente al
General Güemes. Una piedra rescatada del demolido monumento, se dejará y se
sumará al del héroe gaucho. Dado que no actuarán conjuntos folclóricos, ni de
rock, los organizadores no esperan gran concurrencia. Se darán por satisfechos
–dicen- si, de los seiscientos mil habitantes que tiene la Capital, por lo
menos, pueden juntar diez salteños se
hacen presentes. Si ello ocurriera –concluyen-
la Patria todavía es posible.
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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