"El gran
negocio que generó el kirchnerismo
fue el de su propia impunidad".
Luis Gasulla
fue el de su propia impunidad".
Luis Gasulla
La semana que
terminó, tan inexplicablemente corta en un país que se encuentra chapaleando en
el barro de la estanflación, estuvo marcada por la pública conversión de
Ballestero -Juez de la Sala I de la Cámara Federal en lo Criminal- en un bonzo
autoincinerado en las escalinatas de los tribunales de Comodoro Py; creí que el
precio que debería pagar por esta puñalada trapera lo harían reflexionar pero,
evidentemente, el tamaño de los esfuerzos -¿carpeta o cheque?- realizados por
el Gobierno resultaron suficientes para permitirle olvidar que la sociedad lo
estaba mirando fijo, que el mundo occidental estaba pendiente de su fallo y
convencerlo de sumar su voto al de su colega Freiler para desestimar, sin
ninguna investigación, la denuncia del asesinado Nisman.
Parece que para este
recalcitrante monje del kirchnerismo no bastó la confirmación lateral de esa
denuncia que surge de la última edición de la revista Veja, de Brasil, sobre la
base de las confesiones de jerarcas del chavismo acerca de los aviones con
dinero, drogas y guerrilleros que volaron de Caracas a Teherán durante años, y
del intercambio nuclear -Venezuela carece de tecnología en esa área- que
también involucra a la Rusia, con la cual Argentina acaba de firmar un tratado
para enriquecer uranio. Si los Estados Unidos ya ha decretado que el paraíso de
Nicolás Maduro es un peligro para su seguridad, no hace falta ser demasiado
lúcido para percibir que estamos al borde de caer en una situación similar, ya
que Putín tiene, a su vez, un acuerdo de suministro con Irán.
Claro que el Fiscal
Moldes apelará el fallo ante la Cámara Federal de Casación Penal pero, para que
el tema continúe vigente, deberá recibir allí un nuevo impulso de la mano del
Fiscal General al cual le toque sostener, o no, la denuncia; de los candidatos
posibles, varios pertenecen -como también algunos de los jueces que la
integran- a la agrupación Justicia Legítima, encabezada por la Procuradora
General, ¡Giles! Carbó, dispuesta a hacer cuanto sea -sin límites morales ni
legales- para despegar a la Cristina, sus hijos, sus testaferros y sus
cómplices de los problemas a los que ya se están enfrentando en la Justicia y
que, seguramente, se agravarán cuando el inquilino de la Casa Rosada sea otro.
De todas maneras, sea
porque el superior no sostenga la apelación de Moldes, sea porque Casación
confirme la resolución de la Cámara de Apelaciones, nada quedará
definitivamente cerrado, ya que todos -Rafecas, Freiler y Ballestero-
simplemente desestimaron la denuncia, por lo cual ésta podrá ser reformulada en
cualquier momento.
Los jueces, en
teoría, deben ser los mejores y más probos ciudadanos, ya que tendrán en sus
manos la libertad o la fortuna de éstos; sin embargo, aquí no es así. En el
Poder Judicial, no sólo los jueces federales -salvo escasas excepciones- son
corruptos, sino que ese mal alcanza también a todos los fueros, inclusive los
comunes; para comprobarlo, basta con observar las playas donde dejan sus autos
los magistrados y verificar, con asombro, el patrimonio que exhiben algunos de
ellos.
Con cuarenta y ocho
años de ejercicio profesional, puedo afirmar que no hay una justicia única. Si
se trata de asuntos que rozan al poder, resulta suficiente saber quiénes serán
los jueces intervinientes para conocer el resultado por anticipado, sea porque
los magistrados federales se alquilan, sea porque temen a los
"carpetazos". Hay otra, gracias a Dios conformada por la enorme
mayoría de los magistrados, que ejercen su labor con independencia, con
dedicación, con conocimiento y con eficiencia. Pero hay una tercera, ante la
cual los ciudadanos de a pie estamos desamparados, que está corroída por la
corrupción y por la ignorancia, y en la cual el fallo dependerá de un soborno,
del desconocimiento del derecho o, simplemente, de las relaciones personales.
En los Estados Unidos
los pueblos y ciudades chicas eligen por voto popular y periódicamente a sus
jueces de menor cuantía, a sus fiscales y a su jefe de policía locales; como se
trata de pequeñas comunidades y en ellas todo el mundo se conoce, resulta fácil
hacer un seguimiento permanente de la capacidad para ejercer el cargo y, sobre
todo, de la evolución patrimonial del funcionario. Tal vez, sería bueno que
comenzáramos a aplicar algo así en la Argentina y, luego, delegar en los
propios jueces inferiores la elección de quienes deberán integrar los órganos
superiores; se conocen entre ellos lo suficiente y sabrán optar por los
mejores.
El otro aspecto, más
grave aún, es la incidencia que el reciente y cuestionado fallo podría tener
sobre nuestras relaciones internacionales. Con Irán y Rusia involucradas, y con
China con una base científico-militar en Neuquén, comienza a tomar singular
importancia el tema Malvinas. Tal como dijera Andrés Cisneros en una imperdible
nota (http://tinyurl.com/oad2yr9) en
La Nación, nuestra torpeza en la materia dio una excusa ideal al Gobierno
británico para decidir una repotenciación de su asentamiento militar en las
islas, amén de alejar cualquier posibilidad de negociación sobre su soberanía.
Y es lógico que así
sea, tanto por el control occidental del Atlántico Sur, puesto en peligro por
estas raras alianzas que la noble viuda ha concertado, cuanto por las
consecuencias que acarrearán cuando sea discutida la propiedad -o, al menos, el
derecho a explotar sus recursos- sobre la Antártida; nuestras pretensiones
territoriales allí se solapan con las de Gran Bretaña y de Chile. Mientras
nuestro país siga dando bandazos y no asuma una postura -cualquiera- seria en
la geopolítica internacional, no tendremos el peso necesario para reclamar un
asiento en la mesa de negociaciones.
Para terminar, dos
comentarios breves. El primero, relacionado con el papelón de nuestro egregio
Ministro de Economía, el groucho-marxista Axel Kiciloff cuando, acorralado por
una periodista, debió reconocer que ignora -o, peor, oculta- cuántos son los
pobres e indigentes en la Argentina doce años después de la llegada de los
Kirchner y su "modelo" al
poder; su papel en ese sketch recuerda a su antecesor en el cargo, Hernán
Lorenzino, cuando una reportera extranjera le preguntó por la inflación y, ante
la imposibilidad de ofrecer una respuesta que no hiriera el "relato", entonó ante un
micrófono que suponía apagado la frase que lo inmortalizará: "me quiero ir".
Y el último con un
balde de agua fría para los candidatos a suceder, cuando quiera que eso suceda,
a la Presidente que hoy nos gobierna tan exitosamente. Para invertir el rumbo
de colisión en el que encontrarán al país cuando les toque ocupar el sillón de
Rivadavia, se necesitarán inversiones de enorme magnitud, que dicen creer que
llegarán rápidamente. Sin embargo, me pregunto cómo se concretarán esas
inversiones si cualquier proyecto, sea industrial o comercial, carecerá de la
energía necesaria para funcionar, gracias al fabuloso plan de destrucción
masiva que pusieron en marcha don Néstor y el inefable Ministro de Falta de
Planificación, Julio de Vido.
Deben recordar que
las obras de generación eléctrica requieren de un plazo, en general prolongado,
para madurar. Si se trata de generación térmica, se podría construir con cierta
rapidez las plantas necesarias, pero será necesario proveerlas de gas, un
insumo claramente faltante; si fuera generación hidráulica, los plazos -y los
costos de construcción-, crecen exponencialmente, pudiendo llegar a los seis o
siete años.
No será el único
problema que deberá afrontar la futura administración, ya que encontrará al
Banco Central quebrado, una inflación sólo domada por la recesión, subsidios
que ya resultan imposibles de afrontar, 30% de la población bajo la línea de
pobreza, un alineamiento geopolítico injustificable, infraestructura -comunicaciones, rutas,
puertos, ferrocarriles, energía- colapsada, parque industrial obsoleto, déficit
fiscal desmesurado, caída en los precios internacionales de las commodities,
incremento en las tasas de interés internacionales que restarán recursos, un
default del que nunca salimos, insensata apreciación de nuestra moneda, miles
de empleados públicos incapaces e innecesarios, narcotráfico creciente, la
inseguridad cotidiana, un sistema impositivo asfixiante y regresivo, la
dramática proliferación del juego, una fractura social de dimensiones inéditas,
centenares de causas por corrupción de funcionarios, las cárceles abarrotadas
de presos políticos y miles de etcéteras que, al menos hasta ahora, nadie dijo
cómo piensa encarar.
Por todo eso, y aún
cuando la transición fuera pacífica -en lo que descreo- los tiempos por venir
no dejan demasiado margen para el optimismo en materia social y económica; en
cambio, sí estoy convencido que el próximo gobierno traerá, necesariamente, nuevas
y renovadas formas de democracia, ya que el Congreso que emergerá de las
elecciones estará sumamente fragmentado, y ello obligará a permanentes
negociaciones, además de imposibilitar cualquier forma de autoritarismo
despótico.
Aprovechemos la
Semana Santa que comienza hoy para rezar, cualquiera sea nuestro credo, por la
Argentina del futuro, porque sea un país digno de ser entregado como legado a
nuestros hijos y a nuestros nietos.
Bs.As., 29 Mar 15
Enrique Guillermo
Avogadro
Abogado
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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