por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
Tras haber pasado
casi doce años secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) y haber sido testigo de la sangrienta toma de Mitú a manos de ese grupo,
el Brigadier General Luis Mendieta es hoy un hombre libre que expone libremente
sus opiniones y sin pelos en la lengua, como se dice vulgarmente. Hoy, cuando
revive todos esos acontecimientos que vivió después de ser liberado por el
Ejército Nacional, mantiene un cierto escepticismo acerca del proceso de paz
que vive el país.
Ricardo
Angoso: ¿Cómo ve el proceso de paz con las FARC, cree que las negociaciones
están avanzando?
Luis Mendieta: No
vemos grandes gestos por parte de las FARC. Recordemos que ya han sido varios
gobiernos los que les han hecho concesiones y esta organización no muestra un
verdadero espíritu diálogo. No olvidemos que hace unos años el presidente
Andrés Pastrana les cedió una zona de despeje de 42.000 kilómetros, en el
Caguán, que fue una concesión enorme a los terroristas, y sin embargo siguen
con el mismo discurso que cuando yo estaba en mi cautiverio. Cuando yo estaba
secuestrado siempre me repetían que llevaban cincuenta años combatiendo para
llegar al poder y que podían estar otros cincuenta más para conseguir ese
objetivo, entonces, en ese orden de ideas las FARC no han cambiado y siguen con
el mismo discurso. ¿Qué esperanzas puede tener uno si sigue escuchando lo mismo?
Obviamente, yo sigo
siendo escéptico con respecto a este proceso y con este estado de cosas.
Nosotros, como todos los colombianos, estamos muy interesados en que haya paz
en Colombia para nuestros hijos y nietos puedan vivir en un país normal, pero desafortunadamente
las FARC no han dado el primer paso ni muestras de que lo vayan a dar en el
sentido de que quieren la paz. No se ve ese deseo o ese anhelo por su parte,
sino más bien lo contrario.
R.A.:
¿Cree que usted la FARC tienen voluntad política para negociar ahora el fin del
conflicto?
L.M.: Seré repetitivo
con lo que fue mi situación de cautiverio y siempre repetiré las palabras de
cuando estuve allá, secuestrado, en manos de las FARC. Las FARC siempre nos
dijeron que cualquier concesión que les haga el gobierno nacional, la
utilizarían al máximo para avanzar en sus objetivos. Cada paso que el gobierno
ceda en sus pretensiones, ellos lo aprovechan pero sin ceder en nada y sin
dejar la violencia. Así llevamos muchos años.
Y en estos treinta
meses que se llevan de aproximación a las FARC, vemos que el gobierno cedió
mucho y les dio muchas alas y expectativas en la sociedad internacional. ¿Y qué
decir de los diálogos de La Habana? El gobierno se ha jugado mucho para
levantar órdenes de captura, para crear las condiciones para que los
integrantes de las FARC puedan ir a Cuba… Incluso se han levantado algunos
operativos en varias zonas del país para permitir que los cabecillas de las
FARC puedan viajar hasta La Habana y seguir con ese proceso de paz. Pero,
nuevamente, me pregunto, como todo el pueblo colombiano, ¿cuándo van a mostrar
la FARC que tienen voluntad de avanzar hacia la paz y hacer verdaderos gestos
para lograrla? De momento, desde luego, no lo han hecho.
“El principal escollo para que las FARC abandonen la actividad armada es el narcotráfico”: Mendieta (Foto Ricardo Angoso) |
R.A.:
Le pregunto a usted como víctima: ¿qué papel deben tener las víctimas en el
proceso?
L.M.: Las víctimas
deben ser la parte central. Desafortunadamente, en este proceso de paz las FARC
pretendieron que no se les diera visibilidad a las víctimas que habían generado
por sus hechos terroristas, es decir, querían que el pueblo colombiano y la
comunidad internacional les viera a ellos como víctimas y no como verdugos, que
es lo que realmente son. Al no reconocer a las víctimas que ellos mismos han
ocasionado en estos cincuenta años largos de conflicto, pues en ese mismo
momento se ve que no hay sinceridad por su parte, ni arrepentimiento, ni
contrición. Cuando reconozcan algún día a las miles de víctimas que han dejado
a lo largo y ancho del país, pues estaremos dando un mínimo paso para avanzar en
ese proceso de paz.
No olvidemos que hay
reclamos de muchos sectores que han padecido el conflicto en Colombia, tanto
por razones sociales, políticas y económicas, y que han sido víctimas de todo
tipo de violencias y conflictos. Se tiene que atender a todo el mundo, incluso
a los que fueron víctimas de los paramilitares, pero creemos que ese capítulo
se cerró cuando se negoció con estos grupos y se les dio una salida judicial.
Tendrá, eso sí, que haber una reparación por parte de los tribunales a las
víctimas del terrorismo paramilitar, pero es un caso muy distinto a las
víctimas de las FARC.
El problema es que
las FARC no quieren reconocer a las víctimas que han creado por sus hechos
violentos, pretenden obviarlas, dejarlas fuera de juego. Cuando fui a La Habana
incluso he llegado a escuchar que a los miembros de las Fuerza Pública que han
detenido pretenden tratarlos como prisioneros de guerra. Y que a los líderes
políticos secuestrados por ellos, como Ingrid Betancourt, fueron tratados como
prisioneros políticos. Tratan mediante argucias demostrar que no han cometido
ningún delito desconociendo todas las normas del derecho interno e
internacional, al no reconocer los tratados internacionales que ha firmado el
gobierno nacional y el Estatuto de Roma. Buscan la impunidad ignorando todas
las normas de derecho, y ese punto es inaceptable.
R.A.:
¿No le parece aberrante que quien cuestiona el proceso de paz sea tratado por
el gobierno del presidente Juan Manuel Santos como "enemigo de la
paz"?
La operación Camaleón, donde se liberó al hoy General Mendieta |
L.M.: Sí, hay
términos que se utilizan no muy afortunadamente en un país que ha sufrido tanto
con la violencia. Se tratan de ver las cosas como blanco o negro, pero resulta
que no es así. Pienso que si hay gente que aporta una versión diferente sobre
cómo avanza el proceso, es bueno, son distintas visiones y perspectivas. Creo
que se aportan nuevas luces y eso es positivo, conseguimos construir propuestas
conjuntas que nos permitan avanzar. Tachar a unos de amigos de la paz y a otros
de enemigos, como se hace veces desde el poder, es un despropósito no adecuado.
No se puede demonizar a nadie porque tenga otras ideas. Cada una reclama sus
legítimos derechos. Colombia es una democracia y se tiene que escuchar a todo
el mundo en igualdad de condiciones.
R.A.:
¿Piensa que en La Habana se negocia o se escenifica, hay otros negociadores
detrás de este proceso?
L.M.: Hay dirigentes
políticos que quieren intervenir en el proceso y que no ponen las cartas sobre
la mesa. Para mí está claro que allá no solo negocian los cabecillas de las
FARC, sino otros líderes políticos que quieren influir en los resultados. Y que
orientan y dictan cátedra y doctrina de cómo se tiene que negociar. Se busca
condicionar unos resultados. Deberían expresarse las universidades y expertos
acerca del proceso, también sobre los conceptos y doctrinas de cómo conducir el
proceso. También las cortes de justicia deberían pronunciarse acerca del
alcance del proceso. Luego pienso que se debía de haber dicho a las FARC cuáles
eran las condiciones y los límites en el proceso de paz para seguir negociado
bajo unas premisas mínimas aceptables para la sociedad colombiana.
R.A.:
¿Comparte la opinión del Procurador General de la República, Alejandro Ordoñez,
acerca de los viajes de "Timochenko" a La Habana?
L.M.: Es una decisión
que compete exclusivamente al Presidente de la República, Juan Manuel Santos,
al que todos los colombianos votamos para que cumpla su papel y actúe en el
beneficio general. Yo pido a Dios que dé sabiduría al Presidente y a todos los
miembros de su gobierno para que actúen de acuerdo a los intereses del país y
para que se tomen buenas decisiones. Pero ese asunto le compete a él, no puedo
juzgar ese asunto. Nosotros le hemos votado para que conduzca el país de una
forma adecuada, pero también para que tome las mejores decisiones en lo
relativo al proceso de paz. Si tiene que facilitar esos viajes, y lo hace
porque piensa que lo tiene que hacer, le dejo en sus manos que tome esas
decisiones y no quiero juzgarle.
R.A.:
¿Cree que los miembros de las FARC que están en La Habana controlan a toda la
organización en todo el país?
L.M.: En principio,
creo que sí. Y lo digo porque cuando estaba en cautiverio los miembros de las
FARC, tanto los mandos medios como los cuadros bajos, decían que obedecían a su
Secretariado, que es el que ahora está negociando en La Habana. Dicen que son
obedientes. Si ese Secretariado toma decisiones, creo que el resto de las
estructuras las acatarán.
El problema radica en
que hay algunas estructuras están dedicadas al lucrativo negocio del
narcotráfico y tienen ingentes cantidades de dinero, viven muy bien y tienen
enormes privilegios a través de esta actividad ilícita. No sé cómo esas
estructuras van a aceptar de la noche a la mañana entrar en un juego político
en que tendrán que dejar esos negocios y aceptar determinados compromisos, va a
ser muy difícil, y ahí va a radicar uno de los grandes problemas de este
proceso de paz. Luego está el asunto de la geografía, pues estos grupos operan
en zonas inhóspitas y de imposible acceso, ¿quién va a controlar esos
territorios? Ni siquiera la fuerza pública podría llegar hasta allí y dar fe de
que realmente cumplen sus compromisos.
R.A.:
¿Hay malestar en las Fuerzas Armadas por la forma en qué se está llevando a
cabo el proceso de paz?
El General Mendieta y Ricardo Angoso |
L.M.: Cada persona,
cada grupo, parece querer imponer sus ideas y propuestas al proceso,
imprimiendo al mismo lo que piensan, y descalifican las ideas de otro. Creo que
hay muchas ideas y criterios y tenemos que escuchar a todos para llegar a
conciliar puntos en común que permitan grandes acuerdos. Tenemos que
reflexionar y debatir para llegar a puntos en común que sean los más acertados
para concluir un acuerdo.
R.A.:
¿Usted cree que se pueden derrotar militarmente a las FARC?
L.M.: Los cincuenta
años de guerra les ha dado una gran fortaleza. Luego el narcotráfico, la
extorsión y la industria de los secuestros les ha dado una gran fuerza y dinero
que no se deben desdeñar. La geografía también les ha ayudado mucho para
recibir materiales y pertrechos militares y nutrir su intendencia. También
nuestra sociedad tiene muchas gentes con grandes necesidades que nutren, a
veces recibiendo un sueldo, a las FARC y que son vulnerables de ser reclutadas
por estas fuerzas u otras similares.
Por las condiciones
nuestro país, como ya he dicho, la guerra puede seguir para largo. Pero, cuando
yo estaba en cautiverio, observamos cómo durante el mandato del presidente
Uribe las FARC sufrieron mucho y se debilitaron enormemente. Se dieron cuenta
que podrían desaparecer y así nos los hicieron saber. En ese momento de
debilidad, parecían dispuestas a negociar y buscar acuerdos con el gobierno.
Los últimos meses antes de mi rescate los guerrilleros nos decían que podrían
negociar con Uribe. Cree que hoy en día sí se les puede derrotar porque la
tecnología ha avanzado mucho y se les puede localizar y neutralizar. Por
supuesto, que seguirán matando y colocando bombas, haciendo mucho daño, pero
pueden ser derrotadas, al menos así lo
pienso yo.
R.A.:
¿No cree que el principal problema ahora es que las FARC dejen el negocio del
narcotráfico?
L.M.: Sí, claro, pero
no solo con las FARC. Sino que creo que este problema del narcotráfico también
atañe y afecta al Ejército de Liberación Nacional (ELN), que nutre sus finanzas
del dinero del narcotráfico, y las bandas conocidas como BACRIM[1].
Hay muchas organizaciones dedicadas al narcotráfico e incluso tienen
estructuras organizadas a nivel regional. Las FARC van a seguir en este
negocio, junto esos grupos que digo, porque esta industria genera muchos
recursos y dinero fácil de ganar. Seguirán con su accionar terrorista y es muy
difícil que dejen el negocio de la droga.
R.A.:
¿Considera que a los militares colombianos se les debe dar un trato judicial
distinto por el hecho de estar inmersos en un conflicto militar?
L.M.: Por ejemplo,
los Estados Unidos no permiten que sus militares sean juzgados en ninguna
circunstancia y les han dotado a sus soldados de un fuero especial porque
participan en muchas misiones internacionales. Protegen a sus militares para
que no sufran acciones jurídicas y acaben en la cárcel. Lo mismo tiene que
pasar en Colombia que sufre una larga guerra de más de cincuenta años y donde
los terroristas han empleado todos los métodos y medios para acabar con los
hombres de la fuerza pública, de la misma forma que lo han hecho con miles de
civiles. Las FARC incumplen el derecho nacional y el internacional, sin cumplir
ninguna norma, cometen crímenes y nadie les juzga. Por eso, digo, hay que
proteger a los soldados y policías que luchan contra los terroristas en esta
guerra. Nos enfrentamos a un enemigo implacable, en las selvas y en los montes,
no en las oficinas, y tenemos que hacer frente a una guerra. Tenemos que dejar
que los soldados puedan hacer frente a situaciones de combate sin que sientan
el miedo de que van a ser juzgados por enfrentarse a los terroristas. Nos
enfrentamos a terroristas implacables y muy crueles.
R.A.:
¿Cómo examina esa tendencia continental de juzgar a los militares por haber
luchado contra el terrorismo en las últimas décadas?
L.M.: Hay una
estrategia a nivel internacional, pero sobre todo de las organizaciones
comunistas o los grupos cercanos a ellos, para llegar a imponer por la vía
política lo que no consiguieron por la fuerza. Y cuando llegan al gobierno esos
grupos juzgan a quienes les han imposibilitado llegar al poder por la fuerza y
también a sus enemigos, en este caso me refiero a los militares y policías que
les hicieron frente. Seguramente hubo algunos excesos en el pasado, no lo voy a
negar, y quienes los cometieron tendrán que responder por los mismos, pero hay
una parcialidad total por parte de algunos líderes políticos que, llevados por
la venganza, buscan en estos juicios la revancha. Se pretende llevar a la
cárcel a militares que les hicieron frente con las armas y les derrotaron.
R.A.:
¿Cómo acabará el proceso de paz de Colombia, se parecerá a los de América
Central en su momento?
L.M.: No puedo
compararlo con otro. Cada país, cada proceso de paz, es distinto en sí mismo,
tiene sus propias peculiaridades, como ocurre con el de Colombia. El nuestro es
muy complejo porque el mismo problema del narcotráfico imposibilita muchas
cosas. Llegar a una solución final, resolviendo todos los problemas y asuntos
pendientes, no será muy fácil. Se habla, incluso de legalizar la droga, pero
ese ya de por sí en sí mismo es un problema muy complejo. Colombia tiene luego
una geografía muy compleja y es muy difícil verificar los acuerdos que se
puedan lograr. El proceso de paz para que concluya será un camino largo y
complejo, no veo soluciones fáciles y en el corto plazo.
[1]
Las Bandas emergentes en Colombia o bandas criminales emergentes (bacrim) es el
nombre que identifica a una serie de organizaciones mafiosas que operan en
Colombia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!