miércoles, 12 de noviembre de 2014

COMITÉ DE BIENVENIDA DE AFyAPPA A LA ASAMBLEA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA

El 10 de noviembre en el Cenáculo La Montonera del partido de pilar, se dio inicio la 108º Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, la asamblea tenía como fin la elección de la nueva Comisión Ejecutiva de la CEA para el trienio 2014-2017.


Resulta paradójico que el sitio de reunión de los obispos lleve el nombre de “La Montonera”, ese mismo día concurrieron al mismo lugar miembros de AFyAPPA y delegaciones del interior de familiares de los Presos Políticos, que hoy están investigados, juzgados y algunos condenados por haber luchado contra el terrorismo y vencido en batalla a las organizaciones armadas político-terroristas de los años ’70, entre ellos “Los Montoneros”, tal vez el grupo terroristas más peligroso por su nivel de infiltración y violencia en la Guerra Revolucionaria de los años ’70. Para que no se preste a confusiones o interpretaciones erróneas, haremos un poco de historia:

Han transcurrido más de siete décadas desde que el arzobispado de Buenos Aires adquirió "La Montonera": un paraje que conserva hoy el mismo encanto que impactó al Cardenal Copello allá por 1938.

Según las crónicas, en esta zona acampó Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, con su montonera, cuando en 1820 se firmó el Tratado del Pilar.

En efecto, el encuentro entre el supremo, con Estanislao López de Santa Fe y Manuel Sarratea de Buenos Aires, se produjo en la primitiva capilla del pueblo de Pilar ubicada, en ese entonces, del otro lado del Río Luján a escasos metros al sur del límite de La Montonera, en la zona que hoy se conoce como Pilar Viejo.

El Tratado del Pilar impuso a la centralista Buenos Aires los principios de federación y nacionalidad que luego serían los fundamentos para la organización institucional del país, a tal punto que es uno de los textos citados como básicos en nuestra Constitución Nacional.

Los caudillos del interior tenían su montonera, un ejército de paisanos integrado por gente tosca y ruda, de origen humilde, con gran arraigo a su tierra y tradiciones, y muy fieles a su líder.

Otro dato histórico digno de mencionar es aquél ocurrido en 1671 cuando pasó por estas tierras la peregrinación que llevó la imagen original de la Virgen de Luján desde su primitiva capilla, ubicada en el "lugar del milagro", (hoy localidad de Villa Rosa), hasta la estancia Doña Ana de Matos, (hoy Santuario Nacional de Luján).

El nombre del establecimiento proviene del "Paso de la Montonera", ubicado sobre el Río Luján, que hace de límite natural del predio, y que figuraba ya en mapas muy antiguos. El casco de la estancia con su casa principal y construcciones auxiliares se conservan hoy en buen estado y datan, por lo menos, de 1880.

Sirva este recuerdo para salvar las suspicacias tan comunes en la Argentina de hoy.

Ese día AFyAPPA y las delegaciones del interior, sirvieron como “Comité de Bienvenida” en la entrada al Cenáculo La Montonera, allí los obispos, monseñores y sacerdotes fueron recibidos con muchísimos carteles y les entregaron documentos elaborados por AFyPPA y los Presos Políticos del Penal San Felipe de Mendoza.

Ante esa inesperada presencia, los asistentes a la Asamblea, tuvieron variadas reacciones: caras de sorpresa cuando iban llegando, no lo podían creer, trataban de ingresar por otros lados pero era la única entrada. No tenían más remedio que detenerse, algunos, unos cinco o seis aceleraron sus autos y no se detuvieron. En general todos ellos tuvieron palabras de aliento y apoyo hacia esas familias desesperadas ante la injusticia que sus familiares Presos Políticos sufren desde hace 11 años.

Durante el primer día de la Asamblea de Conferencia Episcoal Argentina, la Iglesia volvió a reclamar más diálogo[1]. En una clara respuesta al “Comité de Bienvenida” organizado por AFyAPPA, pensamos que los hombres de la iglesia se manifestaron explícitamente y abrieron una puerta a la esperanza de la Reconciliacíón. Nuestras felicitaciones a la ONG, especialmente constituida por las esposas de los Presos Políticos, quienes no han bajado sus brazos y no se resignan ante la injusticia que también las castiga a ellas y sus familias.


Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre


martes, 11 de noviembre de 2014

Un grupo de mujeres de Presos Políticos se hizo presente en el Cenáculo donde los obispos comenzaban la Conferencia Episcopal, para dialogar con ellos y entregarles la siguiente carta:



A SUS EXCELENCIAS REVERENDÍSIMAS MIEMBROS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA.


Con el alma turbada, pero luchando por no perder la Esperanza, en mi carácter de Presidente de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos Argentinos (AFyAPPA), me dirijo a Ustedes en representación de los integrantes de esta Asociación.

Nos dirigimos a ustedes, como representantes de nuestra Madre la Iglesia, para pedirles que consideren la posibilidad de tratar el tema de la “Guerra Revolucionaria” ocurrida en nuestro país en la década del 70, considerando especialmente a todas las víctimas de la lucha fraticida que dividió a los argentinos en aquella época, incluyendo en esta categoría a los más de mil ochocientos detenidos y procesados, por  juicios viciados desde su origen, donde la finalidad última no es hacer justicia, sino satisfacer la sed de venganza de uno de los sectores que participó en aquella contienda armada.

Nuestra organización, como otras afines, en estos últimos años, en repetidas oportunidades ha mantenido entrevistas y entregado documentación, tanto a esa dirigencia Episcopal como a la anterior, y mantenido reuniones individuales con la mayoría de los Señores Obispos; saliendo de aquellos encuentros con renovada esperanza, sabiendo de antemano  que: “los tiempos de la Iglesia son lentos”; y que en algún momento, la luz del Espíritu Santo  los ayudará a trazar caminos de concordia y reconciliación en el cuerpo de nuestra sociedad.

Han pasado ya 11 años desde que esto comenzara. De esos mil ochocientos presos ya murieron doscientos sesenta y cuatro, y miles de familias cristianas siguen sin tener a sus seres queridos en el seno de sus hogares, con una angustia creciente cada día que pasa, especialmente ahora, cuando nuestra Madre y Maestra, en quien tenemos asentadas nuestras últimas esperanzas, turba nuestro corazón con mensajes publicitarios y entrevistas, que, humildemente, percibimos parciales.
            
Nuestro Padre del cielo, más allá de las debilidades que oscurecen todo lo humano, bien sabe de mi religiosidad y de mis intentos por vivir una vida cristiana, de mi lucha como esposa y madre de siete hijos, también sabe que mi marido perdió su carrera por mi defensa del Obispo a quien la Iglesia designó para conducir el rebaño castrense. Creo que nadie puede dudar de mi persona sobre segundas intenciones para desprestigiar a la Iglesia Argentina, por lo que me siento con libertad y autoridad moral para hacer algunas reflexiones.

La violencia de los ‘70 es ya un hecho viejo, con muchos errores y aciertos en el intento por darle una solución definitiva. Solución que deben encarar todos los estamentos de la sociedad, porque en la locura de los ‘70, todos fuimos culpables. Algunos por acción, otros por omisión. Algunos por encarar actos de violencia ilegal, otros, por alentarla, algunos por permitirla, muchos por mirar al costado, alentando en su interior, la esperanza de que otros le resuelvan el problema.

Sostener que en Argentina sólo existió un Demonio (las fuerzas del estado) es crear un chivo expiatorio para salvar las culpas ajenas. Lo mismo puede decirse de aquellos que sostienen la existencia de dos demonios. Si los malos fueron los guerrilleros y los militares, el resto de la sociedad puede seguir tranquila su vida aburguesada. Estas posiciones simplifican un problema complejo, con la única finalidad de lavar culpas de muchos actores que también tuvieron influencia preponderante en la guerra de los 70. Y creemos firmemente y con dolor, que la iglesia terrena no puede hacerse la distraída en temas que también la dividieron como al resto de la sociedad.
            
La Iglesia Argentina participó en los “dos bandos” en pugna; con las Fuerzas Armadas que intentaban defender a cualquier precio lo que en ese momento se llamaba la civilización occidental y cristiana;  y también con los movimientos armados que, tomando la imagen de un cristo guerrillero, querían instaurar el socialismo, combatiendo a sangre y fuego, a los representantes del imperialismo.

Con las FFAA: obispos y capellanes brindaban homilías a los cuadros antes de los combates, arengando a las tropas con fragmentos de Santo Tomás y San Agustín. Impartían el Sacramento de la Eucaristía y de la Reconciliación, también consolaban a heridos y deudos. Su accionar y apoyo moral constituyó, sin ninguna duda, un gran incentivo, respaldo y aliento para los combatientes de la trinchera estatal.

Con los guerrilleros: obispos y sacerdotes también tuvieron su compromiso incitando y adoctrinando con ideologías extremistas que justificaban el uso de la violencia para conseguir su objetivo de tomar el poder. A tal punto, que podemos afirmar que la Organización Político Militar Montoneros no habría existido, si los Sacerdotes para el Tercer Mundo no le hubieran dado el sustrato ideológico y la convicción espiritual para levantarse en armas contra el modelo político económico existente.

Es por ello, que estamos convencidos de que sólo la Iglesia Católica Argentina puede movilizar las acciones necesarias en el Poder Ejecutivo, en el Poder Legislativo y en la CSJN para que todo esto concluya y se concrete la tan necesaria reconciliación nacional.

¿Por qué pedimos algo a la Iglesia que pareciera no se encuentra dentro de su ámbito?  Es simple: Porque la Iglesia Argentina ha sido, a lo largo de nuestra historia, un estamento poderoso en la germinación de nuestra identidad nacional,  alentando y corrigiendo, con su sabiduría infinita, las desviaciones de los gobernantes y ciudadanos. En 1810, 1816, 1853, 1955, 1976, 1983; jamás la Iglesia Argentina estuvo ausente. Siempre supo poner su granito de arena para encontrar soluciones a los grandes problemas nacionales

Está probado que cuando  la Conferencia Episcopal recientemente se pronunció sobre la problemática de la droga y la pobreza, causó un impacto y una reacción positiva, no sólo en las instancias gubernamentales, sino también en sociedad civil, haciendo tomar conciencia a la población de la gravedad de la situación. La Iglesia está viva, por sus venas circula la sangre de Cristo, y su mirada genera cambios que mejoran el clima social.


Sin embargo, algunas veces, miradas parciales y hemipléjicas de situaciones complejas, generan inquietud y desorientación en el corazón de muchos fieles. Días atrás, altas autoridades del episcopado nos sorprendieron con un mensaje más parecido a una “operación”, que a un mensaje de la Iglesia por la tan esperada reconciliación. Esto nos confunde y sentimos una gran desazón. A nuestro humilde criterio, estos mensajes, por su mirada parcial,  hacen que una parte del rebaño se sienta excluido. Y con dolor, tal vez por nuestras limitaciones, no entendemos las razones por las cuales Nuestra Madre y Maestra toma este camino oblicuo en un tema tan sensible.

Nos preguntamos: ¿Por qué no nos dieron nunca el mismo lugar? ¿Por qué la Iglesia no habla también públicamente de las violaciones a los derechos humanos que sufren a diario nuestros más de 1800 presos políticos? ¿No pertenecemos al mismo rebaño?

No está mal que la Iglesia nos incentive a que contribuyamos a que algunas abuelas recuperen a sus nietos. Pero también les pedimos que pongan su sabiduría, su fortaleza y su coraje, para incentivar a los mismos fieles para que muchos nietos puedan recuperar a sus abuelos. Porque no tenemos ninguna duda, y creo que ustedes tampoco la tienen en el fondo de  sus conciencias, que la existencia de nuestros presos políticos también clama por una justicia con mayúscula, que muy pronto los devuelva a sus hogares.
Creemos que hay que terminar con la actitud “políticamente correcta”, demagógica e hipócrita del uso de los DDHH, que cada vez se profundiza más… silenciosa e insidiosamente.

Ustedes lo saben, lo conocen y han vivido este proceso, como dije anteriormente, seguramente con más precisión que muchos; son contemporáneos a los hechos y no escapa a vuestra Sabiduría la verdadera razón política, terrenal y especulativa por la que son perseguidos, enjuiciados y encarcelados los hombres que combatieron desde el estado.

La política actual de Derechos Humanos basada en la venganza sobre los cuadros inferiores de aquella época (hay soldados conscriptos y marineros presos, además de suboficiales, oficiales subalternos y civiles)  ha servido para construir un monumental foco de corrupción económico e ideológico, que estimula y acrecienta el clima de enfrentamiento, de intolerancia y de lucro, sobre todo de los jóvenes.

Por ello, los que en otro tiempo fueron “enemigos”, ahora también desean poner un ¡BASTA YA! a esta situación. Son pocos los que pudieron alzar su voz y decirlo, presionados por el mismo Gobierno. También sufren –en libertad- las consecuencias de esta mal llamada “Política de Estado”, cansados de revivir la “Guerra pasada” por el oportunismo gubernamental.

Prueba de esta realidad es que he venido a entrevistarme con Uds. en varias oportunidades, acompañada de ex-guerrilleras, que quieren terminar con este continuo prolongar aquella terrible Guerra.

Más allá de la ficción jurídica, vivimos en la Esperanza de que vuestra visión apostólica nos ayude, que el Espíritu Santo los ilumine para comprendernos y que se expidan con  virtuosa Justicia sobre lo expuesto.

Su Santidad ha dicho personalmente a visitantes nuestros a Roma, de su oración y ocupación de este problema; y su misión en la tierra no es contraria a nuestro pedido.

Por la Fe y la Caridad que emanan de la Iglesia Católica Argentina, son Ustedes los únicos que pueden cerrar este Capítulo y dar satisfacción a la Esperanza que nos sostiene.

Creemos, como humanos, que no hacerlo convalidará, homologará y permitirá que subsista la injusticia, con un poder Judicial no independiente, costumbre que marcará, para mal, nuestro futuro.

Reconciliarnos en Paz y seguir adelante es lo que queremos.

Ruego  a Dios los siga iluminando, que el Espíritu Santo derrame sus dones y frutos en la próxima Conferencia y no seamos dejados de lado una vez más, somos miles de Almas que sólo esperamos que esto concluya para siempre.

La acción de SS Francisco y la de Ustedes, nuestros legítimos pastores,  constituye nuestra única ESPERANZA. Los saludo en Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre, los más altos ejemplos y guías de lo que pedimos.

María Cecilia Pando
Presidente de AFyAPPA





[1] Cónclave de obispos en Pilar. Fue la principal preocupación en el plenario que concluye hoy. “Reconciliación nacional”, pideron.
               
La falta de diálogo y de un clima de reconciliación en el país. Fue la principal preocupación que manifestaron ayer los obispos de todo el país en el inició de su segundo y último plenario del año, que se desarrolla en la casa de retiros espirituales El Cenáculo, en Pilar. Al punto que decidieron que la preparación para el Congreso Eucarístico Nacional que realizarán a mediados de 2016 en Tucumán -en coincidencia con el Bicentenario de la declaración de la Independencia y que presidiría el Papa Francisco- esté animada por la búsqueda de la reconciliación nacional.

El presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, reflejó esa inquietud en la homilía de la misa de apertura de las deliberaciones. Arancedo recordó en ese sentido el documento del Episcopado “Camino Hacia el Bicentenario en Justicia y Solidaridad”, difundido en 2008, en el que “decíamos que la patria necesita aún ‘avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una amistad social que incluya a todos, afirmábamos entonces, es el punto de partida para proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado construir en el transcurso de nuestra vida nacional”.

Durante el plenario, el centenar de obispos deberá elegir por rigurosa votación a sus nuevas autoridades para los próximos tres años. Monseñor Arancedo -de buen diálogo con el Gobierno- sería reelecto en la presidencia. En tanto, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli -que fue designado por Francisco como su sucesor en la arquidiócesis porteña- ocuparía una de las vicepresidencias. Otro que podría renovar es el titular de la Pastoral Social, a cargo de las relaciones de la Iglesia con políticos, empresarios y sindicalistas, monseñor Jorge Lozano.

La preocupación por la falta de diálogo y de reconciliación surgió en el habitual intercambio de opiniones sobre la situación del país desde la óptica pastoral con el que se inician los plenarios de obispos. La segunda gran preocupación que apareció fue la morosidad de la justicia en los procesos penales y la situación de detención de muchas personas en cárceles y comisarias, sin condiciones dignas. Además del hecho de que muchos presos carecen de sentencia firme, se señaló el hecho de que carecen de adecuada atención médica y no se respeta la prisión domiciliaria cuando se llega a los 75 años. En estos casos se cuentan, entre otros, según se dijo, militares encarcelados por violaciones a los derechos humanos.

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