Era
su marca registrada, su otredad, su modo de plantarse ante la vida y ante el
poder. Intransigentes, virulentas, pero fogosamente solitarias, despreciaban el
poder y sostenían que todo contacto con las herramientas de control del Estado
era contagioso por definición. La lógica del poder implicaba, tarde o temprano,
mimetizarse con los enemigos que, ellas decían, habían combatido sus hijos.
Como
el poder es compromiso, concesión, fricción, grises en vez de negros y blancos,
rechazaban y siguen haciéndolo que sus hijos, abatidos hace cuarenta años,
estuviesen muertos. La prédica añadía que esas muertes biológicas eran
irrelevantes, porque ellas –sus progenitoras– eran sus herederas naturales. Por
eso se negaron a reconocer restos mortales, y muchas dijeron haber rechazado
las jugosas indemnizaciones que comenzaron a fluir desde la democracia.
A
esa democracia titubeante ellas la desconsideraron con su peor rasgo, la
altanería de la víctima eterna. En esa tesitura de purismo aparente se
mantuvieron hasta 2003, no sin antes haber exaltado con los ojos en blanco a
los pistoleros de la ETA vasca y saludado, con emoción antiimperialista, la
matanza del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Después, todo cambió. El “Estado burgués” dejó de ser burgués y
su vieja distancia ante él se deshizo en pocos meses: habían llegado los amigos
y era menester adecuarse. Ahora, con la
plena estatización de su “universidad”,
el grupo Madres de Plaza de Mayo ha logrado su pleno y formal enganche al
presupuesto del Estado. Ya está, ahora la plata que venía por izquierda vendrá
por derecha. Triste colofón de una historia que, hasta en sus agrios contornos,
al menos proyectaba una idea de valores en pie y decencia integral que en
realidad era una narración fantasiosa, pero permanecía más o menos vigente.
Al
convertir esa fraudulenta “universidad”
en una dependencia más de la burocracia estatal, el Gobierno es coherente: todo
lo que tiene precio debe ser comprado. Si el precio es alto, se negocia, pero
nada deja de ser comprado, o al menos a ninguna operación de compraventa se
renuncia. Ellos lo hicieron.
Por
132 votos a favor, 87 en contra y cinco abstenciones (Alcira Argumedo –Proyecto
Sur–, Facundo Moyano –Cultura, Educación y Trabajo– y los tres diputados de
Unidad Popular, Víctor De Gennaro, Claudio Lozano y Antonio Riestra), la “universidad” fue estatizada.
Nació
así el Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo” como unidad dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
lo que obligará a que el Estado absorba las millonarias deudas de la
institución, que además es investigada por el supuesto desvío de fondos
vinculados a la fundación liderada por Hebe de Bonafini y gerenciada por los
hermanos Schoklender. En agosto de 2012, cuando eran diarias las denuncias
contra el vicepresidente Amado Boudou por querer sacar de la quiebra a la
empresa Ciccone y dejarla en manos de sus presuntos testaferros, Cristina
Kirchner envió al Congreso un proyecto de ley para declarar de utilidad pública
a la fábrica de billetes y sumarla al erario de bienes del Estado.
Esto
fue similar a lo ocurrido con la empresa Ciccone, cuya quiebra fue salvada con
el paso a control del Estado.
Bonafini fue, como siempre, sincera antes de la votación: “Si (el proyecto) sale, aunque sea con agua me voy a mamar, porque hace
muchos años que estoy esperando esto”. El escándalo por la construcción
de “viviendas sociales” de la
Fundación Sueños Compartidos, presidida por Bonafini e integrada por los
hermanos Schoklender, nunca se dilucidó.
Para
la Unión Cívica Radical, la Universidad de las Madres tiene un pasivo de 200
millones de pesos, deuda de la cual ahora se deberá hacer responsable el
Estado. Según el senador Ernesto Sanz, es “una
vergüenza” que el Gobierno impulse la estatización de esta “universidad” porque no se cumplieron
plazos legales y tampoco se pidió la opinión del Consejo Universitario, paso
previo que siempre se ha hecho en la creación de otras facultades. “Y lo que está en discusión es de dónde
viene la deuda. Sergio Schoklender era el representante jurídico de la
Universidad. Todo lo que hay alrededor de la Fundación de las Madres y de
Sueños Compartidos está en una investigación judicial por aquel desfalco
vinculado a las viviendas y el Gobierno hace muy mal en mezclar todo esto”,
remató.
El
proyecto fue lanzado en diciembre por el ministro de Justicia, Julio Alak, para
ser tratado en sesiones extraordinarias, pero recién ahora pudo realizarse el
trámite legislativo. Así, se crea el Instituto Universitario Nacional de
Derechos Humanos “Madres de Plaza de
Mayo”, como “unidad funcional”
dependiente del Ministerio de Derechos Humanos y Justicia, sobre la base (sic)
de la actual “universidad”.
Además,
faculta al Gobierno a “instar los cursos
de acción que resulten necesarios” para transferir las carreras, los programas,
los alumnos, el personal docente y no docente, los directivos, los bienes
muebles e inmuebles y los derechos. Se formará un Consejo Consultivo que
definirá “el marco filosófico y conceptual” y garantizará, eso sí, “la concepción democrática republicana”.
El
viejo delirio autónomo quedó hecho trizas. Son lo que querían, ser parte del
Estado, que las financia y les compensa sus dislates financieros. Obra maestra
de la audacia del Gobierno, un grupo de gente que se preguntó hace casi 12 años
“how much?”. Cuando tuvo la respuesta, accionó con efectividades conducentes. “Mamada” de felicidad, Bonafini celebró
ruidosamente. Dignificar no sabemos, pero Cristina cumple.
Por
Pepe Eliaschev para Perfil, domingo 26 de octubre de 2014
FUENTE: * 1 8 1 0 – BICENTENARIO – 2 0 1 0 *
POR UNA MEJOR ARGENTINA PARA RECUPERAR LA PATRIA PARA
RECUPERAR LA REPÚBLICA
Año 6 Nº 220
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