El 10 de noviembre en
el Cenáculo La Montonera del partido
de pilar, se dio inicio la 108º Asamblea
Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, la asamblea tenía como fin
la elección de la nueva Comisión
Ejecutiva de la CEA para el trienio 2014-2017.
Resulta paradójico
que el sitio de reunión de los obispos lleve el nombre de “La Montonera”, ese mismo
día concurrieron al mismo lugar miembros de AFyAPPA y delegaciones del
interior de familiares de los Presos Políticos, que hoy están investigados,
juzgados y algunos condenados por haber luchado contra el terrorismo y vencido
en batalla a las organizaciones armadas político-terroristas de los años ’70,
entre ellos “Los Montoneros”, tal vez el grupo terroristas más peligroso
por su nivel de infiltración y violencia en la Guerra Revolucionaria de los
años ’70. Para que no se preste a confusiones o interpretaciones erróneas,
haremos un poco de historia:
Han transcurrido más
de siete décadas desde que el arzobispado de Buenos Aires adquirió "La
Montonera": un paraje que conserva hoy el mismo encanto que
impactó al Cardenal Copello allá por
1938.
Según las crónicas,
en esta zona acampó Francisco Ramírez,
gobernador de Entre Ríos, con su
montonera, cuando en 1820 se firmó el Tratado
del Pilar.
En efecto, el
encuentro entre el supremo, con Estanislao López de Santa Fe y Manuel Sarratea de Buenos Aires, se
produjo en la primitiva capilla del pueblo de Pilar ubicada, en ese entonces,
del otro lado del Río Luján a escasos metros al sur del límite de La Montonera, en la zona que hoy se
conoce como Pilar Viejo.
El Tratado del Pilar impuso a la
centralista Buenos Aires los principios de federación y nacionalidad que luego
serían los fundamentos para la organización institucional del país, a tal punto
que es uno de los textos citados como básicos en nuestra Constitución Nacional.
Los caudillos del
interior tenían su montonera, un
ejército de paisanos integrado por gente tosca y ruda, de origen humilde, con
gran arraigo a su tierra y tradiciones, y muy fieles a su líder.
Otro dato histórico
digno de mencionar es aquél ocurrido en 1671 cuando pasó por estas tierras la
peregrinación que llevó la imagen original de la Virgen de Luján desde su primitiva capilla, ubicada en el "lugar del milagro", (hoy localidad
de Villa Rosa), hasta la estancia Doña Ana de Matos, (hoy Santuario Nacional de
Luján).
El nombre del
establecimiento proviene del "Paso de la Montonera",
ubicado sobre el Río Luján, que hace de límite natural del predio, y que
figuraba ya en mapas muy antiguos. El casco de la estancia con su casa
principal y construcciones auxiliares se conservan hoy en buen estado y datan,
por lo menos, de 1880.
Sirva este recuerdo
para salvar las suspicacias tan comunes en la Argentina de hoy.
Ese día AFyAPPA y las delegaciones del interior, sirvieron como “Comité de Bienvenida” en la entrada al Cenáculo La Montonera, allí los obispos, monseñores y sacerdotes fueron
recibidos con muchísimos carteles y les entregaron documentos elaborados por
AFyPPA y los Presos Políticos del Penal San Felipe de Mendoza.
Ante esa inesperada
presencia, los asistentes a la Asamblea, tuvieron variadas reacciones: caras de
sorpresa cuando iban llegando, no lo podían creer, trataban de ingresar por
otros lados pero era la única entrada. No tenían más remedio que detenerse,
algunos, unos cinco o seis aceleraron sus autos y no se detuvieron. En general
todos ellos tuvieron palabras de aliento y apoyo hacia esas familias
desesperadas ante la injusticia que sus familiares Presos Políticos sufren desde hace 11 años.
Durante
el primer día de la Asamblea de Conferencia Episcoal Argentina, la Iglesia volvió
a reclamar más diálogo[1].
En una clara respuesta al “Comité de
Bienvenida” organizado por AFyAPPA,
pensamos que los hombres de la iglesia se manifestaron explícitamente y
abrieron una puerta a la esperanza de la Reconciliacíón.
Nuestras felicitaciones a la ONG, especialmente constituida por las esposas de
los Presos Políticos, quienes no han bajado sus brazos y no se resignan ante la
injusticia que también las castiga a ellas y sus familias.
Sinceramente,
Pacificación
Nacional Definitiva
por
una Nueva Década en Paz y para Siempre
martes,
11 de noviembre de 2014
Un
grupo de mujeres de Presos Políticos se hizo presente en el Cenáculo donde los
obispos comenzaban la Conferencia Episcopal, para dialogar con ellos y
entregarles la siguiente carta:
A
SUS EXCELENCIAS REVERENDÍSIMAS MIEMBROS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA.
Con el alma
turbada, pero luchando por no perder la Esperanza,
en mi carácter de Presidente de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos
Políticos Argentinos (AFyAPPA), me dirijo a Ustedes en representación de los
integrantes de esta Asociación.
Nos dirigimos a
ustedes, como representantes de nuestra Madre la Iglesia, para pedirles que
consideren la posibilidad de tratar el tema de la “Guerra Revolucionaria” ocurrida en nuestro país en la década del
70, considerando especialmente a todas las víctimas de la lucha fraticida que
dividió a los argentinos en aquella época, incluyendo en esta categoría a los
más de mil ochocientos detenidos y procesados, por juicios viciados desde su origen, donde la
finalidad última no es hacer justicia, sino satisfacer la sed de venganza de
uno de los sectores que participó en aquella contienda armada.
Nuestra organización,
como otras afines, en estos últimos años, en repetidas oportunidades ha
mantenido entrevistas y entregado documentación, tanto a esa dirigencia
Episcopal como a la anterior, y mantenido reuniones individuales con la mayoría
de los Señores Obispos; saliendo de aquellos encuentros con renovada esperanza,
sabiendo de antemano que: “los tiempos de la Iglesia son lentos”;
y que en algún momento, la luz del Espíritu Santo los ayudará a trazar caminos de concordia y
reconciliación en el cuerpo de nuestra sociedad.
Han pasado ya 11 años
desde que esto comenzara. De esos mil ochocientos presos ya murieron doscientos
sesenta y cuatro, y miles de familias cristianas siguen sin tener a sus seres
queridos en el seno de sus hogares, con una angustia creciente cada día que
pasa, especialmente ahora, cuando nuestra Madre y Maestra, en quien tenemos
asentadas nuestras últimas esperanzas, turba nuestro corazón con mensajes
publicitarios y entrevistas, que, humildemente, percibimos parciales.
Nuestro Padre del
cielo, más allá de las debilidades que oscurecen todo lo humano, bien sabe de
mi religiosidad y de mis intentos por vivir una vida cristiana, de mi lucha
como esposa y madre de siete hijos, también sabe que mi marido perdió su
carrera por mi defensa del Obispo a quien la Iglesia designó para conducir el
rebaño castrense. Creo que nadie puede dudar de mi persona sobre segundas
intenciones para desprestigiar a la Iglesia Argentina, por lo que me siento con
libertad y autoridad moral para hacer algunas reflexiones.
La violencia de los ‘70
es ya un hecho viejo, con muchos errores y aciertos en el intento por darle una
solución definitiva. Solución que deben encarar todos los estamentos de la
sociedad, porque en la locura de los ‘70, todos fuimos culpables. Algunos por
acción, otros por omisión. Algunos por encarar actos de violencia ilegal,
otros, por alentarla, algunos por permitirla, muchos por mirar al costado,
alentando en su interior, la esperanza de que otros le resuelvan el problema.
Sostener que en Argentina
sólo existió un Demonio (las fuerzas del estado) es crear un chivo expiatorio
para salvar las culpas ajenas. Lo mismo puede decirse de aquellos que sostienen
la existencia de dos demonios. Si los malos fueron los guerrilleros y los
militares, el resto de la sociedad puede seguir tranquila su vida aburguesada.
Estas posiciones simplifican un problema complejo, con la única finalidad de
lavar culpas de muchos actores que también tuvieron influencia preponderante en
la guerra de los 70. Y creemos firmemente y con dolor, que la iglesia terrena
no puede hacerse la distraída en temas que también la dividieron como al resto
de la sociedad.
La Iglesia Argentina
participó en los “dos bandos” en
pugna; con las Fuerzas Armadas que intentaban defender a cualquier precio lo
que en ese momento se llamaba la civilización occidental y cristiana; y también con los movimientos armados que,
tomando la imagen de un cristo guerrillero, querían instaurar el socialismo,
combatiendo a sangre y fuego, a los representantes del imperialismo.
Con
las FFAA: obispos y capellanes brindaban homilías a los
cuadros antes de los combates, arengando a las tropas con fragmentos de Santo
Tomás y San Agustín. Impartían el Sacramento de la Eucaristía y de la Reconciliación,
también consolaban a heridos y deudos. Su accionar y apoyo moral constituyó,
sin ninguna duda, un gran incentivo, respaldo y aliento para los combatientes
de la trinchera estatal.
Con
los guerrilleros: obispos y sacerdotes también tuvieron
su compromiso incitando y adoctrinando con ideologías extremistas que
justificaban el uso de la violencia para conseguir su objetivo de tomar el
poder. A tal punto, que podemos afirmar que la Organización Político Militar
Montoneros no habría existido, si los Sacerdotes para el Tercer Mundo no le
hubieran dado el sustrato ideológico y la convicción espiritual para levantarse
en armas contra el modelo político económico existente.
Es por ello, que
estamos convencidos de que sólo la Iglesia Católica Argentina puede movilizar
las acciones necesarias en el Poder Ejecutivo, en el Poder Legislativo y en la
CSJN para que todo esto concluya y se
concrete la tan necesaria reconciliación nacional.
¿Por qué pedimos algo
a la Iglesia que pareciera no se encuentra dentro de su ámbito? Es simple: Porque la Iglesia Argentina ha
sido, a lo largo de nuestra historia, un estamento poderoso en la germinación
de nuestra identidad nacional, alentando
y corrigiendo, con su sabiduría infinita, las desviaciones de los gobernantes y
ciudadanos. En 1810, 1816, 1853, 1955, 1976, 1983; jamás la Iglesia Argentina
estuvo ausente. Siempre supo poner su granito de arena para encontrar
soluciones a los grandes problemas nacionales
Está probado que
cuando la Conferencia Episcopal
recientemente se pronunció sobre la problemática de la droga y la pobreza,
causó un impacto y una reacción positiva, no sólo en las instancias
gubernamentales, sino también en sociedad civil, haciendo tomar conciencia a la
población de la gravedad de la situación. La Iglesia está viva, por sus venas
circula la sangre de Cristo, y su mirada genera cambios que mejoran el clima
social.
Sin embargo, algunas
veces, miradas parciales y hemipléjicas de situaciones complejas, generan
inquietud y desorientación en el corazón de muchos fieles. Días atrás, altas
autoridades del episcopado nos sorprendieron con un mensaje más parecido a una “operación”, que a un mensaje de la
Iglesia por la tan esperada reconciliación. Esto nos confunde y sentimos una
gran desazón. A nuestro humilde criterio, estos mensajes, por su mirada
parcial, hacen que una parte del rebaño
se sienta excluido. Y con dolor, tal vez por nuestras limitaciones, no
entendemos las razones por las cuales Nuestra Madre y Maestra toma este camino
oblicuo en un tema tan sensible.
Nos preguntamos: ¿Por
qué no nos dieron nunca el mismo
lugar? ¿Por qué la Iglesia no habla también públicamente de las violaciones a
los derechos humanos que sufren a diario nuestros más de 1800 presos políticos?
¿No pertenecemos al mismo rebaño?
No está mal que la
Iglesia nos incentive a que contribuyamos a que algunas abuelas recuperen a sus
nietos. Pero también les pedimos que pongan su sabiduría, su fortaleza y su
coraje, para incentivar a los mismos fieles para que muchos nietos puedan
recuperar a sus abuelos. Porque no tenemos ninguna duda, y creo que ustedes
tampoco la tienen en el fondo de sus
conciencias, que la existencia de nuestros presos políticos también clama por
una justicia con mayúscula, que muy pronto los devuelva a sus hogares.
Creemos que hay que
terminar con la actitud “políticamente
correcta”, demagógica e hipócrita del uso de los DDHH, que cada vez se
profundiza más… silenciosa e insidiosamente.
Ustedes lo saben, lo
conocen y han vivido este proceso, como dije anteriormente, seguramente con más
precisión que muchos; son contemporáneos a los hechos y no escapa a vuestra
Sabiduría la verdadera razón política, terrenal y especulativa por la que son
perseguidos, enjuiciados y encarcelados los hombres que combatieron desde el
estado.
La política actual de
Derechos Humanos basada en la
venganza sobre los cuadros inferiores de aquella época (hay soldados
conscriptos y marineros presos, además de suboficiales, oficiales subalternos y
civiles) ha servido para construir un
monumental foco de corrupción económico e ideológico, que estimula y acrecienta
el clima de enfrentamiento, de intolerancia y de lucro, sobre todo de los
jóvenes.
Por ello, los que en
otro tiempo fueron “enemigos”, ahora
también desean poner un ¡BASTA YA! a
esta situación. Son pocos los que pudieron alzar su voz y decirlo, presionados
por el mismo Gobierno. También sufren –en libertad- las consecuencias de esta
mal llamada “Política de Estado”,
cansados de revivir la “Guerra pasada”
por el oportunismo gubernamental.
Prueba de esta
realidad es que he venido a entrevistarme con Uds. en varias oportunidades,
acompañada de ex-guerrilleras, que quieren terminar con este continuo prolongar
aquella terrible Guerra.
Más allá de la
ficción jurídica, vivimos en la Esperanza de que vuestra visión apostólica nos
ayude, que el Espíritu Santo los ilumine para comprendernos y que se expidan
con virtuosa Justicia sobre lo expuesto.
Su Santidad ha dicho
personalmente a visitantes nuestros a Roma, de su oración y ocupación de este
problema; y su misión en la tierra no es contraria a nuestro pedido.
Por la Fe y la Caridad que emanan de la Iglesia Católica Argentina, son Ustedes
los únicos que pueden cerrar este
Capítulo y dar satisfacción a la Esperanza
que nos sostiene.
Creemos, como
humanos, que no hacerlo convalidará, homologará y permitirá que subsista la
injusticia, con un poder Judicial no independiente, costumbre que marcará, para
mal, nuestro futuro.
Reconciliarnos
en Paz y seguir adelante es lo que queremos.
Ruego a Dios los siga iluminando, que el Espíritu
Santo derrame sus dones y frutos en la próxima Conferencia y no seamos dejados de lado una vez más, somos miles de Almas que
sólo esperamos que esto concluya para siempre.
La acción de SS
Francisco y la de Ustedes, nuestros legítimos pastores, constituye nuestra única ESPERANZA. Los
saludo en Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre, los más altos ejemplos
y guías de lo que pedimos.
María
Cecilia Pando
Presidente de AFyAPPA
[1]
Cónclave de obispos en Pilar. Fue la principal preocupación en el plenario que
concluye hoy. “Reconciliación nacional”, pideron.
La falta de diálogo y de un
clima de reconciliación en el país. Fue la principal preocupación que
manifestaron ayer los obispos de todo el país en el inició de su segundo y
último plenario del año, que se desarrolla en la casa de retiros espirituales
El Cenáculo, en Pilar. Al punto que decidieron que la preparación para el
Congreso Eucarístico Nacional que realizarán a mediados de 2016 en Tucumán -en
coincidencia con el Bicentenario de la declaración de la Independencia y que
presidiría el Papa Francisco- esté animada por la búsqueda de la reconciliación
nacional.
El presidente del
Episcopado, monseñor José María Arancedo, reflejó esa inquietud en la homilía
de la misa de apertura de las deliberaciones. Arancedo recordó en ese sentido
el documento del Episcopado “Camino Hacia el Bicentenario en Justicia y
Solidaridad”, difundido en 2008, en el que “decíamos que la patria necesita aún
‘avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una
amistad social que incluya a todos, afirmábamos entonces, es el punto de
partida para proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado
construir en el transcurso de nuestra vida nacional”.
Durante el plenario, el
centenar de obispos deberá elegir por rigurosa votación a sus nuevas
autoridades para los próximos tres años. Monseñor Arancedo -de buen diálogo con
el Gobierno- sería reelecto en la presidencia. En tanto, el arzobispo de Buenos
Aires, cardenal Mario Poli -que fue designado por Francisco como su sucesor en
la arquidiócesis porteña- ocuparía una de las vicepresidencias. Otro que podría
renovar es el titular de la Pastoral Social, a cargo de las relaciones de la
Iglesia con políticos, empresarios y sindicalistas, monseñor Jorge Lozano.
La preocupación por la
falta de diálogo y de reconciliación surgió en el habitual intercambio de
opiniones sobre la situación del país desde la óptica pastoral con el que se
inician los plenarios de obispos. La segunda gran preocupación que apareció fue
la morosidad de la justicia en los procesos penales y la situación de detención
de muchas personas en cárceles y comisarias, sin condiciones dignas. Además del
hecho de que muchos presos carecen de sentencia firme, se señaló el hecho de
que carecen de adecuada atención médica y no se respeta la prisión domiciliaria
cuando se llega a los 75 años. En estos casos se cuentan, entre otros, según se
dijo, militares encarcelados por violaciones a los derechos humanos.
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